“Cuando entré a la Universidad de El Salvador, tenía claro qué carrera estudiar y así fue: inicié la Licenciatura en Biología.
Ahora estoy realizando la investigación: Evaluación de la Actividad Antiofídica de Extractos Metabólicos sobre el veneno de cascabel, al finalizar me graduaré.
La inicié en el 2019 y debido al tipo de actividades de campo que se requiere, me he tardado un poco, pero ya estoy en la etapa final”, dice Elizabeth Coto, estudiante egresada de la carrera de biología de la Universidad de El Salvador.
“La cascabel tiene una mirada expresiva. Su cuerpo es muy elástico, tanto que cuando se desplaza se ve elegante.
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Su piel es suave, son agresivas y tienen un potente veneno, que lo utilizan cuando se sienten amenazadas por el ser humano u otros animales, causándole la muerte a sus presas.
Es una serpiente de mucha importancia médica y habita en cualquier parte de El Salvador”, asegura la futura bióloga e investigadora de serpientes.
En el edificio del Centro de Investigación y Desarrollo en Salud (CENSALUD), de la Universidad de El Salvador, es un día tenso e interesante para Monserrath, porque extraerá veneno a la cascabel para continuar su investigación.
La acompaña un equipo de biólogos con experiencia en el área, le ayudarán a sostener el reptil de un metro y medio de largo.
Es una práctica que se hace cada tres meses para ver los efectos que causa el veneno al inyectarlo en otro animal, como ratones, por ejemplo.
Hacer esta prueba es arriesgado, se debe tener confianza y concentración para que todo salga bien. A medida que pasa el tiempo, Monserrath intenta meter en un tubo de ensayo a la cascabel y, de tantos intentos, al fin lo logra.
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Ya en su lugar, se debe tener más cuidado en lo que se hace.
Toma lentamente la cabeza de la cascabel, la presiona en un embudo de vidrio para que deposite su veneno color amarillo, que sale de sus grandes colmillos: una escena impactante.
Mientras ella hacía su trabajo, la serpiente comenzó a sonar su cola, un sonido intenso, que produce para conseguir atención y alerta.
“Las cascabeles son bonitas, su piel es suave, son agresivas y tienen un potente veneno que nos puede matar. Esta especie de reptil es interesante, muchos creen que las que están recién nacidas no tienen veneno, pero no es así, es más potente que el de una adulta”, explica la experta.
“Su veneno es su defensa y es producido por dos glándulas segregadoras, localizadas en la parte posterior de la mandíbula superior y expulsado por movimientos musculares, enviándolo a los colmillos.
Es una mezcla de sustancias tóxicas, cuyos efectos en el cuerpo de la víctima van desde la destrucción de las células sanguíneas, hasta el bloqueo de los estímulos nerviosos vitales”.
“Cuando inicié esta investigación, me encontré con algunas limitantes, como no tener una para estudiarla, por suerte la UES adquirió un par de ejemplares y ahora no paro de investigarla.
Son muy exclusivas, no salen a la luz con facilidad. Tienen una estructura anatómica increíble; su cuerpo es puro músculo.
Hacer este tipo de trabajo es bonito, diferente y arriesgado, sin embargo al contar con la capacitación y experiencia adecuada, el trabajo se desarrolla con mucho profesionalismo y seguridad”, relata.
“Comencé a investigar las propiedades de plantas como neutralizadoras de veneno para los animales, pero en el camino me interesó investigar un poco más la potencia e importancia del veneno de cascabel en los animales y seres humanos”.
“Según datos de la Organización Mundial de la Salud, OMS, la mordedura de cascabel es un problema de salud de zonas rurales en El Salvador. Hay que educar a la población para que no mate a las serpientes, cada una de ellas tiene un propósito de existir”, agrega la científica.
“El cuerpo de la cascabel está cubierto por pequeñas y múltiples escamas de colores como beige, marrón, café rojizo y negro, su cabeza es plana y logra distinguirse del resto del cuerpo.
Comencé a hacer rescates de serpientes antes de ser estudiante de biología. Los vecinos de mi colonia salían corriendo a buscarme cuando miraban una, la atrapaba con serenidad y la llevaba a sus áreas naturales”, recuerda Monserrath.
La futura bióloga tiene un estilo único para desempeñar su trabajo. Tiene un carro Volswagen del año 94 y una vespa del 97.
Toca música latinoamericana con sus instrumentos de cuerda como: guitarra, bajo, violín, el ukelele y charango.
Ella está tan entregada al estudio de reptiles, fabrica pulseras para recaudar fondos y dar charlas en zonas urbanas como Santo Tomas, Chalatenango, Suchitoto y otros lugares donde hay presencia de serpientes, para que la gente no las mate y sepan la importancia de ellas en la tierra.
Tiene cuatro años de estar haciendo esta investigación y con sus conocimientos, sobre el veneno de la cascabel, participa en charlas virtuales a nivel nacional e internacional.
“Me siento orgullosa de ser la pionera de impulsar una investigación sobre el veneno de la cascabel, no hay registros de lo que pueda causar el veneno de una serpiente en el país, a pesar que es la que más ataques registra a animales y seres humanos. Estoy haciendo ciencia con este tipo de investigación, la primera a nivel nacional”, expresa.
“Este reptil se puede encontrar en cualquier parte del país. No hay que matarlas, al contrario, hay que protegerlas, porque corremos el riesgo de ser más propensos a enfermedades como la tifoidea, transmitida por animales roedores como ratas, ratón común, ardillas entre otros.
En El Salvador existen otras serpientes venenosas como la coral, cantíl de agua, tamagás negro, la timbo, etc.
“El objetivo de esta investigación es estandarizar y seguir haciendo estudios sobre el veneno de las serpientes para buscar alternativas y salvar la vida de un animal o ser humano.
Estamos haciendo extractos metanólicos separados de hojas y plantas como la lengua de suegra”, dice Monserrath.
“Hacer este tipo de trabajo y tener buenos resultados no es nada fácil, son procesos largos para tener la respuesta correcta.
Agradezco al personal del Centro de Investigaciones y Desarrollo en Salud de la UES, al Laboratorio de Investigación en Productos Naturales de la Facultad de Química y Farmacia, al laboratorio de Toxinas Marinas LABTOX de la Facultad de Ciencia Naturales y Matemáticas de la Universidad de El Salvador, por el apoyo y uso de sus laboratorios y a su equipo técnico de biólogos”, concluye la futura bióloga e investigadora del veneno de la cascabel.