Eva Stella, Sícilo y yo –Indra— nos profundizamos en la eternidad de aquel desconocido y promisorio planeta al que nos había llevado el “Leela” -o “Lila”, el designio astral. El nuevo mundo de Akala esperaba para erigir ciudades en sus vastas llanuras -como lo habríamos hecho en nuestro distante planeta Tierra- a cientos de años-luz de distancia. Debido al eterno presente que se vivía en Akala pudimos ver imágenes del porvenir. Allá divisamos las esplendorosas ciudades de una nueva Creación cósmica. Huyendo de los colonizadores, repetíamos el éxodo que la raza humana había escrito durante toda su historia. También vimos dantescas visiones del pasado ante nuestros ojos: enormes titanes, cruzando gloriosamente las planicies. Como en el mismo pasado de nuestro abandonado planeta Tierra. “Olvidemos el discurso temporal que nos forjó como humanos y vivamos el presente como única realidad” –opinó Sícilo el místico. Precisamente lo que nuestra inmolada civilización terrestre solía olvidar. Volviéndose esclavos del ayer y del mañana, dejaban de vivir el maravilloso presente. (XXIV) <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C.Balaguer-Amazon)>