El 2 de febrero de 1824, la Junta de Gobierno de San Salvador convocó a elecciones para diputados, según lo dispuesto en el Decreto Constituyente Federal del 17 de diciembre de 1823, que sentó las líneas fundadoras del régimen republicano centroamericano.
Tras desarrollar los comicios, en los que tomaban parte las mujeres, los indígenas ni los esclavos negros, se procedió a la instalación de ese cuerpo deliberante a partir del viernes 5 de marzo de 1824, con 15 diputados de la Intendencia de San Salvador y 3 de la Alcaldía Mayor de Sonsonate, según decreto comunicado por los diputados secretarios Ramón Meléndez y Carlos Antonio Meany. Sin embargo, su solemne instalación pública tuvo lugar hasta el día 14, cuando fueron celebrados actos religiosos y civiles en la Iglesia Parroquial de San Salvador (hoy Iglesia del Rosario) y en la sede del Congreso, situada en la amplia manzana del antiguo convento e iglesia de San Francisco, predio ocupado en la actualidad por el Mercado Municipal de Artesanías o Excuartel.
En la mañana del domingo 14 de marzo de 1824, fue celebrada una magna misa en la nave central de la Iglesia Parroquial capitalina, como una manifestación de agradecimiento que la ciudadanía de San Salvador y otros lugares del protoEstado lanzaban a los cielos por ver instalado uno de los primeros instrumentos jurídicos de la nueva vida social salvadoreña, independiente de España, México y cualquier otra potencia del Viejo y Nuevo Mundos.
Tras la ceremonia religiosa, los diputados y el pueblo se dirigieron hacia el convento de San Francisco, ubicado a unas pocas cuadras de distancia, donde el ciudadano vicepresidente de la Constituyente hizo uso de la palabra, en ausencia del presidente del Congreso Constituyente, presbítero y doctor José Mariano Calderón y San Martín. En su discurso de circunstancias, el nuevo funcionario destacó las expectativas del pueblo salvadoreño por consolidar sus nacientes instituciones y se comprometió a hacer que aquel Congreso de tan solo once diputados trabajara de acuerdo con las altas obligaciones que la población le había confiado a cada uno de sus representantes al elegirlos en las urnas.
Con la llegada del doctor Calderón y San Martín, llegó a la tribuna el Jefe Político Superior Provisional de la Junta Gubernativa del protoEstado salvadoreño, el prócer Mariano Prado, quien felicitó al Congreso Constituyente con encendidos términos, tal y como después lo hicieron los también próceres independentistas doctores Pedro Molina –representante diplomático o ministro plenipotenciario del istmo ante los gobiernos suramericanos- y José Matías Delgado –a la sazón, uno de los diputados provinciales salvadoreños en el Congreso Constituyente Federal, con sede en la ciudad de la Nueva Guatemala de la Asunción-.
Tras ellos, aún hicieron uso de la tribuna el síndico procurador de la municipalidad de San Salvador, el Comandante General de las Armas de la provincia salvadoreña, fray Francisco Dubón, prior de la Iglesia de Santo Domingo (ahora Catedral de San Salvador), quien habló en nombre de su orden religiosa y en las de La Merced y San Francisco –cuyos prelados estaban presentes en la ceremonia- y Miguel Delgado –hermano del prócer José Matías Delgado-, quien se desempeñaba como director del importantísimo Montepío de Cosecheros de Añil.
Luego de estos discursos llenos de pasión ciudadana y esperanzas por el buen desarrollo del trabajo constituyente y de formación del Estado de El Salvador, el presidente doctor Calderón y San Martín agradeció cada intervención y señaló que el Congreso había escuchado cada una de ellas con pleno interés y satisfacción, con lo cual dio por clausurado el evento.
Pocos meses después, ese primigenio Congreso Constituyente –puesto ya bajo las sucesivas presidencias temporales del también presbítero José María Sagastume, Manuel Romero, el coronel hondureño Joaquín de San Martín (Comayagua, 1770-Amayo, 1854), el ciudadano español Benito González Martínez (Vigo, 1776-San Salvador, 1852) y el sacerdote Miguel José de Castro y Lara- redactó, discutió, promulgó y sancionó la primera Carta Magna del país, cuyo borrador fue responsabilidad creativa del doctor Pedro Molina y el licenciado José Damián Villacorta. Esa primera Constitución del estado nacional fue emitida el 12 de junio y promulgada el 4 de julio.
