El presidente Nayib Bukele ha tenido un notorio acercamiento a la embajadora de China en El Salvador, Ou Jianhong, mientras el escenario político nacional e internacional se ha complicado para el mandatario.
Un momento de redefinición en la política exterior de El Salvador, marcado por el acercamiento a países con rasgos autoritarios como Turquía, Rusia e incluso China. Analistas consultados por el medio argentino Infobae califican estas acciones como un intento por diversificar el abanico de relaciones internacionales, pero también una búsqueda de aliados que no pidan cuentas en materias como la gobernabilidad democrática, el respeto a las libertades individuales y a los derechos humanos, así como una exploración de nuevas líneas de financiamiento internacional.
Estas nuevas búsquedas están marcadas por la deteriorada relación de Bukele con la Casa Blanca de Joe Biden, que señalado al mandatario de corrupción, sancionado a sus funcionarios y la amenaza de un proceso penal por su pacto con la pandilla MS13.
China es actor principal en este nuevo libreto internacional.
El más reciente acercamiento entre la embajadora Ou y Bukele se dio en varios actos durante la última semana, marcada por el tercer aniversario de Bukele en la presidencia. “Hoy es el tercer día de la fiesta de primavera del año del tigre… que simboliza la valentía, la fuerza y el éxito… hoy también cumple el tercer aniversario la victoria del presidente Nayib Bukele en las elecciones presidenciales”, dijo la diplomática china, mientras el mandatario continúa el enfrentamiento verbal con Washington por cuestionamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Al final de 2021, Bukele acudió a los chinos para intentar cerrar con noticias amables un diciembre que puede contarse entre los meses más complicados de la gestión presidencial hasta ahora.
Un día antes del fin de año, a las 4:59 p.m., Bukele anunció en su Twitter una sorpresa que reveló al filo de las 8:00 p.m. Con cooperación del gobierno chino, desplegó el presidente, en 2022 iniciaría la construcción de un moderno estadio de fútbol con capacidad para 50,000 espectadores en los linderos de El Espino, el último pulmón de San Salvador.
En ese marco, Bukele también aprovechó para volver a arremeter contra Joe Biden y su gobierno en Estados Unidos. “¿Quién es tu amigo? ¿El que te da un estadio, una biblioteca, un centro de convenciones, un muelle y una planta potabilizadora de agua; o el que te pone en listas, te sanciona y financia a tus opositores?”.
Los guiños diplomáticos de enero con China tienen un trasfondo diferente, uno que tampoco pinta amable para Bukele y está relacionado con la crisis financiera que se cierne sobre El Salvador si el gobierno no lleva a buen puerto una negociación con el FMI para conseguir un alivio financiero de USD 1.3 mil millones de dólares que el presidente necesita con urgencia para cumplir con un pago de USD 800 millones en enero de 2023.
Dos analistas de riesgo consultados por Infobae sobre la crisis financiera salvadoreña, uno en Wall Street y otro en San Salvador, coincidieron en que Bukele también busca en China alivios financieros, pero dudaron que Beijing esté interesada en abrir líneas significativas de crédito que sean capaces de sustituir los mecanismos multilaterales tradicionales. En corto: Bukele no encontrará, en China, dinero para cubrir el hoyo financiero de El Salvador.
Ya en diciembre de 2019, en el marco de la visita inaugural de Bukele a Beijing, la unidad de inteligencia de The Economist advertía algo parecido. “Las inversiones chinas serán bienvenidas, aunque ya hay advertencias de que el impacto real en el desarrollo de El Salvador será limitado, debido que muchos proyectos chinos de infraestructura son ejecutados con trabajadores y técnicos chinos”, decía la publicación especializada.
China suele insistir en que su cooperación financiera llega sin compromisos anexos, Washington y otros analistas insisten que no es así.
“No hay préstamos sin condiciones. China cobra caro en términos financieros o exige concesiones para uso de territorio nacional sin condiciones- especialmente en términos ecológicos y en temas laborales y derechos. Buscan operar donde no hay controles, algo que Bukele y su hermano Karim han aceptado”, asegura Douglas Farah, un investigador estadounidense que ha seguido de cerca la influencia china en Centroamérica y ha preparado reportes para varias oficinas del gobierno estadounidense. Karim Bukele, hermano del presidente salvadoreño, es uno de sus principales consejeros y, al decir de al menos dos fuentes del Ejecutivo en San Salvador, el principal encargado de llevar adelante relaciones internacionales estratégicas.
Entender los guiños de la embajadora Ou Jianhong a Nayib Bukele, advierte Farah, pasa por un par de asuntos geopolíticos.
Uno de los analistas de riesgo consultado por Infobae, quien participó en la elaboración de un análisis sobre El Salvador para una firma de Wall Street, cree que, al menos por ahora, lo que China puede ofrecer a Bukele en términos de alivio financiero es reducido. Si eso es así, los guiños entre Bukele y Beijing apuntarían más al espaldarazo político de una potencia que ha hecho crecer su influencia en la región.
“China busca dos cosas fundamentales en Centroamérica: desplazar a Taiwán y ocupar espacios de interés para Estados Unidos en el hemisferio. Con El Salvador logró ambas cosas” aseguró Farah en conversación con Infobae.
Actualmente la relación entre Nayib Bukele y el Washington de Joe Biden es inexistente. En noviembre pasado, poco antes de que Estados Unidos hiciera públicas las sanciones a los funcionarios de Bukele, Jean Manes, entonces encargada de negocios en San Salvador, dejó el país anunciando que las relaciones bilaterales quedaban “en pausa”.
Al final, a falta de que todo el cuento chino se concrete en un alivio financiero inmediato que le evite el disgusto de negociar con el Washington de Joe Biden el crédito con el FMI, Nayib Bukele sigue obligado a escribir buena parte de su política exterior en inglés. Aunque no lo quiera.