Pep Guardiola está a 90 minutos, que pueden ser plácidos o un infierno, de lograr sus terceras semifinales consecutivas con el Manchester City. La renta de 3-0, ante un Bayern de Múnich y su Allianz Arena, el último obstáculo a evitar.
Parece imposible pensar en que los ‘Citizens’ se queden fuera, después del nivel mostrado en casa y de la imponente victoria ante los bávaros, pero sabida es su constancia para decepcionar en Europa y cómo le tiemblan las piernas a los ingleses en los grandes escenarios en el Viejo Continente.
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Y pocos hay más espectaculares que el del Bayern, una caldera para buscar el milagro. Por eso Guardiola no se guardará nada y puede repetir el once que venció en el Etihad Stadium hace una semana. Un equipo comandado por Erling Haaland que lleva cinco goles en los últimos tres partidos y doce en los últimos cinco.
Sus 32 goles en la Premier League -a dos del récord- y 11 en Champions son un argumento sólido para pensar que los de Guardiola al menos meterán uno, lo que complicará las cosas al Bayern, que necesitaría cuatro para forzar la prórroga.
El Bayern llega al duelo de vuelta contra el City en medio de una crisis que probablemente es la más honda de la última década y consciente de que sólo un milagro, en el que en Alemania pocos creen, podría evitar la eliminación.
En la Bundesliga al menos ha logrado mantener el liderato con dos puntos de ventaja sobre el Borussia Dortmund. Pero ello se ha debido más a que el Dortmund dejó escapara una victoria ante el Stuttgart tras haber estado dos goles por delante en el marcador.
De los últimos cinco partidos -es decir, desde que Thomas Tuchel asumió el equipo- el Bayern ha perdido dos, ha empatado uno y ha ganado dos. Antes, en el último compromiso de Julian Nagelsmann en el banquillo, había perdido ante el Bayer Leverkusen.
La crisis venía de antes del cambio de entrenador como se ve en el hecho de que el Dortmund había logrado descontar diez puntos, lo que fue determinante para el cese de Nagelsmann. Pero Tuchel, pese a la importante victoria en su primer partido ante el Dortmund, ha estado lejos de ser un revulsivo.
El equipo se muestra inseguro, impreciso en los pases, con dificultades para generar ocasiones y bastante ineficaz para aprovechar las que genera. A todo ello se han agregado turbulencias internas que se vieron en el incidente entre el Sadio Mané y Leroy Sané después del partido de ida contra el City.
Esa constelación está lejos de ser la ideal para buscar una remontada después del 3-0 del partido de ida que curiosamente, pese al resultado, ha sido visto -al menos hasta el minuto 70- como uno de los mejores de las últimas semanas del Bayern.