“Ustedes son dos Avadhuta –aquellos que han dejado todo atrás”—nos diría en una ocasión el místico de la Ciudad de la Divina Luz. Y así era en verdad. No sólo habíamos dejado atrás la ilusión de un planeta inmerso en la oscuridad espiritual –noche de la Historia— sino quizá la vida misma. “El virus de la conspiración -que venía con los expedicionarios- pudo habernos matado –dijimos Karuna y yo. Somos quizá nuestros espíritus que han atravesado el episodio de morir y este viaje es sólo parte de nuestra resurrección más allá de las estrellas.” “Amrita, el espíritu inmortal, va con ustedes en este viaje a ultramar” nos dijo en aquella ocasión el místico solar. Fue así que –finalmente— vislumbramos en la lejanía los arrecifes azul cobalto de la isla de nuestro renacimiento. El viento estelar y las corrientes marinas nos habían impulsado hasta allá. “Akasha” como se denomina en lengua sánscrita al éter o espacio (el primero de los cinco elementos del universo físico) también se usa para referirse al “espacio interno” de la consciencia en cada ser humano. Conociendo pues al cosmos nos conocimos a nosotros mismos. “Otro invisible universo está en nuestro interior” –dijimos. (XLIII)