Minutos antes de que el 7 de mayo de 2021 terminara, los residentes del Callejón Estévez, barrio Apaneca, de Chalchuapa, escucharon los gritos de una mujer que corría por la calle, pidiendo auxilio en un intento de escapar de su asesino, que ya había matado a su madre y a su hermano.
De inmediato algunos vecinos tomaron sus teléfonos y comenzaron a llamar al Sistema de Emergencias 911 y a la Subdelegación de la Policía Nacional Civil (PNC) de Chalchuapa.
Pero el verdugo de la mujer tuvo tiempo para correr tras ella, alcanzarla y meterla a su casa y asesinarla, porque la policía tardó 70 minutos en llegar al Callejón Estévez. En la oscuridad, los agentes comenzaron a ver que en la calle había rastros de violencia que llegaban hasta la casa 11. Para entrar, tuvieron que llamar a otros policías. En la entrada había rastros de sangre.
Cuando entraron, los policías vieron dos cadáveres de mujeres, que horas después fueron identificadas como Mirna Cruz Lima, de 57 años, y Jacqueline Cristina Palomo Lima, de 26, madre e hija, residentes en una zona rural del municipio de Santa Ana, departamento del mismo nombre.
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Cristina fue quien intentó escapar de su asesino. De no haber intentado el escape, fuentes policiales consideran que posiblemente el expolicía hubiese ocultado los cadáveres y tal vez nunca se hubiera descubierto las fosas.
En un registro rápido que hicieron en la vivienda, vieron que en el fondo de una fosa había otros dos cadáveres que posteriormente resultaron ser los de Alexis Palomo Lima, hijo y hermano de Mirna y Cristina; y el del hermano de Hugo O., el expolicía que en cuanto lo capturaron admitió ser el asesino de Mirna, Cristina, Alexis y de su propio hermano.
Luego, el exagente confesó que había más cadáveres enterrados en la misma fosa y otras que tenía en la misma casa, pero afirmó que en algunos casos él sólo había ayudado a deshacerse de los cadáveres y que los homicidas eran otros.
Otros y otras que la Policía no tardó en capturar, basándose en el testimonio del mismo expolicía, que resultó ser conocido de al menos un investigador, a quién contó con lujo de detalles varios de los crímenes en los que había participado. Eso dijo y le creyeron.
De repente, las autoridades comenzaron a evadir dar información sobre el desarrollo de las excavaciones que se hacían en la casa de Hugo, y de cuántos cadáveres recuperaban por día.
Y al proceso penal en contra de 11 capturados, la Fiscalía pidió en la audiencia inicial que se le impusiera reserva total, lo cual significaba que los abogados de los procesados, policías y fiscales, y ningún funcionario podría hablar más del caso.
Este caso está en proceso judicial, al igual que los asesinatos de Mirna y Cristina, los cuales el expolicía confesó que las había matado.
Al final de las excavaciones, el 14 de junio de 2021, oficialmente el Estado admitió que se habían recuperado 37 cadáveres de las fosas clandestinas, de los cuales sólo logró identificar a 10, incluyendo entre éstos, las cuatro víctimas que encontraron a primeras horas del 8 de mayo de 2021.
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Según informes del Instituto de Medicina Legal, 27 cuerpos no fueron identificados, a pesar de que el mismo expolicía aportó algunos detalles de las víctimas que habían enterrado en sus fosas clandestinas, como por ejemplo, el caso de una joven empleada de una venta de helados. Por mencionar uno de los casos relatados por el expolicía.
Hasta principios de enero de 2022, de acuerdo con fuentes policiales, la casa 11 del barrio Las Flores, callejón Estévez era custodiada por elementos policiales, quienes aseguraron que, supuestamente, pasaría a manos del Estado a través de la Ley de Extinción de Dominio. Sin embargo, también repentinamente, retiraron la custodia.
Las fuentes afirman no saber si se realizó el trámite de extinción de dominio o si la Fiscalía desistió de tal proceso.