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Caseríos culpan a la alcaldía de dejarlos sin agua al desviar río Goascorán

Maquinaria hondureña escoltada por salvadoreños encausan el agua del río Goascorán y denuncian que las bordas se hicieron con recursos del MOP

Por Insy Mendoza | Jul 26, 2022- 21:05

Debido a las bordas que construyeron en el río Goascorán, el agua dulce ya no llega a la zona del manglar cerca de Candelaria de la Rompisión. Foto EDH /Insy Mendoza

“Bordas no queremos. Agua sí queremos. No a los terrenos sí al agua”, grita un grupo de salvadoreños, mientras maquinaria que les enviaron hondureños remueve la tierra para dejar pasar el agua.

Los salvadoreños viven en una zona fronteriza. Son residentes de los caseríos de Barrancones y Candelaria de la Rompisión, en el cantón Piedras Blancas, del municipio de Pasaquina, departamento de La Unión; y aseguran ser afectados por la falta de agua del río debido a la construcción de varios kilómetros de bordas en el sector conocido como El Carpulero, en el río Goascorán, cuyas aguas son el límite natural entre El Salvador y Honduras.

Los afectados denuncian que el problema inició con la construcción de unos diques para proteger terrenos privados lo que provoca que el agua no baje hasta varias comunidades. Video EDH / Insy Mendoza.

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“No tenemos agua desde que construyeron esta borda sin pedirle permiso a las comunidades de abajo. Lo único que estamos pidiendo es que la destruyan para que el río agarre su cauce para abastecernos a nosotros”,

Ana Julia Álvarez, caserío Candelaria de la Rompisión.

Los denunciantes explican que las bordas fueron construidas en medio del río para proteger terrenos privados a un costado del río, propiedad de terratenientes. Además, aseguran que las bordas fueron construidas por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) y la municipalidad de Pasaquina.

Debido a las bordas, el agua dulce ya no llega a la zona del manglar cerca de Candelaria de la Rompisión. Foto EDH /Insy Mendoza

La falta de agua dulce del río impulsó a las dos comunidades más afectadas a gestionar con autoridades salvadoreñas que modificaran las bordas para permitir el ingreso del agua dulce del río Goascorán a su zona. Dicen que no hubo respuesta para ellos.

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Sin embargo, aseguran que encontraron apoyo del lado hondureño y desde el viernes pasado hasta el lunes, residentes de las dos comunidades escoltaron el ingreso de máquinas y operarios de Honduras, para dragar algunas áreas del río que permitieran que el agua llegará a sus zonas.

Ellos han decidido escoltar y caminar junto a la maquinaria para evitar represalias contra sus vecinos hondureños de parte de otros salvadoreños.

“Vamos a venir desde nuestras comunidades hasta el sector de las bordas para apoyar a que ingresen los trabajadores y maquinarias de Honduras, para que hagan los accesos ya que no contamos con el apoyo de la gobernadora ni de la alcaldía porque ellos autorizaron esas bordas”,

Ángel Leiva, caserío Barrancones.

Las bordas son líneas de arena construidas con una altura que evita que cuando el caudal del río aumenta, el agua se desborde hacia un determinado lugar. Es ese tipo de construcción la que actualmente reduce el caudal del río Goascorán que llega hasta las comunidades de Barrancones, Candelaria de la Rompisión y Los Chagüites.

Para ellos es importante que el río les lleve el agua para el uso doméstico y cría de ganado; además esa agua dulce tiene un valor importante tomando en cuenta que es una zona costera.

Del lado de Honduras, las comunidades son afectadas porque el mayor caudal del agua se está desviando hacia ellos y amenaza con fuertes inundaciones.

Candelaria de la Rompisión

Ana Julia Álvarez, líder de Candelaria de la Rompisión, dijo que ante la falta de respuesta de las instituciones salvadoreñas, han contado con el apoyo de las máquinas del municipio de Alianza, Honduras, para abrirles acceso o canales para que el agua fluya corriente abajo.

“Nos hemos reunido para apoyar el ingreso de las máquinas de Honduras para que empiecen abrir paso al agua y que también nos ayuden a destruir las bordas porque a nosotros no nos está llegando el agua del río, la poca que se puede ver en nuestro sector es agua salada que ingresa del mar y con esa no podemos hacer nuestras tareas del hogar, o para uso de la ganadería”, explica Álvarez.

