En Costa Rica el sistema provisional, de pensiones, está en bancarrota, en buena parte a causa de ser más las personas que se jubilan que quienes aportan para esos retiros, pues en un inicio se calculó que la esperanza de vida promedio de la gente era de cuarenta y ocho años, mientras ahora se sitúa sobre los sesenta años.
La mayoría de los sistemas de pensiones basados en contribuir parte de los salarios al gobierno —dineros que ingresaban de inmediato al gasto general— están en bancarrota; corregir el esquema pasa por actos políticos de envergadura.
Macron logró elevar la edad de retiro, suprimir absurdas prestaciones, volver el esquema sostenible, todo en beneficio tanto de las personas que piensan como de los no pensantes. (Como ejemplo de cabeza muy, muy hueca es el peruano que pospuso su boda y vendió el anillo de compromiso para ir a Montevideo a ver un partido de fútbol).
Pero las pensiones en casi todas partes están en alas de cucaracha, menos en naciones donde se invierten los fondos en bolsa, como en nuestro El Salvador y pese a la gran sinvergüenzada de forzar a invertir a bajas tasas de interés, no a tasas del mercado, esos recursos.
El esquema original se basó en el sistema chileno, pero el salvadoreño superó su sostenibilidad, pues estableció una cuota patronal equivalente a la cuota que aportaba el empleado a su fondo personal. El sistema chileno no alcanzó esta evolución, que significa una enorme ventaja a favor del trabajador cotizante.
Gracias al esquema, que fue puesto en vigor en 1998, los trabajadores cotizantes de El Salvador cuentan con un fondo de pensiones de más de 12,000 millones de dólares para asegurar un retiro acorde con lo que han aportado a lo largo de su vida. Pero...
El pero muy grande es que se teme que mientras se habla del covid-19, el Bitcoin, estado de excepción, capturas masivas, etc., el régimen de Bukele está fraguando una reforma para disponer impunemente de esos ahorros, con el dulce envenenado de conceder una pensión “universal, digna”, dignisísisima, de setecientos dólares (o su equivalente en bitcoins), indistintamente de lo que haya hecho o no hecho en la vida, como lo han pedido algunos sindicatos.
Están en vilo los ahorros de todos, incluso de quienes aprueben las reformas
Algunas personas, incluyendo los sumisos de la Asamblea, no cobran conciencia de que también SUS pensiones están en juego por más que estén acumulando en estos momentos un jugoso botín a base de salario base y los sobresueldos.
Sí, los sobresueldos que son el pretexto de los circos/cortinas de humo que llevan a cabo periódicamente, montajes que se les derrumbaron cuando compareció a ese tribunal inquisitorial el rector de la UCA, Andreu Oliva.
Cuando los ahora trabajadores y cotizantes lleguen a su edad de retiro y no tengan la fortuna de contar con una familia amorosa y dedicada que los apoye —lo que siempre es la mejor garantía para jubilarse—, no tendrán ni para el ataúd, ni para una modesta ceremonia en La Bermeja... lo que al régimen le vale un bledo. Si su majestad imperial está bien, lo que suceda al resto de los salvadoreños, a sus hijos y descendientes, no tiene ninguna importancia.
A lo mejor logran que futuras asambleas consigan préstamos para ayudarles...