La dirigencia del Alianza, no los jugadores ni el cuerpo técnico, le rindió homenaje a don Hernán Carrasco Vivanco por su centenario de vida, en el descanso del partido en que el equipo blanco goleó al Jocoro con el marcador de 5 goles a 2.
Un hombre que revolucionó el fútbol en nuestro medio para un antes y un después y que edificó la maravillosa "Orquesta Alba", que a fuerza de sonoros triunfos ante equipos nacionales e internacionales, se entronizó en la preferencia de la afición capitalina y aún más allá.
Apasionado defensor de la formación del futbolista desde las bases, la niñez, don Hernán nos ha obsequiado el lujo de su talento, su experiencia y don de gente por casi 60 años.
A bordo de una silla de ruedas fue paseado por el engramillado mientras era ovacionado por los escasos aficionados presentes y recibió un discurso de ocasión de parte del presidente del equipo, que ni se entendió por el pésimo sonido.
Quienes hemos tenido el privilegio de conocerlo, quererlo, respetarlo, admirarlo y compartir con él, estamos seguros de que las verdades que ha preconizado no han terminado ni se han extinguido; es más, sabemos que la llama encendida de sus enseñanzas, trascenderá y perdurará a través de sus "hijos del fútbol" que contribuyó a formar.
Muchos aún sentimos la calidez de su amistad, la presión de su mano franca y el aliento de sus palabras.
La vida brinda oportunidades en momentos irrepetibles y posiblemente, muchos amigos, muchos padres y jugadores, no hayan tenido ni buscado la oportunidad de agradecerle, pero no debieron perder esa posibilidad.
En ese momento y en ese escenario, se hacía necesario expresar, de quienes corresponde, a don Hernán una palabra de agradecimiento y retribución por los años dedicados al equipo albo. Un sencillo “gracias”, tal vez no alcance en comparación con lo que él ha aportado, pero es una palabra que nos enriquece e ilumina el alma como un rayo de luz, cuando la pronunciamos con sinceridad.
Si bien los jugadores del Jocoro, que no tienen mayor tradición, ni triunfos gloriosos, ignoraron la presencia del maestro chileno, no debió ser así con los aliancista quienes olímpicamente pasaron de largo ante el máximo prócer de nuestro fútbol.
Un pasillo, un apretón de manos, un "gracias" maestro se imponía de parte de los protagonistas para ese maravilloso personaje. Por eso me encantó la actitud de Milton "Tigana" Meléndez y William Chachagua, dos glorias aliancistas que llegaron a demostrarle su afecto.
Bien dicen algunos que el fútbol es glorificador de iletrados, de seres carentes de escolaridad y educación, incluso de sensibilidad, pero alguien debe decirles que si ellos tienen el apoyo de una gran afición, es porque en el pasado se cimentó, pues hubo un hombre de luz, llamado Hernán Carrasco Vivanco que formó un equipo dechado de deleite y perfección. Y ellos, son herederos de aquellas gestas.
Pero el estupor fue mayor cuando pasó al lado del técnico Eduardo Lara quien evitó saludarlo o se hizo el loco.
Y eso que el colombiano ha sido reputado en su país como formador de juventudes a través de las nobles armas del fútbol. Por mi parte, pienso que eso de profesor o maestro no le queda, no es más que un simple entrenador, con mucho de mercader, que ha venido por estos lares exclusivamente en busca de un pisto, que en su tierra no lo consigue. ¡Cuánta grandeza, para una pequeñez!