Bajo el proyecto de reordenamiento del Centro Histórico, la alcaldía de San Salvador desalojó a más de mil vendedores que tras años han trabajado en la zona. Ahora, ellos deben buscar alternativas para poder continuar con las ventas con las que solventan sus gastos día a día. Este es un tema que a la Asociación Cultural Azoro le preocupa porque lleva años trabajando por la accesibilidad del arte, la cultura y los derechos humanos en el corazón de San Salvador.
El 10 de febrero la Nave Cine Metro abrió sus puertas y llevó a cabo un foro al que denominó “Renovación del Centro Histórico: ¿A qué costo?”. Participaron Juana Lidia Valle Ramírez, presidenta de Cooperativa de Vivienda Barrio San Esteban, Claudia Blanco, directora ejecutiva de Fundasal, Luis Bonilla Ortiz, economista y magíster en estudios latinoamericanos y Guadalupe Escobar, comerciante por cuenta propia y participante de los talleres de la Nave Cine Metro.
Durante la conversación, Juana Valle y Guadalupe Escobar, que han vendido por años en el Centro Histórico de San Salvador, comentaron que para ellas es necesario buscar qué alternativas se pueden tomar para que ordenar el centro no signifique en sus vidas la pérdida de sus trabajos y el acceso a espacios como la Nave Cine Metro. No solo su economía es afectada, también los pocos espacios recreativos que son accesibles para las familias comerciantes del Centro Histórico.
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“Se ve bonito el centro pero detrás de todo eso hay mucha gente con hambre”, expresó Guadalupe, recordando las implicaciones que ha tenido para ella y sus hijos que la alcaldía los desalojara en 72 horas pero que tampoco tuviera soluciones en ese mismo periodo. Para los comerciantes, dejar de trabajar un día significa no tener ingresos para poder alimentar a sus familias, por lo que también necesitaban soluciones inmediatas por parte de la municipalidad.
Juana, además, agregó a la conversación que “No es fácil la vida del mercado, lo que se requiere como comerciantes es que las familias no se queden solas, que hagan un censo”, como apuesta para que en decisiones de revitalización de territorios y lugares dentro de la ciudad no sean excluyentes con quienes hacen uso diario de los espacios y les brinden alternativas para no perjudicar sus trabajos.
Luis Bonilla Ortiz, economista y magíster en estudios latinoamericanos, “Las sociedades no son sistemas en los que uno pueda tocar algo sin que otras cosas se muevan”, destacó el economista. Bonilla, además, destacó la necesidad de tener como principal interlocutor a las personas más vulnerables y volverlas el centro de acción y recepción de decisiones como los desalojos porque son ellos quienes viven en los espacios todos los días y quienes hacen uso del mismo.
Además, dentro de la discusión se abordó que los desalojos no son decisiones sostenibles en el tiempo, las personas empiezan a desplazarse hacia otros espacios por las necesidades que deben suplir. “La renuncia de la política pública y la exclusión del mercado en ciudades tan desiguales como las nuestras empujan hacia lo que han denominado la informalidad”, comentó Luis. Claudia Blanco, directora ejecutiva de Fundasal, agregó que “Pensando en los 55 años de experiencia con la Fundasal, lo que puede demostrar es que, lo que no inicia con la participación ciudadana no es sostenible”. Además, como ejemplo a ello, recordó que no es la primera vez que deciden desalojar a la venta informal y no ha sido sostenible en el tiempo.
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Blanco destacó que sin la participación ciudadana, acompañada de una buena organización de las personas, no es posible que algo se sostenga en el tiempo. “Lo que no inicia escuchando las voces de los protagonistas habitantes se cae al corto, mediano o largo plazo”, dijo. Todos los invitados al foro coincidieron en que la revitalización implica revivir algo, y el Centro creen que no estaba muerto, ya estaba lleno de vida.