En marzo cumplió los 100 años. Estaba lúcido, despierto, locuaz, apasionado por el fútbol y por la vida. Sus hijos del deporte, encabezados por Manuel Cañadas y Ramón Fagoaga, le organizaron un homenaje a su altura, notable. Fue el reconocimiento de cientos de sus alumnos a tantos años de enseñanza y generosidad. En vida, como corresponde. Y fue, justamente uno de los últimos grandes acontecimientos de su vida que se llevó con él, seguramente bien guardado en el corazón.
Nacido en una pequeña ciudad de 15 mil habitantes en el sur de Chile, Santa Juana, Hernán Carrasco Vivanco llegó a El Salvador a sus 45 años, en 1968, para dirigir a la Selección de El Salvador. Fue elegido por un currículum que ya asombraba como formador y entrenador. Quizás nunca pensó, en aquel momento, que se quedaría para siempre en estas tierras.
10 curiosidades acerca de don Hernán Carrasco Vivanco
Una de las primeras cosas que hizo fue presentar un plan de trabajo para que los equipos tuvieran sus fuerzas básicas tomando el ejemplo de su tierra natal. Los encargados de llevar las riendas del fútbol en el país no le hicieron caso. Ni en aquel momento, ni después. ni ahora. Imaginen, solo por un momento, que distinto sería el fútbol salvadoreño hoy, con aquel proyecto en marcha.
Fue su gran batalla personal. Los dirigentes, o la mayoría de ellos, sigue tomando como un gasto invertir en las menores. En ese sentido no ha habido un estancamiento, sino hasta un retroceso; basta recordar que desapareció el torneo Sub-17. Don Hernán nunca se dio por vencido y bregó por las fuerzas básicas desde que llegó hasta los 100 años.
“Se han venido cometiendo grandes errores que en nada benefician al fútbol del país, a su progreso. Y no se hace lo más importante que se tiene que hacer, lo que hace 80 años tienen en Sudamérica y hace 50 años en Europa: las divisiones inferiores”. Me lo dijo en un entrevista hace más de diez años, después de cruzarlo en la Academia Futuro, su refugio en los últimos 30 años, enseñando a los más chicos con la fuerza de un joven de 70, 80 y 90 años. Decenas de veces repitió su discurso de la importancia de las inferiores, hasta en su homenaje de los 100 años.
Alguna vez los dirigentes del fútbol -los fugaces y los duraderos, los de antes y los de ahora, los de los clubes y los de la Federación- deberían explicar por qué nunca jamás desarrollaron ni siquiera un esbozo de trabajo serio en divisiones menores. Por qué nunca lo volvieron a contratar para cumplir con ese mandato esencial del fútbol.
Es un legado de Don Hernán que merece cumplirse algún día. Sería su mejor herencia. Por él sí, pero sobre todo por el bien del fútbol salvadoreño.