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Joe Biden, el Medio Oriente y las tensiones internacionales

La realidad energética mundial, el papel clave de Arabia Saudita en el mapa geopolítico regional, obliga a una relación fuerte, mientras Washington quisiera que Ryad abriese las válvulas para que baje en el mundo el precio de la gasolina.

Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

El presidente estadounidense Joe Biden acaba de realizar una gira muy sensible e importante en Medio Oriente. Israel y el Reino de Arabia Saudita fueron los dos países que recibieron al Presidente Biden. Esta visita se inscribe en un marco internacional tenso: guerra en Ucrania, reforzamiento de la inflación, amenazas sobre las rutas de los productos alimentarios, presión energética. En este contexto, Medio Oriente se ha vuelto con un tema estratégico esencial: Irán y el riesgo que representa en términos de proliferación nuclear.


Los Estados Unidos tanto como sus aliados, regionales y en el mundo, no pueden permitirse el costo de la aparición de un “segundo frente” internacional. Y por cierto, estos últimos años las posiciones han evolucionado: los acuerdos de Abraham, firmados en septiembre de 2020 entre Israel, Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos abrieron una brecha inédita, estableciendo un proceso de normalización de relaciones entre ambos países. El acuerdo con Sudán en enero de 2021 y la declaración conjunta entre Marruecos, Israel y los Estados Unidos en diciembre de 2021 contribuyeron a crear una dinámica nueva.


La guerra en Ucrania tuvo consecuencias geopolíticas en Medio Oriente: los países de la región, puestos bajo la presión de una demanda energética, no quieren que se abra una especie de segundo frente constituido por la amenaza nuclear iraní. La gira del presidente norteamericano tiene como propósito establecer las bases de una forma de intención de interés, que tiene vocación en constituirse en una alianza para contener dicho riesgo. Ahora bien, la relación bilateral hace parte de un todo : los europeos, y en particular Francia, quieren que se reactive el acuerdo establecido en 2015 enmarcando el programa nuclear iraní, del cual se desvincularon los Estados Unidos en 2018.


La constitución de una alianza en la región, con el enfoque iraní, puede ser una opción después que los acuerdos de Abraham hayan abierto una nueva fase política en Medio Oriente: l firma entre Joe Biden y el primer ministro israelí, Yair Lapid, de una declaración con la cual se comprometen en frenar el riesgo de proliferación nuclear iraní. El presidente estadounidense afirmó que había presentado a Irán propuestas para que vuelva a la mesa de negociación del “Plan de acción integral conjunto” de 2015. Pero a la vez, afirmo que “no vamos a esperar para siempre” la respuesta de Teherán, mientras las tensiones internacionales siguen fuertes. Israel presentó al líder norteamericano nuevas tecnologías de interceptación de misiles y drones, tanto como un nuevo láser llamado “Iron Beam”. El objetivo está bien definido: se trata de ofrecer argumentos para promover una alianza con vocación militar y duradera para prevenir e impedir cualquier agresión de Irán y grupos aliados en la región.


Si la administración Biden retomó un diálogo con las autoridades palestinas, el tema regional se desplazó hacia lo nuclear, mucho más allá de un hipotético proceso de paz entre la Autoridad Palestina e Israel. Viajó a Belén en Cisjordania para encontrarse con Mahmud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina que no tenía relaciones con Washington desde 2020. Las condiciones políticas no están reunidas para retomar las discusiones entre israelo-palestinas, Joe Biden retomando “a dos Estados”.


En este contexto, la etapa saudita se ha vuelto crucial: la guerra en Ucrania obliga los Estados Unidos a volver en una orientación que le es muy familiar: la real política. Borradas las duras palabras del candidato demócrata en 2020 sobre el Reino a raíz del escándalo causado por la muerte del periodista Jamal Kashoggi.


La realidad energética mundial, el papel clave de Arabia Saudita en el mapa geopolítico regional, obliga a una relación fuerte, mientras Washington quisiera que Ryad abriese las válvulas para que baje en el mundo el precio de la gasolina. Pero Joe Biden no abandona su idea de “una normalización”, todavía hipotética y lejana, entre ambos países. Israel quisiera privilegiar el establecimiento de una alianza militar, inspirada de la OTAN cuando Washington sabe que los pasos están contados para llegar a esta opción.


El presidente Joe Biden sabe cuánto la realidad energética mundial tendrá consecuencias sobre las elecciones de medio periodo de noviembre próximo, anunciándose difíciles frente a la ofensiva de los republicanos. Sin duda, la gira del presidente Biden se inscribió en varios contextos sensibles que pintan hoy en día las relaciones internacionales y la realidad nacional de varios países, entre ellos los Estados Unidos, en medio de fuertes tensiones provocadas por la guerra en Ucrania, desde el 24 de febrero pasado.

Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr

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