Según “El progreso de las mujeres en el mundo”, un estudio de la ONU del 2020, el 84.3% de los hogares monoparentales están encabezados por mujeres. Y es que es usual que en nuestras sociedades veamos a mujeres asumiendo el rol de padre y madre, solas. ¿Por qué hemos normalizado tanto la figura del padre ausente? ¿Por qué los padres son los que usualmente se van? ¿Estamos exigiendo más del “instinto maternal” de las madres que responsabilidad de los padres?
La falta de responsabilidad de algunos hombres como padres es una realidad usual e innegable. A la mayoría de las personas les resulta fácil poner el rol de “cuidador natural” a las mujeres, porque a lo largo de los años, las mujeres hemos demostrado ser más responsables de nuestras obligaciones parentales, pero puede ser un mito.
La cultura machista y patriarcal en la que vivimos las mujeres ha creado padres irresponsables, con el rol del hombre proveedor y madre cuidadora, que se queda en casa, imposibilitada de trabajar para cuidar a sus hijos. Fuimos limitadas a lo largo del tiempo de ser igual de proveedoras y activas en el mundo laboral que los hombres, por ser consideradas “débiles” y más emocionales para cuidar las labores de la casa. La evolución de nuestras sociedades ha permitido poco a poco cambiar esto, pero han quedado secuelas de nuestra fuerte discriminación, específicamente en el contexto familiar de las mujeres.
El rol de las madres solas no es nada fácil. Según el estudio antes mencionado, tienen más riesgo de inestabilidad económica, por el hecho que solo dependen de sus aportes para cuidar y criar a sus hijos. También, son víctimas de la estigmatización que, de por sí, viene con discriminación y aislamiento social. Llevar en sus hombros la responsabilidad de dos padres que deberían aportar de manera equivalente a un hogar es tarea pesada y desgastante, tanto emocional, física y económicamente.
Los hijos también tienen un papel importante en estas situaciones, porque son ellos quienes sufren de esta inestabilidad en pleno desarrollo y crecimiento. Crecer sin un padre puede llevar a crear dependencia emocional. María José Roldán, pedagoga terapéutica, maestra y redactora para el blog para padres Etapa Infantil, describe los efectos de los padres ausentes en sus vidas, como “ser arrogante, desconfiado, [propenso] a tener depresión, a ser impulsivo, etc. Con la intención de ocultar sus verdaderos sentimientos: que quiere tener a su padre -o madre- en su vida”.
Lo anterior resume con exactitud lo que desea un niño en un hogar monoparental. Y sería lo ideal tener dos padres a su cuidado. Criarse en un hogar sin un padre puede desencadenar consecuencias más severas, como aumentos de las tasas de depresión y ansiedad, en el promedio de suicidio, abuso de sustancias, problemas emocionales y de comportamiento severos, y hasta baja estabilidad de empleo.
Hemos visto lo que sufren las mujeres y niños a raíz del abandono del hombre padre que es irresponsable y deja todos sus cargos a una familia inestable. Ahora, como sociedad, debemos saber cómo influyen nuestra cultura machista y cómo alimenta este papel del padre ausente y sus diferentes consecuencias en futuras generaciones. Ya que estamos cerca de la fecha en la que se celebra el Día del Padre, preguntémonos qué tan padres son nuestras madres, y a qué nivel ellas cumplen con un rol colectivo. El mito del instinto maternal es una excusa que se nos impone a las mujeres para asumir cargos del “cuidador natural”, que debería ser de ambos padres. Es momento de dejar figuras machistas como esta de lado, y abrir camino a familias estables y sanas, exigiendo el mismo aporte y esfuerzo de los hombres que son padres.
Estudiante de Ciencias Jurídicas, ESEN
Miembro del Club de Opinión Estudiantil
(COPE)