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El primer pastor evangélico en El Salvador

Entre julio y septiembre de 1858, autoridades eclesiásticas y militares de El Salvador persiguieron, encarcelaron y expulsaron al reverendo inglés Frederick Crowe, el primer extranjero que predicó el protestantismo en el territorio nacional.

Por Carlos Cañas Dinarte | Oct 08, 2022- 05:41

Grabado metálico del templo parroquial de la ciudad de San Miguel, edificado en la década de 1860. Imagen cortesía del ingeniero y coleccionista salvadoreño Carlos Quintanilla.

Durante buena parte de los 64 años de reinado de Su Majestad Victoria (1819-1901) en Reino Unido y sus colonias de ultramar, su diplomacia fue regida por Lord Henry John Temple, vizconde de Palmerston (1784-1865), fundamentada en el colonialismo imperial impuesto a sangre y fuego. Bajo esa lógica, en la República Federal de Centro América surgida tras la independencia se desempeñó como cónsul general británico Frederick Chatfield (1801-1872), quien fungió en dicho cargo entre 1833 y 1852.

Por su fe anglicana y su prepotencia, el intrigante Chatfield fue acusado en 1838 de ser un agente extranjero que envenenaba las aguas de los ríos y lagos cercanos a San Salvador, en momentos en que El Salvador atravesaba por la primera epidemia de cólera morbo del siglo XIX. Por ese motivo, turbas indígenas quisieron lincharlo en Soyapango, donde llegó a ser puesto dentro de un cepo. Sólo pudo ser rescatado gracias a la intervención del gobierno central.

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En abril de 1856, Su Majestad Británica ascendió a Henry John Grant Foote (1822-1861) al rango de cónsul en la República de El Salvador. Este anglicano había contraído nupcias con Helen Sophia Harris (1828-1870) en Portsea (Southampton, Inglaterra) el 5 de diciembre de 1851. Pronto, sus vidas se cruzarían con la del primer predicador protestante llegado al suelo salvadoreño.

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En la década de 1850, intereses imperiales buscaban incidir en los gobiernos centroamericanos para facilitar comercio, construir ferrocarriles y un canal interoceánico

Desde el cisma por el nombramiento del presbítero Dr. José Matías Delgado como primer obispo civil de San Salvador -designado por la Asamblea Legislativa en 1824-, la religión oficial del Estado era la católica, apostólica y romana, pero en abierto pleito con el arzobispado de Guatemala y las autoridades del Vaticano. El conflicto abarcaría casi 20 años y sólo se solucionaría mediante la vía diplomática con la designación de monseñor Dr. Jorge de Viteri y Ungo como primer prelado de la mitra salvadoreña.

En las décadas de 1830 a 1850, el misionero y docente inglés Frederick Crowe vivió y predicó en Belice, Guatemala y El Salvador. Llegado a Livingston (Belice) en julio de 1836, a los 18 años (decía que había nacido en la localidad belga de Brujas, en 1818), su vida disoluta y antirreligiosa cambió al ser bautizado el primer día de octubre de 1837 por el predicador y pastor Alexander Henderson, quien desde 1834 era el líder de la Primera Iglesia Bautista en aquella Honduras Británica, como se le denominaba por entonces a Belice.

Trasladado hacia el efímero poblado inglés de Abbotsville, en las riberas del Río Negro guatemalteco, para continuar con sus labores de difusión evangélica y para establecer centros educativos bautistas, Crowe logró reunir a cinco colaboradores en su misión bautista y a más de 130 estudiantes en sus sesiones educativas. Por ese éxito en su constante trabajo, comenzó a ser víctima de la intolerancia de los sacerdotes católicos de las zonas en que intentaba establecerse como educador particular de la lengua inglesa y difusor de sus ideas protestantes.

Luego de ser apresado y juzgado en la ciudad de Guatemala, el 29 de junio de 1846 se le impuso una multa de 12 libras esterlinas y un mes de prisión. Aunque la multa fue pagada por la generosidad de George, Crowe fue expulsado de la república de Guatemala en diciembre de 1846 y se radicó en Inglaterra, desde donde en julio de 1847 comenzó a protestar por la ilegalidad de su expulsión, apoyado por el reverendo Henderson, que por entonces estaba de regreso en el territorio insular británico.

