El amor por los pinceles, la pintura y las maravillas de la naturaleza llevaron a Titi Escalante a despertar su pasión por el arte de pintar y crear obras extraordinarias que años más tarde la convertirían en una destacada artista plástica salvadoreña.
Su nombre de pila es María Teresa Escalante Sol, conocida como Titi Escalante en el campo del arte. Nació en 1953 en la capital salvadoreña y desde pequeña se caracterizó por ser una niña creativa y soñadora, interesada por el dibujo y la pintura.
A sus 22 años decidió poner en práctica su talento, por lo que estudió pintura en 1975 con el maestro Valero Lecha y Roberto Huezo en el Centro Nacional de Artes (CENAR), donde adquirió mucho conocimiento que le aportó a su formación profesional y artística.
“Me acuerdo cuando don Valero me dijo ‘pinte este hombre’, el modelo estaba desnudo de la cintura para arriba, y yo le digo casi llorando ‘don Valero cómo voy a hacerlo’, y él me dijo ‘mire, ¿a qué ha venido?, ¿a qué lo haga yo?’. Entonces me dio un palo y le amarró un carboncillo y me dijo ‘yo le puedo enseñar a ver, no a pintar’ y ahí comenzó mis ganas de aprender”, comentó Titi.
Sin embargo, no solo le gustaba pintar, sino también crear. Así que desde 1983 a 1988 realizó estudios de escultura con el maestro Leonidas Ostorga, y modelado en la Academia Nacional de Diseño de Nueva York, Estados Unidos.
También lee: Colectivo Danzario Istak Shuchit abre convocatoria para bailarines
A lo largo de su vida, la artista multifacética se ha interesado por el aprendizaje del arte modernista universal, la literatura, la danza, las culturas y las religiones asiáticas.
Por otro lado, quienes conocen a Titi saben que en la mayoría de sus obras venera a la naturaleza, pues encuentra en ella la perfección y la belleza. Además, porque considera que es sagrada y motivo de inspiración.
Es así como en su diversas piezas se pueden encontrar flores como cartuchos, maquilishuats , girasoles, rosas, jazmines, orquídeas y tulipanes.
Asimismo, hojas tropicales, paisajes inventados, animales, bosques mágicos y abstracciones expresivas que hacen de sus obras interesantes e inusuales creaciones.
En su fructífera carrera ha desarrollado la técnica mixta con cera, así como el óleo, el acrílico y el Sumi-e, esta última cobrando gran importancia en su vida artística desde que tomó clases con su maestro japonés Motoi Oi para incluirla en su obra.
Su talento la ha llevado a participaren exhibiciones colectivas dentro y fuera del país en repetidas ocasiones. Mientras que su obra, tanto escultórica como pictórica, se ubica en colecciones privadas de América y Europa.
Te puede interesar: Marcelino Carballo Angulo: pintor, escultor y docente
En 2008, la Sala Nacional de Exposiciones “Salarrué” presentó una exposición retrospectiva de toda su obra, recibiendo la admiración de propios y ajenos.
De igual manera, la artista capitalina ha ilustrado desde 1999 los textos y portadas de diez libros, para los que ha utilizado el Sumi-e, el dibujo en lápiz de color y tintas sobre papel.
Entre las portadas de obras que ha ilustrado están el poemario “Prólogo a la noche” del escritor salvadoreño Hugo Lindo, y “Concierto de grillos y libélulas”, de la editora cuscatleca Aída Flores.
Y es que Titi es única y original, pues en sus piezas se expresa de una manera metafórica y busca despertar la imaginación en las personas a través de sus trazos. Su vida, su pasión, sus sueños y su carrera se ven reflejadas en cada una de sus obras.
Actualmente, expone en la biblioteca del Museo de Arte de El Salvador (MARTE) “El árbol de Mincho”, una muestra que trata de una serie de siete pinturas en óleo, a través de las cuales homenajea a su abuelo, Benjamín Sol Millet.
Según la salvadoreña, el palo de hule de la casa de su abuelo es el motivo central de esta serie en la que cada pintura resume diferentes experiencias sensoriales y temporales.
Te puede interesar: Tremendo susto se lleva youtuber español en el Salto de Malacatiupán
“En la casa de mi abuelo está este gran árbol y siempre entrenamos con los perros los domingos, cuando terminamos siempre nos vamos asentar de bajo de los árboles y una vez uno de mis amigos me dijo: ‘mira, pintá este’ y entonces yo pinté siete versiones, pero a la vez, viéndolo exotéricamente, es como un ciclo de vida”, explicó Escalante.
En palabras de la artista, fueron dos años los que se llevó pintando cada una de las piezas, pero la idea inició durante el confinamiento del Covid-19.
“La artista parte de historias cotidianas, personales y familiares que sucedieron en torno a ese árbol, desde su niñez y adolescencia hasta sucesos más recientes de los que el palo ha sido testigo, aunque su abuelo ya no esté físicamente”, indica un comunicado del Museo MARTE.
Para Mauricio Linares, curador de la serie, “aunque el motivo del árbol se repite en estas pinturas, Titi Escalante insiste en la variación del tratamiento visual en cada obra para dejar constancia de que el cambio es lo único permanente en ellas. Uno de esos últimos cambios es la prolongación de la imagen en el marco para sugerir que el árbol continúa creciendo”.
“Por otro lado, la majestuosidad del palo de hule nos insiste en la transformación de la naturaleza y en el ímpetu de la fuerza vital que continúa presente mostrándonos su cambio permanente”, agregó.
La exposición estará abierta al público hasta el 16 de abril de 2023 en la biblioteca del Museo MARTE.