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26M: Tragedia nacional ¡otra vez!

Cada día el país avanza a un caos, y lamentablemente somos parte de ese caos; aparte de perder al país, perdemos nuestros valores, al final, ser pobre es un estigma y casi es una sentencia a muerte

Por Ricardo Lara
Médico

No podemos olvidar lo que sucedió en noviembre de 2021, cuando asesinaron a sangre fría a varios  salvadoreños, pero lo sucedido el sábado 26 de marzo sobrepasó el número de muertos en un solo día y también sobrepasó la indignación de un país al sentirse impotente ante lo que realmente es, una carnicería: 62 salvadoreños que fueron asesinados de las formas más violentas.

Las fotos que circulan solo dicen la descomposición que vivimos día a día y que, en vez de que tal tragedia nos conmueva y exijamos paz y respeto, cada día como personas perdemos más el rumbo, no hay voz ni de las organizaciones, ni de nadie; el miedo ganó y estamos sometidos a un terror inimaginable. No entraré en detalles que está detrás de toda esta masacre sino, que abordaré la parte humana; ese día 62 familias dejaron de ser familias, sigue la desintegración y la migración forzada; somos  testigos de una tragedia nacional, que bastara para que todos cayéramos de rodillas.

El Salvador sigue dando tumbos, no hay luz al final del camino sino solo desesperanza, odio, muerte; no aprendimos la lección y volvemos a que sea la violencia la que resuelve los problemas; sin embargo, todo apunta a que hay grupos de exterminio que, se les da órdenes de causar la mayor cantidad de asesinatos y viene el Régimen de Excepción en el cual quieren albergar todas las esperanza.

¿Cómo podrá haber inversión en un país que supera la cifra histórica de asesinatos? ¿Cómo podemos hablar de leyes como “Nacer con Cariño” cuando respiro lo opuesto al cariño como es el odio, muerte, destrucción.

El 26M fue un día que no debe ser olvidado. Fue una tragedia nacional cuyo objetivo era alcanzar determinada cifra de asesinados y el miedo le gana a la esperanza, a la fe, a creer en nuestro país pues sé que muchísimas personas preparan sus pasaportes y se van para no volver; ellos lo pueden hacer, las empresas se manejan desde fuera, pero ¿por qué clasificamos a los fallecidos en buenos y malos? No entiendo que una mujer que vende sandía merezca morir.No, no olvidemos que la vida es cualitativa y no cuantitativa y bastaría tan solo una muerte para que nos pongamos en los zapatos de esa familia que aparte de pobre, perdió a un hijo a un hermano, a la madre.

Cada día el país avanza a un caos y lamentablemente somos parte de ese caos; aparte de perder al país, perdemos nuestros valores; al final, ser pobre es un estigma y casi es una sentencia a muerte. ¡Qué absurdo! Cuando la indolencia y la maldad se juntan, crean entes llamados “cánceres” que deberían ser extirpados, removidos. Creemos que el Estado es  el único responsable de los ríos de sangre que anegaron cunetas, hogares, vehículos y la consigna fue “Hoy es  día de la Muerte”.

¿Qué les estamos dejando a los hijos? ¡Antivalores, silencio que es una forma de morir en vida; mientras, la vida sigue; los problemas macros del país poco nos interesan.

Estamos viviendo una economía quebrada, una moneda que va en picada, no hay planes, todo se improvisa menos el matar; no hay liquidez en el Estado y, como dijo el ministro de Hacienda, que “el asunto de las pensiones universales no es un tema relevante pues es la familia del pensionado quien se gasta ese dinero”. Nuestro futuro más pobreza, más desesperanza y al final, todos somos rehenes en nuestra propia tierra; tierra de personas que en esa venta de papas, está su futuro, y jamás esperó que su lugar de trabajo fuese la muerte el primer cliente del día.

No hay palabras para describir lo que hemos visto este 26M: 62 hogares que se los llevó la muerte y nuestras mentes y planes ya están en modo vacaciones. No, El Salvador, no podemos seguir callados, en silencio, cómplices del dolor, de la indiferencia donde aún se juzga a los asesinados y se les etiqueta alguna causa o motivo. Solo acá pueden pasar estas formas de hacer de la muerte, unas lujosas y brocadas cortinas de humo.

Médico

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El Salvador Homicidios Opinión Violencia

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