Mientras el mundo enfrenta una nueva ola de contagios de covid-19 y un acelerado crecimiento de casos de la variante ómicron, la comunidad científica global reitera que las vacunas y las medidas de distanciamiento y uso de cubrebocas siguen siendo las principales herramientas para evitar el agravamiento de los casos, la hospitalización y la muerte.
Y los datos respaldan estas afirmaciones: según Our World in Data (Universidad de Oxford), la mortalidad entre personas no vacunadas es nueve veces mayor que entre aquellas con esquema completo de vacunación y hasta 48 veces mayor que entre personas con una dosis de refuerzo de la vacuna anticovid.
Pese a la abrumadora evidencia en favor de las vacunas y que repaldan las medidas de distanciamiento y el uso de cubrebocas, hay alrededor del mundo múltiples movimientos de personas que desafían los hallazgos científicos y comparan estos lineamientos de biosguridad con restricciones arbitrarias a su movilidad y a su libertad.
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Algunos han llegado incluso a comparar los mandatos de uso de cubrebocas y de vacunación con el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Y tales posturas no siempre vienen de personas en los márgenes de la sociedad y sin mayor influencia. Esta comparación fue hecha en mayo de 2021 por la congresista estadounidense Marjorie Taylor Greene, una de las voces más radicales en la derecha del país norteamericano y una de las personas más influyentes en su partido.
Esta desinformación al más alto nivel y el desafío a los hallazgos y las recomendaciones de la comunidad científica han desembocado en numerosas movilizaciones a nivel mundial de personas que rechazan las medidas para contener los contagios de covid.
Y entre más se dispersa esta información engañosa, más personas alrededor del mundo rechazan ser vacunadas y se exponen a agravarse si se contagian, además de poner en riesgo a su entorno.
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Los ejemplos más recientes son los paros de transportistas de carga en Canadá, así como manifestaciones en Francia, Nueva Zelanda, Bélgica, Países Bajos, entre muchos otros, con población descontenta ante las medidas de contención de sus gobiernos.
El riesgo es alto en una época donde la desinformación circula a velocidad vertiginosa, máxime cuando el mundo se enfrenta a una pandemia que ya dejó 5.8 millones de fallecidos por covid, según Our World in Data.
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