El discurso en Honduras en contra del árbitro Iván Barton ha llegado a niveles ya de hostigamiento cuando viajó en el avión de regreso al país.
El argumento de los hondureños se cae a pedazos al analizar todo el tiempo que se perdió por sus jugadores en ese encuentro ante México, y al conocer las reglas de juego.
Luego, los que han reconocido que se perdió tiempo, han criticado también una situación de un supuesto penal que debió repetirse. Y por último, han basado su enojo en que, supuestamente, de manera histórica se ha favorecido a México en la CONCACAF porque implica más billetes al ser un mercado más grande, y así, Barton se aseguraría seguir pitando partidos importantes.
Estas aseveraciones, colocadas en redes sociales por aficionados, pero también por muchos periodistas (en un noticiero nombraron no grato a Barton) no solo se basan en la ignorancia, sino en un prejuicio histórico: al débil siempre lo afectan.
De hecho, Barton se equivocó, debió haber añadido no 9 minutos, sino 11 directamente. Y luego otros dos que se perdieron durante el agregado. Se esfumaron casi 10 minutos sin contar los cambios.
¿Si Honduras hubiera ido perdiendo por un gol habría dado los mismos minutos Barton? Eso parecen incluso preguntarse los que arman conspiraciones mentales a partir de los sesgos de prejuicio histórico.
Barton no es culpable de si en el pasado se favoreció a México o a Estados Unidos. Es más, no hemos visto que en Honduras, o en El Salvador, se molesten y armen una gran polémica cuando a sus propias selecciones o equipos se les ha favorecido con algún error arbitral, porque, al final, eso es lo que ocurre, errores arbitrales, normales en cualquier deporte, más graves cuando se colocan árbitros de poca experiencia, que no es el caso con Barton, uno de los mejores, tanto que es el que más lejos ha llegado en Copa del Mundo por El Salvador.
El otro argumento que se esgrime parte del supuesto que Barton debió parar el partido ante los gritos homofóbicos de los aficionados aztecas. De nuevo, desconocimiento, ignorancia, sumada a la frustración de verse eliminados, ecuación para echarle la culpa a otro, al árbitro: es que no es el central el que advierte eso. ¿Cómo puede estar el central viendo y controlando jugadores en la cancha y pendiente de las gradas y los gritos ahí presentens?
Élmer Bonilla, exarbitro nacional, explicó en el programa Los Ex del Fútbol el procedimiento. Hay dos personas encargadas de eso, un delegado de cancha y otro personero. Son estos que le avisan al central de cierta situación como los gritos homofóbicos, no es el árbitro central el que está pendinte de eso, él solo sigue la indicación cuando le advierten.
Es más, el tiempo añadido ahora también es medido por un árbitro asistente del VAR, con lo cuál está analizado y cronometrado doblemente (el réferi central lo lleva manual en dos relojes. Uno sigue corriendo en tiempo real, el otro se para como cada vez que se tiraba un hondureño a hacer tiempo).
Marco Rodríguez, exárbitro FIFA y analista, dijo que fue correcta la decisión de Barton de terminar añadiendo 11 minutos (dos más en el transcurso de los 9 que ya había dado. De hecho, la reglamentación así lo establece, que si siguen perdiendo tiempo, se añade aunque ya haya tiempo añadido, algo que parecen desconocer varios periodistas en Honduras).
"Es una conducta repetitiva o argumento cuando se pierde en Centroamérica (tildar de robo) y en particular en Honduras, pueden pasar personajes pero el argumento siempre es el mismo", dijo en el programa Línea de 4.
"No hay nada de suspicacias, lamentablemente, para los hondureños, el gol les cayó en los minutos finales, pero es parte del juego. Honduras a esto juega, exageran caídas, pierden el tiempo, no reanudan rápido, intentan la táctica dilatoria, entre otras cosas", sostuvo.
"Defiendo a mi árbitro y voy con Honduras para que le pidan disculpas al árbitro porque le estás faltando el respeto, si tú dices que esto está amañado le faltas el respeto a todo el gremio arbitral", y añadió que, en una escala de 10 puntos, le daría 9 a la actuación de Barton.
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