Las actas del segundo libro de sesiones del primer Congreso Constituyente del Estado, correspondientes a los meses de abril y mayo de 1824, se salvaron de las llamas que consumieron a los archivos nacionales contenidos dentro del primer Palacio Nacional de San Salvador (noviembre de 1889). Llegado el documento a manos del historiador y sacerdote jesuita Dr. Santiago Malaina, él realizó la trascripción paleográfica de dichas actas y las dio a conocer en la Revista del Departamento de Historia y Hemeroteca Nacional del Ministerio de Instrucción Pública (San Salvador, segunda época, año III, no. II, junio de 1940, páginas 107-185). Después, el cuaderno se perdió, aunque es muy probable que se encuentre entre los cientos de documentos sin clasificar del archivo del Arzobispado de San Salvador, donde reposa el resto de la documentación escrita y/o recopilada por el padre Malaina.
Gracias a nueva información obtenida mediante el cotejo de fuentes secundarias, el investigador Carlos Cañas-Dinarte pudo incorporar nuevos datos y precisiones al trabajo realizado por ese intelectual, ahora tan injustamente lanzado al olvido. Esa nueva versión fue presentada a la sociedad salvadoreña en abril de 2006.
VILLACORTA CAÑAS, José Damián. Santa Lucía Zacatecoluca, Intendencia de San Salvador, circa 1796-Nueva San Salvador (hoy Santa Tecla, República de El Salvador), 11.junio.1860. Jurista salvadoreño.
Nacido en el seno matrimonial de Esteban Gabriel de Villacorta y María Ignacia de Cañas, obtuvo su licenciatura en Derecho Civil en la Universidad de San Carlos Borromeo (Guatemala), estudios que complementó con amplios conocimientos de Derecho Canónigo.
Diputado en el Congreso Constituyente del Estado en 1824, como secretario de ese cuerpo colegiado le correspondió elaborar el proyecto de Carta Magna.
Fiscal de la Suprema Corte de Justicia, Consejero de Estado y Vice-Jefe Político de El Salvador, asumió el ejercicio del Poder Ejecutivo en febrero de 1830 y de septiembre a diciembre de ese mismo año.
Contrajo nupcias con Francisca de la Cotera, con quien procreó a Dolores, Carlos, Mariano (presbítero) y otros descendientes.
En 1832, fue uno de los funcionarios salvadoreños que, tras la derrota de San Salvador a manos de las fuerzas militares del general Francisco Morazán, fueron apresados y conducidos con grilIos a Guatemala. Allá se radicó por varios años, en compañía de su familia.
Vuelto a San Salvador por poco tiempo, en 1835 fue diputado y presidente temporal de la legislatura ordinaria, cargo que abandonó para volver a sus negocios en sueño guatemalteco, donde en 1840 se negó a ser Designado a la Presidencia de la República; por lo que retornó a El Salvador.
Fue catedrático de la Facultad de Leyes de la Universidad Nacional de El Salvador, cuyo claustro pronto lo eligió vicerrector.
Presidente de la Suprema Corte de Justicia de 1851 a 1858, fue uno de los vecinos fundadores de la ciudad de Nueva San Salvador, donde estableció el Supremo Tribunal, en diciembre de 1856. Negado a trasladar ese poder estatal a Cojutepeque, el general Gerardo Barrios ordenó el establecimiento de una nueva Corte y la prisión y conducción de los magistrados rebeldes, todo en franca violación de las leyes nacionales por entonces vigentes. Así, Villacorta y sus compañeros fueron condenados a la muerte civil durante dos años consecutivos.
Fallecido en la urbe tecleña, sus restos fueron sepultados en la antigua Iglesia de Belén, cuya portada –ahora situada dentro del gimnasio del colegio femenino “Belén”- exhibe una placa conmemorativa, colocada en la década de 1950 por la Academia Salvadoreña de la Historia.
Bibl. Francisco Gavidia. Historia moderna de El Salvador, San Salvador, Departamento Editorial-Ministerio de Cultura, 1958. Roberto Molina y Morales. Los precursores de la independencia, San Salvador, Universidad “Dr. José Matías Delgado”, 1981. Roberto Molina y Morales. Guión histórico del poder legislativo en El Salvador, San Salvador, Imprenta Nacional-Asamblea Legislativa, 1968-1969. María Leitenschneider. Gobernantes de El Salvador (biografías), San Salvador, Imprenta Nacional-Ministerio del Interior, 1980. Jorge Lardé y Larín. José Damián Villacorta, El Diario de Hoy, San Salvador, 15.VI.1987 al 6.VII.1987. Carlos Cañas-Dinarte, suplementos cívicos Mi patria, El Diario de Hoy, San Salvador, septiembre de 2004, 2005 y 2006 e Historia del Órgano Legislativo de El Salvador 1824-2006, San Salvador, Asamblea Legislativa, 2006, seis tomos.