Comentándole a un amigo, un poco mal hablado, sobre un “casi atropello” que seguramente por la velocidad y la inercia del carro me hubiera enviado al hospital o matado, que sucedió en una esquina de la Avenida El Espino de regreso del gimnasio a mi casa, espontáneamente me respondió: “Hdsm”, hasta que atropellan a alguien, se dan en la “madre”, terminan en un hospital, en la cárcel, quedan inválidos o se matan y en su camino asesinan a parientes que los acompañan o a otras personas, seguirán sintiéndose superiores y falsamente empoderados, solo porque van manejando… Lo de “Hdsm”, como lo expresó, no es un insulto, sino una forma de asociar la conducta temeraria con la persona. Además, creo que es injusto, pues la madre que los trajo al mundo, no tiene culpa y seguro que no se sentiría orgullosa de ellos, incluso quizás ya este en el cielo, porque muchos de esos incautos no son tan jóvenes…
En todo caso son conductas irresponsables e inhumanas que se dan en todo el país, protagonizadas por aprendices de kamikazes de todas las clases sociales. Quizás no saben que los vehículos están respaldados por millones de horas de ingeniería, se pensaron, diseñaron y fabrican para facilitar el transporte, no para arriesgar la vida del conductor, de sus acompañantes, de peatones y menos manejarlos ebrios.
Los estupefacientes reducen el miedo y elevan la falsa capacidad de control del riesgo y el espíritu de autodestrucción, desconectando todo tipo de precaución… Cómo cualquiera otra manía, hace que se suba a la cabeza el complejo de inferioridad y a sentirse poderoso cuando se maneja. Y sucede, desde maniobrar una bicicleta, motocicleta, carro nuevo o viejo, microbús, pick up privado o de reparto, buses, camión, trailer o rastra, por el falso poder que sienten que les otorgan las ruedas.
Observando cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar, vemos que más de la mitad de quienes manejan se sienten dueños de la calles y creen que no les pasará nada porque son inmunes a los accidentes y más, cuando han consumido alcohol.
Leí en internet esta semana sobre el tráfico en El Salvador: “En rueda de prensa el funcionario citó informes de más de 270 accidentes de tránsito durante las vacaciones de agosto, en los cuales resultaron 180 personas lesionadas, 40 detenidas y 22 fallecidas”…
Compare por favor: La DGT, Dirección General de Tráfico en España, ha cerrado la “operación puente de agosto” del 12 al 15, es decir, 4 días en los que hubo más de “7 millones de desplazamientos” con 11 personas fallecidas… Fíjese: Aquí con unos setecientos mil vehículos hubo 22 muertos, el doble de con una décima parte desplazamientos en España. Además, por la dimensión del país, aquí los desplazamientos de vacaciones serán de unos 300 y en España de 600 kilómetros…
Por más “¡es que fíjese!” y excusas, de las desgracias en nuestras calles y las carreteras solo una minoría son accidentes, como los derrumbes en el tramo de Los Chorros, la mayoría no son accidentes, sino conductas temerarias, inhumanas e irresponsables, por sentirse superiores cuando van manejando un vehículo.
Aquí la culpa no es de la policía de tránsito, ni de las carreteras, ni de la distancia, pues cada uno ya sabe cómo están las carreteras, sabe que más de la mitad son conductores temerarios, sabe de dónde sale y a dónde va, sabe sobre el mantenimiento de su vehículo y sabe de todos los errores que cometemos contra el Reglamento de Tránsito.
No confundamos… Los accidentes son situaciones imprevisibles y fortuitas. Las conductas temerarias y el falso empoderamiento de las ruedas son conductas mal intencionadas de las que le recomiendo cuidarse por las desgracias que le pueden acarrear a usted y a otros.
Ingeniero/pedroroque.net