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Designado misionero para Centro América por la American Bible Union, Crowe estuvo por algún tiempo en la ciudad de New York, como pasajero en tránsito. Volvió a la Honduras Británica en 1853 y pronto se marchó hacia Salamá (Guatemala), con un cargamento de cuatro centenas cortas de 45.36 quilogramos cada una de materiales bíblicos para distribuir entre las comunidades ladinas e indígenas de aquella zona. Entre aquellas casi 500 libras de documentos, Crowe trajo copias de la Biblia anglicana del rey James, traducida a la lengua castellana, al igual que otras del Nuevo Testamento por separado.

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Portadilla del libro del reverendo Frederick Crowe. Fotografía digital cedida por la biblioteca de la Universidad de Carolina del Norte, EE. UU.

Capturado de nuevo y acusado por las autoridades guatemaltecas, fue expulsado de aquel territorio y arribó al puerto de Trujillo (Honduras), en junio de 1856. Eran malos tiempos para la presencia extranjera en suelo centroamericano, debido a la amenaza creciente que representaba desde Nicaragua la invasión militar filibustera del abogado y médico estadounidense Dr. William Walker.

Quedó viudo de su esposa inglesa Louise, fallecida en la ciudad de Guatemala, en octubre de 1856 y de la que estuvo separado por diez años y seis meses. La noticia de su fallecimiento fue publicada por el medio londinense The British Standard, en la octava página de su edición correspondiente al viernes 29 de mayo de 1857.

Desde julio de 1857 y en su calidad de colportor, Crowe se trasladó a vivir a la localidad portuaria de La Unión (El Salvador) y trató de establecer un punto de venta de Biblias anglicanas y otros textos religiosos en la gran feria anual de ganado y añil que se desarrollaba cada noviembre en la ciudad oriental salvadoreña de San Miguel, pero le faltó tiempo para hacer los trámites necesarios y su plan se frustró.

El lunes 2 de noviembre de 1857, Crowe contrajo matrimonio en La Unión con María Simona Cristiana Cardona Miralda. Nacida en Comayagua (Honduras), en el hogar del agricultor José Domingo Cardona y María del Pilar Miralda, fue bautizada bajo el ritual católico el 28 de octubre de 1837. La ceremonia de enlace se verificó ante los oficios notariales del cónsul británico Grant Foote. La joven desposada se convirtió al protestantismo.

Los Crowe-Cardona montaron su puesto de venta de Biblias, Nuevos Testamentos y otros materiales religiosos traducidos en la feria migueleña de 1857, con permiso expreso de las autoridades civiles locales y departamentales.

Las cosas comenzaron a complicarse entre el 6 de mayo y el 5 de julio de 1858, cuando Crowe y su cónyuge quisieron abrir un colegio protestante en la urbe migueleña. La curia local comenzó una persecución religiosa en su contra. Las autoridades policiales los capturaron y el cónsul inglés Grant Foote les negó protección, al alegar que el reverendo bautista no poseía nacionalidad británica. La situación escaló a un fuerte intercambio de cartas de reclamo y respuesta entre Crowe y Grant Foote, por entonces residente en la ciudad de Sonsonate, donde poseía una finca cafetalera y experimentaba con el cultivo del algodón, con semillas importadas desde New Orleans, mientras buscaba comercializar sus resultados con empresas textileras de Manchester y Liverpool.

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Capturados el 4 de julio de 1858, dos semanas más tarde los Crowe-Cardona lograron entrevistarse en la ciudad migueleña con el general, senador presidente y masón Gerardo Barrios Espinoza. De común acuerdo con su canciller, el abogado y escritor Lic. Ignacio Gómez Menéndez (1813-1879), el mandatario salvadoreño les recomendó que se asentaran en la ciudad de Sonsonate, más abierta en su pensamiento religioso hacia los extranjeros.

