“La gente que no conoce cree que acá toda la gente es de pandillas. Cuando en realidad acá hay bastante gente humilde, gente trabajadora y los que hemos quedado somos gente de bien”, dice un poblador del lugar. Foto EDH/ Jessica Orellana En esa comunidad, ubicada en Soyapango, el desarrollo ha sido lento, pese a que cientos de familias se asentaron ahí desde hace más de 15 años. Foto EDH/ Jessica Orellana Solo la calle principal está pavimentada y los pasajes internos son de tierra, sin canaletas, ni tragantes. Sí hay energía eléctrica, alumbrado público y acceso al servicio de agua potable. Foto EDH/ Jessica Orellana Se estima que en el lugar existen más de 1,000 familias y la mayoría de sus habitantes se dedica al comercio informal, por lo que salen con su mercadería desde las 4:00 de la mañana. Hay otros residentes que prefieren sacar ventas sobre la calle principal y así generar sus ingresos. Foto EDH/ Jessica Orellana Al igual que Verónica, muchos de sus vecinos recuerdan cómo llegaron a esos terrenos con la ilusión de tener un espacio propio, pero que hasta la fecha no han podido legalizar. Foto EDH/ Jessica Orellana Las juntas directivas han buscado cómo resolver el problema de la propiedad de las tierras, pero el gran obstáculo es que no tienen claro a quién pertenece realmente el terreno. Foto EDH/ Jessica Orellana Han buscado la forma de conseguir legalmente la escritura de propiedad que les permita, entre otras cosas, aparecer en el mapa de Derechos Humanos del Estado salvadoreño. Foto EDH/ Jessica Orellana La comunidad ha vivido ignorada por las autoridades locales de turno y del gobierno central. Foto EDH/ Jessica Orellana Algunas de las razones que explican esa ausencia es que algunas autoridades han considerado que los habitantes de la comunidad viven ilegítimamente en un terreno que no les pertenece. La fe en Dios es parte del día a día entre muchos de sus pobladores. Foto EDH/ Jessica Orellana Parte de las autoridades exponen que la comunidad es insegura y eso hace imposible el ingreso. En la foto, patrullaje militar en la 1o. de Diciembre. Foto EDH/ Jessica Orellana A pesar que las autoridades del Gobierno han promocionado, en el marco del régimen de excepción, los operativos como una estrategia para combatir la delincuencia, los procedimientos son los mismos que en ocasiones anteriores. Foto EDH/ Jessica Orellana Los vecinos de la comunidad Primero de Diciembre ven estas acciones con buenos ojos, pues afirman que se sienten más tranquilos. “Los muchachos hacían lo que querían, ellos controlaban todo", comentan. En la imagen, preparación de almuerzos en un comedor del lugar. Foto EDH/ Jessica Orellana "Ahora con los militares acá es más tranquilo”, asegura un habitante de la zona mientras más de 50 soldados en toda la colonia pasean entre los diferentes pasajes. Foto EDH/ Jessica OrellanaFoto EDH/ Jessica Orellana Los agentes realizan revisiones de personas sospechosas y si tienen tatuajes alusivos a pandillas o antecedentes penales quedan detenidos inmediatamente, explicó un militar destacado en la colonia. Foto EDH/ Jessica Orellana Hay residentes que comentan que son asediados pese a que tienen tatuajes artísticos y lamentan que muchas veces el prejuicio por vivir en la colonia y ser joven pese más que sus acciones. Foto EDH/ Jessica Orellana
"Nos ponemos en las manos de Dios": Así se vive el régimen de excepción en la 1ro. de Diciembre
En las comunidades de Soyapango se observan a decenas de militares y agentes policiales patrullando. Los vecinos esperan que no se les estigmatice solo por vivir en “zonas rojas”.