La Unión Europea se está “blindando” y fortaleciendo su independencia de cara a los nuevos escenarios políticos propiciados por la invasión rusa a Ucrania, un inminente agravamiento de esta guerra, los conflictos Estados Unidos-China y la lucha contra el terrorismo.
Así lo plantea en entrevista con El Diario de Hoy el politólogo francés Pascal Drouhaud, que preside la Asociación América Latina-Francia (LATFRAN).
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Drouhaud explica que la UE y sus países en particular están tomando medidas para formar un bloque y consolidar su independencia en temas energéticos, por ejemplo, buscar alternativas para no depender del gas ruso.
¿Qué está haciendo Europa de cara a las nuevas crisis en el mundo?
Europa está consolidando más su unidad y su independencia. Desde el 24 de febrero, cuando se produce la invasión a Ucrania, la Unión Europea está tomando conciencia del nuevo rumbo de su frontera oriental, de su posicionamiento internacional y de la necesidad/exigencia de existir por sí misma sobre temas que no eran los suyos en un principio. En 1957 se constituyó como una potencia comercial, económica tecnológica, de innovación y lo logró, ahora contando con 27 miembros, pero dejó los temas de seguridad en manos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y en términos de presencia de seguridad y diplomacia internacional esos cambios tenían que desarrollarse.
"Estamos entrando en el séptimo mes de la guerra y las sanciones se agravaron, la retórica, los muertos militares y civiles, los combates no cesan. No vamos para una mejora de la situación porque eso se graba en las conciencias, en la historia, en la construcción de nuevas fases de identidades nacionales"
Pascal Drouhaud, politólogo y experto en relaciones internacionales
¿Significa que no estaba enfocada plenamente en el tema de seguridad?
Durante 50 años la idea de una Europa-potencia era vista con mucha cautela por los demás miembros, mientras Francia impulsaba esa idea, siendo en la Unión Europea el único miembro del Consejo Permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, dotado del armamento nuclear. Hoy en día países tan fuertes como Alemania han aumentado su presupuesto para la defensa y los demás países han tomado conciencia de esa necesidad vital de existir por sí mismos, consolidar sus ejércitos, poder proyectar su fuerza y poder proyectar con fuerza su mensaje internacional.
¿La Unión Europea se está “blindando” y fortaleciendo su independencia?
Sí. Lo vimos con la ampliación de la OTAN, que ha generado nerviosismo, tensiones con el ingreso de países como Suecia y Finlandia. Hay un “blindaje”, como bien dices, pero también un reajuste en términos de búsqueda de nuevas fuentes de energía. Europa, por el momento, recibe de Rusia una porción importante del gas que necesita. Como se han aplicado sanciones a Rusia y ésta ha bajado su suministro, Europa tiene una necesidad vital de contar con fuentes propias de energía.
¿Qué hace Francia, por ejemplo?
Está aplicando una política nuclear civil renovada, con la voluntad de construir plantas nucleares nuevas que generen energía en términos civiles y buscando fuentes energéticas del Medio Oriente, África y otras partes del mundo, incluyendo América Latina. Es importante porque viene el invierno y las tensiones geopolíticas con Rusia aumentan. Por eso es vital para la Unión Europea ganar esa independencia energética, aunque tome tiempo construirla. Hay una realidad de urgencia, como lo recordó hace poco el presidente Emmanuel Macron.
¿La guerra en Ucrania camina a agravarse y prolongarse?
Es difícil decirlo, pero vemos el conflicto colocándose no sólo en el mapa europeo, sino en el internacional. No estamos saliendo del conflicto. Estamos todavía entrando y más, no sólo en términos de combates, víctimas y de tecnología, sino también en la profundización del conflicto en las mentes. Rusia tiene en su identidad la cultura imperial porque fue imperio, vivió como un drama el derrumbe de la Unión Soviética con el Muro de Berlín y el fin de la bipolaridad Este-Oeste. Tuvo que reconstituirse a marchas forzadas, mientras Occidente pensaba que se vivía “el fin de la historia”. Ya estamos entrando en un discurso de ambos lados de legitimidad de defensa y justificación y eso es lo más peligroso.
¿Por qué?
Desde el 24 de febrero vemos que las placas tectónicas en el mundo se mueven y lo hacen más rápidamente de lo que uno se pueda imaginar. Se está buscando o constituyendo nuevas alianzas. Me impactó la última cumbre que tuvo lugar en Irán en julio pasado entre el presidente ruso Vladimir Putin, del turco Recep Tayyip Erdogan y del iraní Ebrahim Raisi, obviamente alianzas nuevas con otra visión del mundo y estamos en esa fase de tensiones. Aún no estamos en la fase de constituir bloques, pero sí alianzas nuevas que serán rivales.
¿Entonces todo camina hacía un agravamiento?
Yo creo.
¿En la parte económica o también la militar?
Estamos entrando en el séptimo mes de la guerra y las sanciones se agravaron, la retórica, los muertos militares y civiles, los combates no cesan. No vamos para una mejora de la situación porque eso se graba en las conciencias, en la historia, en la construcción de nuevas fases de identidades nacionales. No se puede hablar de diálogo para nada. Creo que va a durar y va a golpear al mundo.
¿Cómo?
En la parte de seguridad cada quién consolida sus aliados y sus alianzas. Desde que terminó el conflicto Este-Oeste nuevos actores han llegado. La segunda potencia económica mundial es la República Popular de China, Turquía aparece en el esquema. Sobre temas como la proliferación nuclear, Irán está avanzando Rusia se reconstituyó en términos de defensa militar. Está surgiendo una polarización política, económica, militar y entramos en fase de tensiones. Sólo hay que ver las recientes tensiones en Mar de China o el tema de las nuevas tecnologías, por ejemplo. El espacio está por convertirse en un nuevo campo de rivalidades. Al nivel de los conflictos convencionales, recordemos que hace un año los talibanes se apoderaron de Afganistán, poniendo una onda de choque en Asia Central. No sólo hay tensiones geográficas, sino sobre nuevos actores, la inteligencia artificial y cómo responder al cambio climático.
¿Qué está en juego?
La figura del mundo en los próximos 30 años.