El perrito Santiago tuvo su momento de protagonismo en el partido entre Alianza y Philadelphia Union de la MLS, por la Liga de Campeones de Concacaf, la noche del martes. El can se coló al engramillado del estadio y jugó con el balón, lo que desató una larga historia.
Sin embargo, después de andar de arriba y abajo en el estadio Cuscatlán, la mascota de una empresa -que luego recuperó a su fiel amigo- terminó buscando compañía afuera del estadio al finalizar el juego. Y en su post-partido, se cobijó y encontró respaldo en una de las vendedoras del estadio: Yanira "la Colochita" Estrada.
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Fue en las afueras del sector de sol general, donde está el toldo de la venta de cervezas de Estrada. Ahí, "la Colocha" recibió al perrito por casualidad. Pero ella lo cuidó con gran cariño, y se convirtió en un ángel para el perrito. Lo resguardó y lo alimentó como si fuera suyo.
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Y es que Santi llegó a los pies de "la Colochita", quien tiene 45 años de vender afuera del estadio. Permanece en "solón" y es una fiel seguidora de Alianza FC. Y ahí, llegó el canino, para no estar solo. "Es que le gusta estar en compañía. Es bien dulce, muy juguetón,, a pesar de ser de una raza como los pitbulls, que pueden ser peligrosos. Pero él no lo es", recalcó Yanira.
Contó que fue una agradable y única experiencia que le ha tocado vivir. "Cuando vino, se quedó a mis pies. Solo me veía. Yo le preguntaba: '¿Tenés hambre?'. Y le di unos chorizos y luego se fue a meter al carro. Cómodo, como si era su casa", recordó con nostalgia la vendedora, quien confió que desde los "cinco años vende", se crió en el Coloso gracias a su mamá.
Según relató, el perro llegó alrededor de las 10:30 de la noche. Y se quedó junto a ella. Se sintió en familia. Estuvo en su compañía poco más de una hora, hasta que la ayudaron a llevarlo a una veterinaria. "Luego, lo cuidaron. Se portó bien. Y lloraba porque no quería estar solo. Es que tenía una mirada y bien portado, bien sentido, yo creo que humano iba a ser", comenta entre risas.
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Ese tiempo con ella, fue especial. "Me encariñé con él. Es bien lindo. Pero claro que lo iba a devolver si tenía dueños, de eso no hay duda. (…) De hecho, se contactaron conmigo porque lo querían llevar a Estados Unidos. Quedaron encantados con él", dice. A la larga, eso no sucedió.
El día siguiente, "la Colocha" lo llevó a su negocio, un restaurante en la colonia Sisimiles. Ahí, lo mantuvo, hasta que los dueños de la empresa llegaron a traerlo. "No se quería ir. Ahí, estuvo, dejó deshecha una pelota con la que estuvo jugando. Es que es bien juguetón. Ahora, ahí ando la pelota de recuerdo, la destruyó toda", afirmó y mostró el destrozo de balón que hizo y lo poco que le dejó.
En su negocio, vendedora y perrito se fotografiaron juntos. Y posaron de lo más natural posibles, con una pared con alas de ángel. Para "la Colochita", fueron una realidad, ya que así trató a Santiago; para el perrito Santiago, las alas de un amigo que llegó a alegrar la vida de la vendedora del Cusca y a toda la afición que lo vio.
"Yo creo que así como hay ángeles para las personas, también hay para los animales. Siempre que se puede, se debe ayudar, a quien sea y como sea. Yo como así soy, ayudo siempre. Mis hijos me dicen: 'Diga no' (risas), pero no puedo. Por eso, lo ayudé", expresó. Una manifestación de amor y amistad única forjada por casualidad en el Cuscatlán. "Yo le puse de nombre Philip (risas)", un cierre de corazón.