Tenemos gasolina únicamente para un día” dijo el Primer Ministro de Sri Lanka, Ranil Wickremesinghe, sobre las largas colas de vehículos que tienen que esperar hasta diez horas para llegar a la bomba surtidora, sin estar seguros de que en ese momento habrá combustible.
Otrora llamado Ceilán, el país se independizó de Inglaterra en 1948 y a partir de entonces ha ido deteriorándose, casi en “caída libre”; lo mejor que podrían hacer sus pobladores es pedir a los ingleses que vuelvan, ordenen la casa y preserven lo que en su momento fue una isla de encanto, verdura, gracia y sorpresas.
Visitamos Ceilán después de pasar un mes recorriendo India, una nación sorprendente, hermosa, llena de monumentos artísticos de épocas previas pero seca y calurosa en gran parte de su territorio.
Pero a lo anterior se agrega el desastre económico causado por las febriles ocurrencias de Jawalhar Nehru, tercermundista que entre sus idioteces dispuso que los distintos estados en que se divide el país tenían que ser “autosuficientes”, por lo que lo producido o lo necesitado por uno no podía ni exportarse ni importarse por otro.
Ceilán, como contraste, es muy verde, con numerosos lagos artificiales construidos por un visionario rey en el siglo XVIII de nuestra era y donde en el norte de la isla se cultiva y procesa el té, un aromático y exquisito té, que desde treinta kilómetros antes de llegar a las plantaciones perfuma el ambiente; mientras más cerca se va llegando, la sensación es la de sumergirse en una jarra de delicias...
En esos lagos los ingleses construyeron hostales para que sus funcionarios descansaran; estas instalaciones se pusieron luego al servicio de los turistas, lindas y acogedoras para disfrutar de un atardecer después de una jornada de recorridos.
Una tarde pedimos una bebida fría para refrescarnos: “no”, fue la respuesta del mesero; “para refrescarse lo mejor es tomar un té caliente”, lo que efectivamente es así, no la bebida con hielo...
A partir de ese momento Ceilán ha ido en descenso, cayendo en una guerra civil provocada por los “tigres tamiles” que causó cien mil muertos y que al día de hoy sacude los cimientos de la nación.
En el norte de la Isla, además de las plantaciones de té, se atesoran extraordinarios monumentos artísticos, ruinas de pasados imperios; casi en el centro de la isla se ubica Colombo, la capital, una risueña ciudad, con bazares y negocios amigables que entre sus más interesantes atributos cuenta con un jardín botánico al que se llega a través de una majestuosa avenida flanqueada por altos y hermosos árboles y donde se pueden comprar plantas y semillas. ¿Cómo estará todo eso después de sesenta años de administraciones plagadas de nepotismo, corrupción y muy poca capacidad para administrar las cosas, un arte en que los ingleses y europeos destacan? Solo hay que pensar en lo que está pasando con la economía de nuestro país, llevada hasta los limites del impago...
La nación del té, de lagos y miradores, del milagro del arte de Sigiriya
En el norte se encuentra un peñón muy alto rematado por una explanada donde un rey construyó su fortaleza sabiendo que acceder a ella solo era posible utilizando escaleras que pueden retirarse en una emergencia.
En un saliente de la roca, a media altura, se encuentran unos frescos pintados hace 1500 años, las pinturas de Sigiriya, representando lindas y muy dotadas hermosas doncellas, una de las más bellas representaciones pictóricas de todos los tiempos....