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Columna Transversal: Falsas expectativas

La transición democrática de los años 90 no ha producido los milagros que mucha gente esperaba. Es que las cosas no se dan por milagros. Hubo reconstrucción, hubo crecimiento económico, menos pobreza, pero las expectativas eran mucho más altas: equidad social, salud y educación para todos. Pero estos son logros que no se producen por Acuerdos de Paz, ni por liderazgos sabios – se producen por participación política de todos.

Por Paolo Luers
Periodista

Siempre me irritó el hecho de que donde más surgió el neonazismo en Alemania fue en la parte oriental, donde hasta el 1990 gobernaron los comunistas. Es ahí donde la ultraderecha logró porcentajes de más de 20 % en las elecciones regionales, cuando en la parte Occidental no pasó de 10 %. No logré entender este fenómeno. En una plática con analistas políticos alemanes, algunos de ellos protagonistas de los movimientos ciudadanos que a finales de los años 80 habían logrado colapsar la dictadura comunista en Alemania Oriental, les hice esta pregunta: ¿por qué en Oriente?

Surgieron varias hipótesis. La más compartida: como Alemania Oriental, al terminar la dictadura nazi, inmediatamente se instaló otra, impuesta por los soviéticos, nunca se vivió una fase de reflexión histórica, de análisis autocrítico, porque nunca hubo una democracia que lo permitiera. La otra hipótesis que surgió, no excluyente con la primera: Cuando colapsó el régimen comunista, dejó un vacío ideológico, una cansancio con la política, una tendencia de anti política – producto de la excesiva politización, impuesta por el partido y sus tentáculos en toda la sociedad.

“Y donde se da este tipo de vacío, siempre lo tiende a llenar el populismo irracional, anti político”, concluyó un amigo mío, quien ha sido uno de los más lúcidos protagonistas de la oposición democrática en Alemania Oriental. “Esto es lo que pasó con el surgimiento de la nueva ultraderecha, que es anti partidos, anti integración europea, anti política – y profundamente anti democrática".

Todo esto me parecía cierto, tenía lógica histórica. Pero aun no me dio la plena explicación del porqué del surgimiento de un rechazo tan profundo y amplio de la política y de las instituciones democráticas. “Disculpen que lo diga, pero su análisis es muy poco autocrítico. No puede haber sido solo la culpa de los regímenes dictatoriales anteriores. Insisto en esta discusión, porque necesito entender lo que está pasando en El Salvador, donde todo lo conquistado en una guerra civil, en los Acuerdos de Paz y 30 años de transición democrática se fue al carajo, y una gran mayoría ahora está contenta con un caudillo de nuevo estilo que en dos años ha desmontado el Estado de Derecho”.

Tomó la palabra otro hombre de larga trayectoria de resistencia, primero contra el nazismo, luego contra la dictadura comunista: "Falta un elemento clave, que es que despertamos muchísimo más expectativas que luego pudimos cumplir. El exceso de expectativas, y en muchos sentidos su falsedad, son factores claves para el cansancio y rechazo a la democracia. Esta es la explicación del surgimiento de una derecha populista en Alemania Oriental".

Al final de la discusión queda claro que las malditas expectativas falsas son las que provocan la frustración masiva con la democracia que no cumple con estas expectativas y abre el camino a los movimientos populistas de carácter autoritario. En Alemania Oriental hubo una sucesión de expectativas falsas: la del nazismo que prometió ganar la guerra y convertir Alemania en la dueña del mundo; las expectativas comunistas de una democracia popular; y las expectativas provocadas por la caída del muro en 1989, de conquistar la libertad y todos los milagros del capitalismo. Las dos expectativas -la nazi y la comunista- fracasaron. Y la unificación con la rica Alemania Occidental produjo cambios positivos, libertades, y facilitadas de consumo – pero no los milagros esperados. La experiencia de mucha gente: Ahora tenemos libertades democráticas, pero nuestra economía colapsó y la nueva crece muy lenta. Y la gran sorpresa: el orden capitalista me da de comer, pero contiene muchas injusticias que requieren que otra vez me meta en luchas sociales y políticas - pero nosotros estamos cansados de tanta política. Mejor dejo que se hagan cargo los que prometen orden, bienestar y nuevas glorias. El círculo vicioso de las expectativas.

Es exactamente lo que está pasando en El Salvador. La transición democrática de los años 90 no ha producido los milagros que mucha gente esperaba. Es que las cosas no se dan por milagros. Hubo reconstrucción, hubo crecimiento económico, menos pobreza, pero las expectativas eran mucho más altas: equidad social, salud y educación para todos. Pero estos son logros que no se producen por Acuerdos de Paz, ni por liderazgos sabios – se producen por participación política de todos. No se producen en un país, donde la generación de la guerra está cansada de luchar, pero tampoco se retira del poder; donde la generación de los hijos asqueada de la política que en el tiempo de sus padres ha producido tanto dolor; y donde la generación de los nietos es indiferente a la política, porque ha visto a sus abuelos matarse mutuamente y sus padres administrando las insuficiencias, sin luchar para superarlas.

Las expectativas pueden matar la democracia, si son exageradas o no van a acompañadas de la capacidad de volverlas realidad, paso a paso, con paciencia y creatividad. Irónicamente las frustraciones que provienen de expectativas falsas tienden a producir regímenes que en vez de ser realistas y reformistas son demagógicos y nuevamente ofrecen expectativas falsas. Este círculo vicioso es lo que tememos que romper, con propuesta políticas racionales y realistas; con liderazgos aterrizados, no con líderes visionarios. 

Periodista.

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