Aquel juvenil con proyección que se abría camino en el boxeo con puños de granito y puntería fina terminó siendo la máxima figura de El Salvador en la historia de los Juegos Panamericanos. Roberto Hernández, de él se trata, colgó los guantes cerca de los 13 años tras las súplicas de mamá Alba para pasarse definitivamente a ese deporte que es líder en medallas y triunfos en El Salvador: el tiro con arco.
El éxito del tiro con arco es una constante en el país y fue la clave para que un joven Roberto posara sus ojos en ese deporte: “Estábamos en los Centroamericanos en Guatemala y vi a la gente de tiro con arco festejando. Habían ganado 19 medallas de oro de 21, entonces pregunté de que deporte eran...”, dijo.
FAS envió mensaje a su atleta favorito: el campeón Roberto Hernández
Fue el inicio de una relación que hoy se corona con dos oros panamericanos, nada menos. Era un deporte de compromiso, de decisiones milimétricas, mentalidad de hierro y trabajo arduo. Lo combinó con sus estudios de abogado y hoy cuenta una historia de éxito por duplicado.
Como en todos los deportes, no todas son rosas. Y Roberto tenía una espina clavada desde hacía un par de meses: se le había negado el oro en los Centroamericanos y del Caribe, aquí en Merliot, su segunda –o primera- casa. Pero la revancha es un plato que se sirve frío. La medalla de plata con Sofía Paiz en el mixto de San Salvador 2023 le supo a poco.
No se rindió. El oro en Lima 2019 fue un aliciente, aquella jornada inolvidable del 10 agosto de 2019, cuando se sumaron al triunfo de Roberto, los oros de Paulina y Yuri en el fisicoculturismo, deporte suspendido en estos Panamericanos. Y Roberto no falló, cuatro años después, en el frío Santiago.
Junto con Douglas Nolasco, compañero y alumno, llevó a El Salvador al escalón central del podio. “No le ganas a Estados Unidos así de fácil en Panamericanos con su equipo A. Somos un país pequeño pero con ganas de trabajar”, sentenció.
Ahí está la clave, en el trabajo. Sin excusas, sin descansos, sin obstáculos que lo detuvieran a lo largo de su carrera. No había arcos de nivel, los iba a buscar allí donde nadie lo esperaba; no había donde entrenar, se iba a tirar al campo de béisbol de El Cafetalón; no tenía apoyos ni sponsors, se las rebuscaba como fuera y donde fuera. Dónde pone el ojo, pone la flecha. El doble oro fue la recompensa.
Está más que claro que deporte lidera el medallero histórico de El Salvador y cuál debería ser prioridad en el país. Del Jorge Jiménez campeón del mundo al “Abogado del oro”, el gigante Roberto Hernández. Apueste por el tiro con arco salvadoreño. Nunca defrauda.