“¡Adiós Nicaragua mía! Me duele respirar en el país fachada”, escribió el sacerdote Uriel Vallejos, en su cuenta de Twitter tras su llegada a Costa Rica. Luego de haber sido asediado por las autoridades durante los primeros días de agosto en la iglesia Divina Misericordia, el párroco se vio obligado a burlar la vigilancia y cruzar la frontera sur para llegar territorio costarricense y luego continuar su camino a Italia.
Las autoridades policiales irrumpieron en la iglesia del padre Vallejos el pasado 1 de agosto, presuntamente para confiscar equipo de una radio católica que ahí funcionaba. El párroco y otros colaboradores se refugiaron en la casa cural comiendo únicamente pan, agua y yogurts, posteriormente salieron una madrugada de jueves para abandonar el país ante las amenazas.
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“Salir así es traumático. Es una condición inhumana, pero lo tuve que hacer para salvaguardar mi vida”, declaró Vallejos a la revista digital Mosaico y agregó: “Me vine solo con dos mudadas, nada más, y en un momento, en el camino, tuve que quitarme la camisa… a la buena de Dios, como decimos, como todo nicaragüense, como todo migrante”.
En las últimas semanas al menos seis sacerdotes han salido del país por puntos ciegos con dirección a Costa Rica, tras la represión del régimen de Daniel Ortega contra la iglesia y sus fieles.
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Hasta la fecha se teme que el número de religiosos exiliados sea mayor. Cabe señalar que el régimen también mantiene retenido al obispo Rolando Álvarez, actualmente investigado por “incitación al odio” sin que exista un proceso judicial correspondiente.
Al menos ocho religiosos han sido llevados a la cárcel de El Chipote, un reconocido centro de tortura donde son enviados los presos políticos. Mientras que otros sacerdotes han sido condenados por delitos comunes.