Ariana, una docente de inglés que había planeado asistir a una clase de baile e ir de fiesta con amigos el fin de semana, vio de pronto cómo todos los planes y su estilo de vida estaban a punto de cambiar con la invasión rusa en el territorio ucraniano.
“Nadie pensó que así sería como pasaríamos el fin de semana, pero parece ser lo único importante que podemos hacer ahora”, contó la mujer a la BBC. La profesora se reunió con decenas de personas en un parque de la ciudad de Dnipró para armar explosivos molotov.
Entre los civiles se encontraban profesionales, amas de casa, personas de avanzada edad que llegaron con materiales tomados de sus hogares como botellas de vidrio, sábanas y otros elementos.
Ariana sostuvo que la situación es “bastante aterrador” aunque no han sido atacados. “Creo que realmente no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo; solo necesitamos estar haciendo algo”, dijo al ser entrevistada por un corresponsal de la cadena BBC.
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Junto a la profesora el grupo de mujeres conformado por Elena y Yulia señalaron que habían dejado a sus hijos con los abuelos para ir a fabricar armas.
“Quedarme sentada en casa sin hacer nada sería aún más aterrador”, concretó Elena, una cocinera que comparó el proceso de las bombas con su trabajo y recalcó: “No puedo creer que nos esté pasando esto, pero ¿qué opción tenemos? Nadie nos consultó nada”.
La iniciativa ciudadana en Dnipró ha sido impactante, debido a que los civiles han recolectado una gran cantidad de víveres, agua, combustible y mantas para los combatientes ucranianos, pero estos también son entregados a personas que están llegando a buscar refugio a la ciudad.
Aunque la ciudad de Dnipró no ha sido atacada, ya presentaba afectaciones debido a que el hospital local fue abarrotado con los heridos en el campo de batalla, mientras los civiles han integrado camas en los pasillos para acelerar el flujo de personas en el hospital con capacidad para 400 pacientes.
Desde las fronteras de Kiev se preparan para "recibir" a los rusos
Por otro lado, al borde de las vías en Kiev, los avisos publicitarios hacen desfilar con calma bajo un sol resplandeciente las mismas frases en ruso: "¡Soldados rusos, váyanse al carajo!". "No se conviertan en asesinos". "¡Regrésense!".
Desde sus trincheras y barricadas erigidas en unos días, los habitantes de la capital ucraniana aseguran el lunes estar listos a "dar la lección" de su vida al enemigo.
Un viejo auto Lada, dos botes de basura, un armario: los habitantes toman todo lo que se encuentra a mano para construir barricadas improvisadas, esperando frenar el avance de los tanques rusos.
"Los recibiremos con cócteles Molotov y balas en la cabeza, así los recibiremos", asegura debajo de uno de esos avisos Viktor Rudnichenko, empleado bancario.