La leyenda del béisbol, Mariano Rivera, tiene una cabeza especial, no por calva, como él mismo bromeó, sino por su capacidad para pensar en positivo, para ver puertas y oportunidades en donde otros ven muros y barreras.
La segunda parte de su conversatorio magistral en El Salvador habló sobre su etapa profesional en los New York Yankees, donde en 1996, apenas en su segundo año en Grandes Ligas, logró el campeonato. “Teníamos un gran equipo, pensé que íbamos a ganar todo el tiempo. En 1997, perdimos, y me convierten en cerrador”, narró.
Beisbolista Mariano Rivera, una historia de superación: “Decidí nunca renunciar”
“Ganamos en 1996, estaba contento con el trabajo que había hecho. Jamás se me pasó por mi mente que yo iba a ser el cerrador. Nunca había hecho eso en mi carrera, ni tomar ese tipo de responsabilidad. Ahí tenía el pelo afro, y ahí comenzó a caerse. Pero ahí juega el factor Joe Torres. Me llama a la oficina, y me dice que no me preocupe, que mientras esté él como manager, que siempre iba a ser el cerrador. Pero todo mundo sabía que si no hacía bien mi trabajo, no iba a ser el cerrador de ellos, pero me sirvió para relajarme. Y ahí Dios me dio algo, no lo encontré yo, el señor me lo dio, la recta cerrada. Estábamos practicando con Ramiro Mendoza. La bola se movía. Muchas cosas por mi mente. Me toca lanzar ese mismo partido, y Joe Girardi (cátcher) recibía, y la bola no sabía qué pasaba, no cambié nada, miraba la bola, y decía a la bola ‘qué está pasando contigo”, relató el panameño.
Entonces, Girardi corrió y habló con él en el montículo. Se acabó el partido, luego, al otro día, la bola se seguía moviendo en los entrenos. “Lo que me estás enseñando, no me está funcionando. Y así pasó, tratamos de parar ese lanzamiento. Gracias a Dios que no pasó”, narró sobre el surgimiento de su famoso tiro. “No me lo explico cómo pasó. Yo agarro esta bola igual desde que tenía 6 años, y siempre hizo lo mismo, hasta ese momento, todo cambió. Pero después entendí que era de Dios para darme una mejor carrera, y usarlo en honra de él, eso era todo. Eso no me lo enseñó ni sangre ni carne, hombre alguno, no, muchos quisieron tomar ese crédito, pero no me lo enseñó nadie”, dijo.
En conclusión, la recta cortada fue una especie de “accidente divino”, parafraseando a Mariano. Lo demás, una historia que lo llevó a ingresar al Salón de la Fama de manera unánime (todos los votos) en 2019, el único en conseguirlo, tras una carrera de 16 temporadas con el increíble registro de 652 salvamentos en 684 oportunidades.
Jugó en 1,115 partidos con la camiseta de los Yankees, tuvo una foja de 82-60 y 2.21 de efectividad en 1,283 y dos tercios de entradas disputados. Ponchó en 1,173 oportunidades a sus rivales.
En medio, y con grandes equipos, también hubo dolorosas derrotas, como en 1997, cuando todos pensaban que volverían a ganar. Luego se repusieron, y lograron tres títulos consecutivos (1998, 1999 y 2000). “Yo no llamo fracasos, sino momentos de aprendizaje. Nunca me sentí una persona fracasada, sino momentos de aprendizaje”, valoró sobre 1997, y otros momentos de su carrera.
El mejor cerrador de todos los tiempos, Mariano Rivera recibió un cuadro especial por parte de FESA, elaborado por Celina de Morales, quien lo dibujó con técnica de lápiz al óleo.
Video EDH / César Najarro
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— Cancha EDH (@CanchaEDH) March 11, 2022
En el tramo final del conversatorio se vio a un Mariano sumamente emotivo cuando habló de aquel último partido, donde Andy Petitte y Derek Jeter salieron al montículo para retirarlo, sus "hermanos" deportivos como él los llama marcaron uno de los grandes momentos de la historia del béisbol y que hasta hoy, lo siguen emocionando hasta las lágrimas.
Mariano recibió de parte de Jorge Bahaia, el presidente de la Fundación Educando a un Salvadoreño (FESA) un cuadro elaborado con técnica de lápiz al óleo que elaboró la artista salvadoreña Celina de Morales, quien recreó uno de los lanzamientos de Rivera con un trabajo espectacular.