Ciento noventa mil soldados no pueden ocupar permanentemente un territorio de cuarenta millones de habitantes que los oponen, una realidad a la que se enfrenta el criminal envenenador Vladimir Putin en su propósito de someter a los ucranianos, cuyas fuerzas armadas han provocado fuertes e inesperadas bajas al ejército invasor, incluyendo a un general ruso de alto rango.
Putin esperaba que ocupar Ucrania era asunto de pocos días, pero mala logística, creciente desgano entre las tropas invasoras —muchas de las cuales no recibieron el necesario entrenamiento— y una resistencia mucho más efectiva del Ejército de Ucrania, que cuenta a su favor la voluntad de defender su patria, han echado abajo los planes originales, lo que les ha llevado a perpetrar una destrucción indiscriminada, bombardeando sin reparar a quienes afecta.
Los agresores han echado mano de bombas que se dividen antes de llegar al suelo en varios letales explosivos, una arma prohibida en la Convención de Ginebra sobre la guerra, que igualmente prohibió el uso de gases asfixiantes.
Pero el criminal, a quien se dice que Bukele visitará en julio —y es incomprensible que no cancele la visita pese a la brutal invasión ordenada por Putin—, aparentemente no se detiene ante nada en su barbarie, como lo evidenció al mandar a envenenar con polonio a disidentes, como se ha denunciado.
El primer ministro británico Boris Johnson calificó a Putin como un monstruo cuya intención es aterrorizar Europa y reconstruir la despanchurrada Unión Soviética, una demencial aspiración irrealizable en el mundo contemporáneo.
Las sanciones impuestas por los países occidentales ya han comenzado a afectar a los rusos dentro de su propio país, forzando a muchísimos a correr para abastecerse de productos antes abundantes, o sacar dinero de sus cuentas bancarias, muchas de las cuales van a cerrar, o protestar masivamente en las calles aunque los capturen.
Pese a las enormes reservas en dólares y otras divisas amasadas por el envenenador, usar esos dólares, euros y yenes será cada días más difícil, una realidad que ha desplomado el valor del rublo en las bolsas internacionales.
El gorila con pies de barro, dada la experiencia que sale a luz, no podría lanzar una agresión a países miembros de la OTAN sin exponerse al fracaso total. La amenaza que hizo a Suecia, de atacarla militarmente si se unía a la OTAN, se muestra totalmente irrealizable, pues un ataque por mar y pese a la cercanía entre ambas costas sería un fracaso como igual sucedería con una invasión por el lado norte, como puede verse en un mapa sin ser estratega militar.
El mundo se une a favor de Ucrania pero no rechaza el horror en Nicaragua
Una vieja admonición recomienda no meterse a pelear contra locos, a menos que se cuente con los medios para neutralizarlos de una vez por todas, lo que deben los buenos papás aconsejar a sus hijos antes de que éstos caminen solos por el mundo.
Por ahora son los ucranianos quienes enfrentan a un demente enfurecido al ver que su gran plan no está resultando como lo anticipó, lo que le está llevando a pasar de una guerra convencional a un desastre humanitario, literalmente un genocidio.
En la misma manera como el mundo ha respaldado la lucha de Ucrania para vencer a un criminal, debe poner sus ojos en lo que sucede en Nicaragua, donde se califica como “traición a la patria” denunciar el saqueo y la barbarie de Daniel Ortega y la “Rosarito”..