Hace tan solo unas semanas fue público el caso de dos jóvenes que sostuvieron una pelea durante un partido de fútbol. Uno de ellos terminó con graves heridas en el hospital y el otro fue detenido por ser el agresor.
Este caso generó indignación a nivel nacional, que se expresó en redes sociales y esa difusión propició que se conocieran otras acciones que involucraban al agresor con prácticas de Bullying en contra personas que convivieron con él en el pasado.
Estas personas utilizaron la red social Twitter para denunciar que, durante su infancia y adolescencia, fueron víctimas de actos abusivos (bullying) de parte del joven agresor.
A la luz de las nuevas denuncias y con el joven detenido, se generó una discusión en torno a las implicaciones, en cuanto a salud mental, de las personas agredidas en el pasado, sus opciones frente a un agresor y la justicia para quienes hayan pasado por episodios abusivos.
Napoleón Flores, psicoterapeuta de Fundación Continúa, que se especializa en la atención de casos relacionados a la Salud Mental en El Salvador, explica que el bullying es un problema que, de no ser tratado a tiempo, puede evolucionar en expresiones de agresividad en la etapa adulta de los individuos.
En palabras sencillas, Flores describe al bullying como acoso o intimidación y explica que puede suceder a cualquier edad y en diferentes escenarios, incluso en el trabajo.
A pesar que cada caso es diferente, algunas características comunes de las personas que ejercen bullying son la baja autoestima o haber crecido en un hogar con violencia física o psicológica. Además, estos individuos suelen haberse desarrollado en entornos en los que invalidan sus emociones constantemente y los disminuyen como personas, al restar valor a sus logros.
Al no encontrar una forma adecuada para lidiar con la frustración que causa crecer en un entorno como este, algunas personas ejercen bullying porque les genera una falsa percepción de bienestar, ellos creen que su autoestima ha mejorado. “Ellos se sienten mejor consigo mismos pero en realidad no ha habido un progreso”, asegura Flores.
Por otro lado, las personas que son víctimas de bullying, tampoco cuentan con mecanismos adecuados para detener un ataque, a pesar que este ponga en riesgo su integridad física o mental y esto sucede porque probablemente en sus entornos también minimizan sus emociones.
Margarita Mendoza, psicóloga de profesión, explica que el bullying también es impulsado por un sentimiento de superioridad o incluso por un sentimiento de competencia, al pensar que la otra persona puede ser una amenaza, ya sea de forma intelectual, en habilidades deportivas o sociales.
Flores explica que las consecuencias del bullying pueden ser bastante serias dependiendo del caso. Por ejemplo, una persona víctima de bullying puede tener problemas de autoestima, aislarse por miedo al contacto con su agresor o incluso llegar a atentar contra su propia vida. Pero las víctimas no son las únicas que enfrentan consecuencias, los responsables de ejercer acoso también.
Mendoza destaca que una de las partes más complejas del bullying es que es difícil de comprobar y queda en impunidad. “La persona que pone la queja es señalada como pone dedo. Denunciar el acoso está mal visto y si no se tienen las pruebas suficientes para demostrar el abuso, aunque sí exista, queda en la impunidad”, expresa.
Cuando este tipo de problemas no reciben una atención temprana, las personas crecen con dificultades para establecer relaciones interpersonales estables, porque alejan a su círculo cercano debido a las agresiones que cometen contra ellos.
También pueden terminar ejerciendo violencia intrafamiliar y les resulta muy difícil integrarse de manera funcional a la sociedad, porque su forma de resolver conflictos siempre incluye agresiones pasivas o activas. Estas situaciones se agravan aún más si la persona no es consciente de que hay un problema.
“Ese trasfondo de agresividad puede mantenerse hasta la edad adulta y, en síntesis, generar a niveles futuros, problemas laborales, sanciones por agresividad, violencia intrafamiliar y nada les exime de que terminen en la cárcel”, dice Flores.
Para Margarita Mendoza, este es un problema que hay que tratar desde que los niños son pequeños. “Deben aprender que poner apodos no está bien, que solucionar todos los problemas a golpes no está bien, que humillar a las personas, sin importar quienes sean, tampoco está bien”, reflexiona.
Acciones para combatir el bullying
Para Napoleón Flores, lo más importante, en situaciones donde alguien es víctima de bullying, es que las personas de su círculo cercano tomen en serio la denuncia de maltrato, en el caso de un niño, los padres deben escuchar la denuncia, brindar apoyo emocional y tomar cartas en el asunto.
“Lo que sucede, en muchas familias, es que dicen: no, ve vos como te defendés, regresá lo que te hizo, y eso es estar perpetuando el círculo de violencia”, afirma y explica que, en el caso de que la víctima sea un niño o una niña, la respuesta correcta es que los padres hablen con las autoridades del centro educativo para buscar estrategias y acciones concretas que permitan solucionar el problema.
Ambos psicólogos concuerdan en que lo más importante es actuar desde la prevención y enseñarle a los niños a manejar sus emociones y, de esta forma, garantizar que al crecer tendrán las herramientas necesarias para afrontar cualquier situación.
En el caso de ser una persona adulta quien sufre bullying, es esta la que debe buscar apoyo en su círculo cercano, y si es un entorno de trabajo, acudir a las autoridades correspondientes para poner una denuncia formal. También se recomienda buscar ayuda profesional con un terapeuta que trabaje en superar el problema.