Retomando la situación de gravedad que se vive entre Ucrania y Rusia, la cual, a diferencia de otras situaciones conflictivas, salió de lleno a la luz pública, refleja un hecho social dramático, trascendente a nivel global, lo que incuestionablemente dejara estragos en todas las esferas y ámbitos socioeconómicos directa o indirectamente, en donde quienes pagan las graves consecuencias y deben volver a empezar de cero son los seres humanos.
El fenómeno de la guerra no es algo nuevo, intereses de por medio, saciedad y búsqueda de poder y ambición de control, no es algo que haya surgido recientemente. Haciendo una mención a través del tiempo, podemos mencionar a Mao Zedong, líder de la Revolución Comunista en China y que en su mandato se estima llegaron a fallecer entre 50 y 70 millones de personas por ejecución, encarcelamiento, hambre. Josef Stalin, temible dictador que marco los pasos y el rumbo de la antes existente Unión Soviética, registrando deportaciones masivas, ejecuciones por delitos políticos, deportaciones y abusos de personas por razones étnicas o religiosas, atribuyéndose un aproximado de 23 millones de muertes al antiguo líder de origen ruso. Adolf Hitler, líder la Alemania nazi, protagonista indiscutible de aquella mortífera Segunda Guerra Mundial, dejando como resultado el asesinato de más de 17 millones de personas, de las cuales 6 millones aproximadamente eran judíos, homosexuales y gitanos que fueron exterminados en campos de concentración nazi durante el Holocausto.
He ahí algunos ejemplos de líderes que se olvidaron de la principal razón que debe permanecer en un estado democrático y de derecho: la persona humana, como origen y fin de la actividad del Estado. Por tal razón, se vuelve importante que los actuales lideres del mundo, en especial de las potencias mundiales, se sienten a negociar y consensuar para llegar a términos y acuerdos para detener una tercera guerra mundial. Líderes como Vladimir Putin, Joe Biden, Emmanuel Macron, Sergio Mattarella, Volodimir Zelenski, Xi Jinping, entre otros, no pueden permitir que se continúe con la expansión de una guerra y mucho menos llegar al uso de armamento nuclear, menos en estos tiempos en donde una pandemia sigue latente y ha dejado estragos incalculables para los países en el mundo.
La guerra puede definirse como un macro conflicto por excelencia, en donde intervienen múltiples variables de índole psicológico, social, cultural, económico, político y normativo. Sin embargo, siempre se pueden buscar alternativas y respuestas a los conflictos que puedan ocurrir, por lo que la guerra no puede continuar formando parte de una realidad cotidiana para la gran mayoría de la población mundial. Debe buscarse el entendimiento, las buenas relaciones, la paz, a través de un reparto justo y equitativo de los recursos entre grupos y naciones, gestionando y ejecutando profundas y sustanciales transformaciones a nivel psicológico, social, económico, político, educativo y cultural, por el bien de las naciones y por los seres humanos que las integran.
Los líderes de Estado deben dar el primer paso y así sumar a funcionarios y civiles a que no se continúe con practicas de violencia y fomento de las guerras. Un mundo bajo constantes guerras no podrá ser sostenible en el tiempo y su desarrollo será precario para las futuras generaciones, por lo que se insta a recapacitar y poner en marcha acuerdos y mejoras continuas por el bien de todos.
Abogado, Master en Tributación Internacional y Asesoría Jurídica de Empresas, Decano de la Universidad Nueva San Salvador