En tiempos en que la lectura en papel parece ser un hábito cada vez menos frecuente, un salvadoreño ofrece una alternativa para impulsar el conocimiento de los clásicos de la literatura nacional.
Miguel Ángel Chinchilla, a sus 66 años, ha retomado un proyecto que por razones laborales había dejado en pausa desde hace tiempo, una iniciativa que pretende masificar el conocimiento de la producción literaria salvadoreña.
Se trata de paquines, historietas breves adaptadas desde las obras originales que acerquen a la literatura, principalmente, a los más jóvenes. Al estilo cómic norteamericano o manga japonés, poder ofrecer cuentos, leyendas y poemas de manera que los autores pervivan en el acervo cultural de los salvadoreños más jóvenes.
Claudia Lars, Francisco Gavidia, Salarrué, Arturo Ambrogi, T. P. Mechín, Roque Dalton; Miguel ya cuenta con una amplia base de material para generar los paquines, gracias a que durante años produjo narraciones radiales para el segmento “Clásicos de Chinchilla” que solía transmitirse a través de Radio YSUCA.
Narrador y dramaturgo, Chinchilla produjo una gran cantidad de adaptaciones radiofónicas de diferentes autores nacionales e internacionales y las ha publicado en una plataforma a disposición de todo público (puede escucharlas aquí).
A partir de su experiencia en esas producciones, propone adaptar las obras a paquines, para lo que ya ha esbozado, junto con un dibujante, un primer número que narra un cuento de Francisco Gavidia titulado “La Loba”.
Cuenta que, ya en el pasado, surgió la revista Amate, que contenía fotocuentos, detalla, pero las obligaciones laborales lo llevaron a engavetar el proyecto.
Miguel está consciente que esta iniciativa implica costos de producción del arte, materiales, distribución y lamenta el olvido en el que está cayendo la literatura, especialmente la salvadoreña y cómo cae en picada el interés por asombrarse leyendo un cuento o un poema.
“La Loba”, un cuento que retrata costumbres indígenas, es ya un boceto, con la contraportada vacía, Miguel propone financiar la producción a partir de la venta del espacio de la contraportada o de cualquier otra forma de patrocinio de la iniciativa que busca difundir y hacer trascender en el tiempo la obra de escritores salvadoreños. “Yo soy escritor, toda mi vida he trabajado en literatura”, comenta esperanzado en apoyo a la idea.
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El primer objetivo sería llegar a los estudiantes, para que se interesen por la literatura en una edad en la que puede volverse un hábito para ellos, aunque asegura que el objetivo final no es solo ese, sino que todo aquel que no quiera tomar un libro pueda tener por alternativa un paquin que le permita acceder al conocimiento básico de una obra e incluso despertar su curiosidad por la original.
“Estoy esperando a alguien que compre la contraportada, si nadie la compra, igual lo voy a publicar, en septiembre lo vamos a presentar, yo al dibujante ya le estoy pagando de mi dinero”, dice sobre la contraportada aún en blanco del primer número del paquín, Miguel está decidido a homenajear en su aniversario luctuoso 68 a Francisco Gavidia. El escritor murió un 22 de septiembre de 1955.
Plantea que invertir en el proyecto, es respaldar un esfuerzo por la educación, “la idea no es sustituir al libro, sino promover, fomentar la lectura”, expresa, “y si es con nuestros clásicos, mejor”, añade.
En 2005, en un esfuerzo conjunto, publicó un primer paquín que contó con el apoyo de la municipalidad de San Salvador de ese entonces, se trataba de una historieta de La Siguanaba, una adaptación de la popular leyenda que había sido versionada por el escritor Arturo Ambrogi.
“La idea era esa, ir promoviendo la literatura salvadoreña a través de este tipo de publicaciones populares”, sostiene.
Desde el retiro como trabajador, Miguel desea aportarles a los salvadoreños una alternativa para hacerse con un mayor conocimiento sobre la producción literaria nacional.
“Ahorita no existe apoyo estatal ni privado, básicamente, soy yo, mi hija que me apoya, mi socio Luis Melgar Brizuela de la editorial Amate Vos”, explica sobre el apoyo con el que por el momento cuenta.
Pero aspira a que alguna institución o particular apueste por el proyecto para materializarlo, que en la práctica pretende evitar que las grandes personalidades de las letras salvadoreñas queden en el olvido y que los jóvenes se acerquen al hábito, cada vez menos frecuente, de maravillarse leyendo una historia.