El Salvador fue uno de los primeros países en ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). En ella se reconoce que los menores de edad gozan de los mismos derechos que las personas adultas y pone de relieve algunos derechos que se desprenden de su condición de seres humanos que necesitan de una protección especial por el hecho de no haber alcanzado el desarrollo y madurez necesaria.
La Convención reconoce, por una parte, a los menores como sujetos de derecho y, por otra, a los adultos como sujetos de responsabilidades. Debido a que se trata de una convención, es el Estado el que se compromete al obligado cumplimiento de lo acordado, siendo el principio rector el interés superior del menor. Básicamente son cuatro grandes frentes los que se deben atender.
El primero es el derecho a la vida y la satisfacción de sus necesidades. La vida como el primero de los derechos se encuentra comprometido en nuestro país al tener en cuenta que el fenómeno de las desapariciones y homicidios tienen una especial incidencia en los menores de edad. Es una obligación del Estado la elaboración de políticas públicas que garanticen la integridad y seguridad de los menores. Para que una política pública sea provechosa necesita ser construida con una amplia participación ciudadana, ejecutada socialmente y evaluada de manera transparente y objetiva. Esta es una tarea pendiente.
El segundo es la escucha y consideración de las opiniones, deseos y sentimientos del niño. Para ello se deben asegurar las formas que les permitan expresarse libremente. Si existe la posibilidad de elegir varios cursos de acción se debe escoger el que más satisfaga el interés del menor. Lastimosamente, el escuchar las opiniones de la niñez es algo que pocas veces o nunca se hace en asuntos que le atañen de manera directa como: salud, vivienda, seguridad, desplazamiento. Como sujetos de derechos los menores deben ser escuchados para conocer sus preocupaciones, deseos y expectativas. Esta es una tarea pendiente.
El tercero es la libertad para desarrollarse en un ambiente familiar que promueva la libertad y esté libre de cualquier tipo de violencia. Esta es otra área en la que se necesita mucho trabajo debido a las condiciones de control violento de las comunidades. Las amenazas y el desplazamiento forzado, tanto interno como externo, predominan y afectan a la niñez y su entorno. La presencia de pandillas, la prevalencia de las extorsiones y la descarada circulación de armas son condiciones que anulan el goce de la libertad. Difícilmente puede hablarse de un ambiente familiar propicio cuando las migraciones han debilitado severamente la constitución de la familia nuclear. En el fondo de esta problemática se encuentran problemas complejos y estructurales para los cuales se requiere de políticas públicas definidas y de participación ciudadana. Esta es una tarea pendiente.
El cuarto es la protección de la identidad, incluyendo los elementos culturales, religiosos y sexuales del menor. La violencia contra menores, especialmente niñas, es una de las condiciones más calamitosas de nuestro país. Un promedio de siete niñas menores de edad resultan embarazadas diariamente. En buena parte eso ocurre porque la impunidad de los agresores es elevada. Eso afecta no solo a los menores sino a la sociedad entera. Por ello, el Estado debe desarrollar programas integrales de prevención de la violencia sexual y de género. Abrir espacios para que los menores puedan hablar y denunciar al tiempo que reciben acompañamiento, protección y justicia. Esta es una tarea pendiente.
Tenemos el conocimiento de los derechos de niños y niñas, pero falta mucho camino para que sean sujetos plenos y tengan la palabra y el protagonismo. Es necesaria la crítica a la poca voluntad de atender las grandes desigualdades en el acceso de los menores a la salud y la educación. Se debe desplazar el adulto-centrismo por el escuchar a la niñez con interés y esto no de manera casual, sino porque los mecanismos deben estar claramente establecidos y ser del conocimiento de los menores y sus cuidadores. Solo así se podrá dar una atención individualizada para que la prevalencia del interés superior del menor sea una realidad en cada caso. Vale la pena hacerlo pues se trata de nuestro presente y futuro.
Pastor General de la Misión Cristiana Elim.