Bajo el amparo diplomático de Luigi Ansaldo, cónsul del Reino de Cerdeña, y aunque contaban con un salvoconducto firmado por el propio general Barrios Espinoza, los Crowe-Cardona fueron remitidos “por cordillera” (tránsito a pie, amarrados y vigilados por policías) hacia la ciudad de San Salvador, que aún se reponía de los estragos causados por el terremoto del domingo 16 de abril de 1854. Sin embargo, la persecución eclesiástica declarada en su contra desde San Miguel los alcanzó en pocos días. Tras largas marchas y muchos  días de penurias, hambres e inclemencias climáticas, la pareja fue liberada y recapturada en una hacienda cerca de Coatepeque. Los Crowe-Cardona fueron conducidos a una pequeña e insalubre cárcel en Acajutla, por órdenes expresas giradas por el coronel y abogado Teodoro Moreno (1821-1885), primer gobernador departamental de Santa Ana.

Enfermos de tuberculosis tras semanas en prisión y sin reponerse de los golpes sufridos durante sus persecuciones, los Crowe-Cardona fueron expulsados de El Salvador por el puerto de Acajutla, a bordo del vapor estadounidense S. S. Columbus (Allowaystown, New Jersey, 1848-Los Cóbanos, Punta Remedios, 1861), capitaneado por el experto marinero y recolector científico amateur John Melmoth Dow (1827-1892). Esa nave de casco de madera, 460 toneladas y 35 tripulantes levó anclas el miércoles 29 de septiembre de 1858, con destino hacia el puerto de Panamá. El registro oficial salvadoreño publicado por el medio gubernamental Gaceta del Salvador indicó que “Federico” Crowe era protestante y que viajaba con su cónyuge.

Desde Panamá, los Crowe-Cardona fueron auxiliados por diversas personas, que compraron materiales bíblicos que les iban destinados y que pudieron interceptar en esa localidad. Gracias a ese dinero, compraron pasajes de tercera clase y se embarcaron hacia New York, adonde llegaron el 28 de octubre. Acogidos por los miembros de la Primera Iglesia Reformada, se les brindaron auxilios médicos y alimenticios, pero el reverendo falleció en la madrugada del domingo 7 de noviembre, en un hotel cercano a la sede de la Asociación Bautista, con cuidados médicos suministrados por el Dr. S. E. Shepherd. Durante su sepelio en Hackensack (Bergen, New Jersey), los discursos de ocasión se centraron en su papel de Mártir por la Palabra de Dios. Su viuda necesitó ayuda económica de la comunidad bautista durante varios años más, mientras quedó a cargo de uno de los hermanos del fallecido, G. A. Crowe. Su rastro biográfico se perdió para siempre.

La noticia de la expulsión violenta y posterior muerte de Crowe mereció diversas publicaciones en medios ingleses y estadounidenses, como The Morning Chronicle, The Herald, The Panama Star y otros.

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Constancia oficial de la salida marítima de los Crowe-Cardona. Fotografía digital cortesía de Pedro Romero Irula, San Salvador.

A juicio del reverendo Crowe, muchos de los problemas existentes en la región centroamericana no se debían a asuntos de naturaleza étnica, sino a la falta de educación, que fomentaba los vicios, la intolerancia religiosa y la ausencia de ánimos para el trabajo intensivo en áreas estratégicas como la agricultura. En su vida y obra, él mismo y su esposa fueron víctimas de esas situaciones.

Los detalles de la mayor parte de los viajes del reverendo Crowe quedaron recogidos en su libro El Evangelio en América Central (Londres, 1850). La tercera parte de sus 588 páginas fue traducida al castellano por el guatemalteco David Escobar y publicado de forma parcial como La Biblia en Guatemala, 1841–1846 (Aberdeen, Maryland, 1986). En 1995, la periodista y teóloga estadounidense Martha Saint de Berberian publicó en la capital guatemalteca la primera versión de su libro Federico Crowe, una biografía, de la que en el año 2000 dio a conocer una versión ampliada de 47 páginas.

En la actualidad, un colegio privado en la ciudad de Guatemala le rinde homenaje a la vida, obra y memoria del reverendo Crowe.

En El Salvador del año 2022, nada recuerda el fugaz paso de ese pionero de la evangelización.

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