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En Candelaria de la Rompisión el agua es un tema desequilibrado. Por estar en la zona baja de la costa es vulnerable a inundaciones, cuando el caudal del Goascorán crece como resultado de intensas lluvias. De ahí que se construyeron bordas para evitar inundaciones. Sin embargo las bordas que ahora están causando el conflicto se debe a que donde fueron ubicadas tiene el propósito de proteger un sector determinado afectando a varias comunidades, de acuerdo al relato de las comunidades.

Además, Ana Julia, con autoridad como líder comuntaria, asegura que las bordas fueron construidas usando recursos del Estado salvadoreño para favorecer a unos pocos, entre ellos a parientes de funcionarios de la municipalidad y otros terratenientes, sin importarles que están afectando a la mayoría de pobladores.

“La borda la construyeron a petición de unos terratenientes entre ellos el tío del síndico de la alcaldía y pariente de la gobernadora de La Unión. Ellos proporcionaron la maquinaria del MOP para que vinieran a levantar la borda sin importarles que eso nos afectaría a nosotros al dejarnos sin agua”, lamenta Álvarez.

Barrancones

Ángel Leiva, del caserío Barrancones, explica que hay comunidades hondureñas aledaña a su caserío que están afectadas por la falta de agua, entre ellas Costa de los Amates, La Sonora, El Trasmayo, El Conchal y la Colonia. Del lado salvadoreño son Candelaria de la Rompisión y Barrancones.

“Nosotros los de Barrancones somos los últimos, los que estamos más jodidos porque solo nos llegan las mareas de agua salada y no está ingresando el agua dulce del río”, explica Leiva, cuyo caserío está ubicado entre el río y el manglar.

“Quiero recordarles que cometieron un delito porque anduvieron casa por casa sacando firmas diciendo que era para dragar el río y para darnos un reparto, no para enterrarlos como lo hicieron, nos engañaron”

Ángel Leiva, lugareño

José Leonel Ramírez es propietario de unos de los terrenos que es favorecido por la construcción de la borda, sin embargo asegura que no tienen ninguna responsabilidad, porque fueron máquinas del gobierno las que llegaron a construirlas a inicio del año y se oponen a que sean destruidas para evitar que sus propiedades sean afectadas.

“Es el tío del síndico y dueño de todos esos terrenos que están enfrente de la borda que antes se inundaban”, dice Ramírez.

La explicación del sindico

“La falta del agua en la parte baja de las comunidades de Barrancones y Candelaria de la Rompisión no es un problema nuevo, viene dándose desde hace dos años porque el río Goascorán tomó otro curso”, asegura Alexander Brizuela, síndico de la comuna de Pasaquina.

El funcionario municipal asegura que fueron las comunidades, mismas que lo denuncian, las que pidieron ayuda. “La comunidad de Barrancones y las otras aledañas nos han pedido de que por favor tratemos de redireccionar el agua por eso se trató de hacer un canal con la maquinaria del Ministerio de Obras Públicas, pero el trabajo no se terminó porque las máquinas las llevaron a trabajar al río Grande y quedaron de enviarlas de nuevo”, manifiesta Brizuela.

“La borda la construyeron en 15 días. Este proyecto salió de repente y quien vino fue el síndico de Pasaquina”,

José Leonel Ramírez, dueño de terrenos ubicado frente a las bordas

Al igual que las comunidades denunciantes, el sindico dice que el problema también afecta a los vecinos de Honduras. “El problema del río Goascorán no solo afecta al lado salvadoreño, también a los hondureños, es por esa razón que el alcalde de Alianza, voluntariamente dijo que mandaría las máquinas para poder ayudar a volver a canalizar el río y eso ha sido toda la controversia”, asegura Brizuela; además añadió que todo el trabajo que se ha realizado en la zona, ha sido de acuerdo a ley y para ayudar a las comunidades y que no se trata de bordas sino de canaletas para hacer que el agua agarre de nuevo su curso.

Del señalamiento sobre su pariente, el síndico solo dijo que “sí” vivía ahí.

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