Ester Posada, de 70 años, no sabe leer ni escribir, no entiende de redes sociales, mucho menos de lo significa un régimen de excepción, solo se niega a creer que su nieta pueda pasar muchos años en la cárcel por una “supuesta broma’’ por la que fue capturada por la Policía.
La nieta de Ester es Erika Beatriz Aldana Villanueva, una joven de 19 años que fue capturada durante el régimen de excepción, después de la denuncia en redes sociales de un vídeo en el que se le ve bailando mientras hace señas que identifican a las pandillas.
La joven y su hermano menor quedaron a cargo de su abuela después que la madre de ambos muriera a causa de una enfermedad relacionada a la inmunodeficiencia.
Según la abuela, la muerte de la madre le causó mucho dolor y sufrimiento a la joven, a tal punto que fue algunas veces al hospital para recibir ayuda para su salud mental; pero no pudo seguir con su tratamiento.
A los 14 años, la chica se fue a vivir con su novio, una práctica común para muchas niñas y adolescentes en zonas rurales y en condiciones de pobreza extrema.
Según Erika ha relatado a algunas amigas, durante ese tiempo sufrió violencia con su pareja, quien además la indujo al consumo de bebidas alcohólicas.
El consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias llevó a su novio a una muerte por suicidio, en presencia de Erika. Una situación traumática, que quienes la conocen, dicen que hasta ahora no ha podido superar.
Hace tres años la joven comenzó a hacer trabajo doméstico remunerado. Para ello, dejó atrás la pequeña vivienda de paredes de lodo y piso de tierra donde vivía con su abuela, una tía, su hermano y una prima en el caserío Las Tapias, cantón Cuyiscat, municipio de Metapán, a donde regresaba una vez cada 15 días.
La búsqueda de una oportunidad llevó a Erika hasta la vivienda de Aminta en el cantón San Juan Las Minas, a unos 20 kilómetros desde el caserío La Tapias.
Aminta la recuerda como una persona trabajadora y alegre; ella relata cómo Erika le ayudaba a cuidar a su hermano, quien estaba enfermo.
“Era una muchacha honesta, alegre, nos hacía reír cuando se ponía a bailar y a cantar con la escoba”, dice.
A la señora se le humedecen los ojos cuando comenta que siente mucho lo que le está pasando a la joven y dice que espera que esto sea un error y que se pueda resolver.
Un poco más arriba, en el mismo vecindario está la vivienda de Teodora, donde Erika había trabajado los últimos catorce meses.
Las enfermedades crónicas de Teodora se agravaron, ella dice que es debido al impacto que le causó la incursión de la Policía para capturar a la chica dentro de su casa, durante la madrugada del 12 abril.
La Policía inicialmente había buscado a Erika en casa de su abuela, no sabían que ella trabajaba y que solo llegaba una vez cada 15 días.
Los familiares de la joven relataron, que el día que llegaron a buscarla también se llevaron al hermano menor de ella, de 16 años “para que les fuera a mostrar el lugar donde trabajaba”; pero según la familia también fue capturado.
Teodora dice que nunca observó alguna conducta o acción de la chica que indicara que perteneciera a algún grupo delincuencial; de hecho, comenta que le confiaba el dinero cuando salían a comprar los insumos para el hogar.
“Es una buena muchacha para trabajar, yo no tengo nada malo que decir sobre ella”, dice Teodora.
La joven solía platicar con su empleadora y le había confiado que tras la pérdida de su madre y su novio, ella también había intentado morir por suicidio.
“Se sentía muy triste, no había quedado bien su mente”, expresa con preocupación la señora, mientras descansa en su vivienda en San Juan Las Minas.
Este es un pequeño poblado rodeado de cerros donde sobresale una iglesia vieja y algunas residencias suntuosas, construidas por familias con parientes en el exterior.
Los pobladores de San Juan Las Minas se enorgullecen de no permitir la entrada de grupos delincuenciales en ese lugar a través del mismo control que ellos como habitantes tienen en la comunidad.
Esa tranquilidad del lugar les permite la visita de turistas nacionales y extranjeros que disfrutan en sus recorridos de la Poza de la Siguanaba, la piedra El Tajado, el cerro El Escorpión y la llamada iglesia vieja.
Es por eso que el hecho que se acuse a una persona de ser pandillera y de ser de una clica de San Juan Las Minas les ha causado preocupación y solicitan a las autoridades que se haga una investigación seria sobre el caso.
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Reyes López, presidente de la ADESCO, dijo que ellos están sorprendidos con la captura porque conocen a la joven desde que llegó a trabajar en esa comunidad y nunca observaron que tuviera alguna relación con pandillas.
“Que nosotros sepamos, ella no pertenece a pandillas. ¿Cómo hizo ese video no sabemos, a lo mejor fue en un momento que había tomado bebidas embriagantes y no midió las consecuencias”, expresó.
El directivo comunitario también aclaró que en ese cantón no hay presencia de pandillas, ni siquiera hay un puesto policial.
“Como comunidad nos afecta porque este ha sido un lugar sano y ahora piensan que hay ese tipo de personas aquí y no es así”, agregó.
Por su parte Alba Murcia, vicepresidente de la Adesco, describió a Erika como una muchacha que no se mete en problemas y a quien nunca han visto involucrada con pandillas.
Ambos líderes comunitarios coincidieron en que no avalan el video que ella hizo, que lo consideran un error, pero piden a las autoridades que investiguen a fondo antes de acusarla.
“Esperamos que Dios ilumine a las personas encargadas de este caso para que tomen una decisión correcta”, manifestó Reyes.
Rosa Aldana, tía de la joven capturada, coincide con los directivos de la comunidad en que el video fue realizado como una broma sin medir los problemas que esto les traería.
“Cuando le preguntamos ella dice que lo hizo por molestar, porque ella no es nada de eso, ella siempre ha trabajado”, expone.
Rosa relata que el video fue tomado un domingo después de almorzar todos juntos. “Las cipotas se fueron a jugar allá al otro lado y ahí hicieron esa bayuncada”, explica.
El video no fue subido por Erika a Tik Tok, sino por una familiar de ella, cuya cuenta fue bloqueada después que fuera denunciada.
La chica de 14 años que hizo y subió el video fue capturada una semana después, aseguran sus familiares.
Según Rosa, después el video fue subido en otras cuentas de Facebook donde acusaban a Erika de ser pandillera, desde ese momento comenzó la preocupación de la muchacha.
“Ella pasaba llorando, porque sabía que el video le traería problemas. Me decía que tenía miedo”, narra la señora de la casa donde ella trabajaba.
Rosa dice que fueron a la Policía para tratar de aclarar la situación, ahí les dijeron que no se preocupara, pero días después la joven fue capturada y presentada en redes sociales oficiales.
Los parientes confirmaron que la joven ya fue enviada al penal de Izalco, la Policía en su cuenta de Twitter publicó que la acusa de apología del delito y asociaciones ilícitas.
Entre la angustia y el desconocimiento de la gravedad de la acusación, Ester solo pide a las autoridades que dejen en libertad a sus tres nietos: Erika, el hermano y la prima que subió el video.