La nueva estrategia retórica del gobierno de Nayib Bukele parece ser la constante apelación a la soberanía. Este discurso le ha servido para reclamar los episodios en los que la comunidad internacional lo emplaza por sus golpes a la democracia.
Y si bien el mandatario señala injerencias, lo cierto es que El Salvador es signatario de tratados internacionales que le obligan a respetar el Estado de derecho y los derechos humanos de sus ciudadanos. Por tanto, emplazarlo por abusos de poder no es una afrenta a la soberanía sino una protección de la misma.
Estos son algunos de los múltiples episodios en los que la comunidad internacional emplazó al mandatario salvadoreño por su deriva autoritaria:
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Bloqueo, ataques y acoso a la prensa independiente: en septiembre de 2019, el gobierno cometió su primer gran bloqueo a los medios de comunicación al impedir que periodistas de medios digitales cubrieran la presentación de la CICIES. Y los medios que cubrieron esto fueron castigados con el retiro de pauta.
Esto fue señalado duramente por defensores de la libertad de prensa, que vieron en el acto del gobierno un entorpecimiento de la garantía de los salvadoreños a informarse de lo que hace su gobierno.
La toma militar de la Asamblea Legislativa: El 9 de febrero de 2020, el presidente Bukele se tomó el Palacio Legislativo con un contingente fuertemente armado de policías y soldados para presionar por un crédito. Esto fue inmediatamente condenado por muchos actores que señalaron el peligro de usar las armas para ejercer intimidación sobre la oposición.
Abusos de poder durante la pandemia del covid-19: El gobierno de Nayib Bukele demostró que no solo el coronavirus había infectado al país al inicio de 2020. También llegó el virus autoritario que trajo consigo abusos de poder, incumplimiento de fallos judiciales y violencia del Estado. Esto fue señalado por numerosas voces fuera del país.
La remoción forzosa de magistrados de la Sala de lo Constitucional y el fiscal general: Este ha sido uno de los golpes principales del gobierno de Nayib Bukele a la institucionalidad. De manera ilegal removió a quienes incomodaban su ejercicio del poder y allanó el camino para gobernar sin límites. La comunidad internacional lo condenó de inmediato, no por debilitar la soberanía del país, sino para evitar que esta se pierda a manos de una autocracia.
La remoción forzosa de un tercio de los jueces de la República: La consolidación del golpe del 1 de mayo se dio a inicios de septiembre, cuando los diputados aprobaron el decreto 144 que removía a todos los jueces mayores de 60 años o con más de 30 años de carrera. Con esto, Bukele se aseguró aún más control sobre el aparato judicial, algo que fue identificado y rechazado rápidamente.
Proyecto de Ley de Agentes Extranjeros: El gobierno presentó a la Asamblea Legislativa un proyecto de ley que amenaza, incluso con cárcel, a quienes reciban fondos del exterior para diferentes proyectos de ciudadanía o periodismo. Esta propuesta fue archivada ante el rechazo de la comunidad internacional, que advirtió que podría suspender la cooperación al país si esto avanzaba.
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El buscar la reelección consecutiva: La cereza del pastel del autoritarismo es la afrenta a la alternancia en el poder, facilitada por los magistrados impuestos (que fueron sancionados internacionalmente por ello) y posteriormente aceptada por el presidente de la República. Esto ha provocado la alarma internacional por la posible construcción de un nuevo modelo autoritario en la región.
Abusos de poder durante el régimen de excepción: El régimen de excepción vigente desde finales de marzo ha traído consigo grandes violaciones a derechos humanos. Estas han sido duramente criticadas fuera del país y hay voces que recuerdan la importancia de que se combata el crimen sin tener que recurrir a socavar la democracia o cometer graves abusos de poder.