Una difícil situación económica obligó a que Jose Amilcar Solórzano Portillo, y a su hija mayor, a que decidieran migrar desde el municipio de San Julián, en Sonsonate, hacia Estados Unidos el pasado 20 de febrero.
Sin embargo, el sueño de padre e hija terminó en tragedia cuando Amilcar murió en el incendio de un albergue de migrantes en Ciudad Juárez, México, el 27 de marzo. Un mes y siete días después de su partida.
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Bajo el clamor de justicia, familiares, amigos y decenas de residentes del municipio de San Julian le dieron el último adiós a los restos de Amilcar en el cementerio municipal de esa localidad, durante la mañana del lunes 10 de abril.
Los familiares describieron a Amilcar como un hombre trabajador, honesto y gentil. Trabajaba realizando viajes en un microbús de su propiedad. Anteriormente había manejado un camión de recolección de basura.
Leticia Solórzano, hermana del fallecido, dijo que, como familia, esperan que se haga justicia y que los responsables paguen por lo que hicieron porque ninguna de las víctimas merecía morir de esa manera. “Nosotros lo esperábamos vivo, pero viene en caja”, se lamentó.
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La madre de José Amilcar relató que su corazón le alertó sobre la muerte de su hijo cuando, en la madrugada del día siguiente que había ocurrido el incendio, le invadió un sentimiento de tristeza y comenzó a llorar.
Al verla llorar, su nieta y su hija le explicaron que a Amilcar le había pasado una tragedia, pero hasta ese momento no sabían con certeza que había muerto.
“Yo tenía la esperanza que me hijo estuviera vivo”, expresó Margarita Solórzano.
Luto y pobreza
Amilcar ayudaba económicamente a su madre, de 78 años, y a su hermana, quien adolece de varios padecimientos de salud, por los que mantiene medicación permanente.
Ambas sobreviven de la elaboración de pan artesanal y pastelitos que hacen de vez en cuando.
La esposa de Amilcar ayudaba a su esposo con lo poco que gana con un molino nixtamal, tarea que no podía realizar en los días que debía viajar con su hija menor al hospital Bloom por un problema en los riñones.
Ahora, ambas familias se han quedado sin la persona que les proveía económicamente, por lo que solicitan el apoyo de las instituciones de gobierno.
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María Antonia Solórzano, tía del migrante fallecido, solo pide que le ayuden a la hija de Amilcar para que logre llegar a su destino.
“Nadie (de) nosotros queríamos aceptar que él había muerto. Yo lo quería como hijio y creí que era mentira que había muerto”, dijo.
Si usted desea ayudar a esta familia, se puede comunicar al 7599-1777, número habilitado para ese propósito. El contacto es con Leticia Solórzano.