Si le preguntamos a Thomas Buergenthal cómo se describe a sí mismo, nos contestaría que se considera una “persona afortunada” y creo que lo diría con razón: es un judío sobreviviente del campo nazi de exterminio de Auschwitz.
Nacido en 1934 en Lubochna, Checoslovaquia, aprendió a muy temprana edad que la frontera entre la cordura y la locura colectiva es muy tenue, muy frágil y se rompe fácilmente: antes de cumplir seis años, ya tenia calidad de apátrida y refugiado.
Debido a las leyes racistas de Núremberg, el régimen nazi había privado a sus padres y por extensión, a su pequeño hijo, de la nacionalidad alemana y debido a la hostilidad que existía hacia la comunidad judía, habían decidido que lo más conveniente para ellos era poner una sana distancia entre su familia y la oficina local de la Gestapo, así que migraron buscando mejor suerte en Polonia.
La migración forzada, como desde hace décadas han experimentado miles de familias salvadoreñas, primero por la guerra y luego por la locura criminal de las pandillas, es siempre un proceso doloroso. Los Buergenthal se fueron a Polonia dejando todo atrás: desde el pequeño hotel en el que habían puesto sus esperanzas hasta el carrito rojo de juguete que Thomas describe como su posesión más preciada.
Pero no habían terminado de cruzar la frontera polaca, que al maniático de Hitler se le ocurre invadir su nuevo país de refugio, precisamente una semana antes de que la embajada británica le hubiese concedido a toda su familia un visado para emigrar a Palestina.
Así fue como antes de cumplir nueve años se convirtió en residente permanente del oscuro, peligroso y diminuto gueto judío de Kielce, en donde miles de familias malvivían, escondiéndose de la terrible Gestapo y de la aún más sanguinaria -si se puede aplicar el término- Schutzpolizei, que para divierta de sus agentes, entraban de cuando en cuando al gueto a matar personas al azar.
En esas estaba cuando a los nazis se les ocurre implementar la “Solución Final al problema judío”, por lo que la Gestapo inicia el traslado de los habitantes de los guetos a los campos de concentración. Así fue que una soleada mañana de agosto de 1944, la familia se encontraba a bordo de un tren, en un vagón para ganado sin techo, dirigiéndose al campo de exterminio de Auschwitz.
Al llegar fueron separados. Por una parte, Thomas y su padre, por otra, su madre. Si la experiencia en los campos de concentración fue horrenda, lo era mucho más para un niño. Pero aún y cuando la esperanza de vida para un adulto en los campos era de solamente tres meses, el pequeño Thomas -a diferencia de su padre- logró sobrevivir. Las tropas soviéticas finalmente abrieron las puertas de ese infierno para su liberación.
Luego de ser liberado y sin conocer a nadie, pasó de orfanato en orfanato; hasta que un buen día y contra todo pronóstico, se reencontró con su madre. Reunida lo que quedaba de su familia, empezaron a reconstruir su vida, retomando su nula escolaridad a partir de los catorce años, teniendo la oportunidad de migrar posteriormente a Estados Unidos, antes de cumplir los dieciocho.
Pero el ahora joven mostró ser un aplicado estudiante. Logró obtener una beca para cursar su carrera universitaria como abogado y obtener nuevas becas para su especialización de derecho internacional con especialidad en Derechos Humanos, lo que eventualmente le permitió llegar a convertirse en Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y fue precisamente, en esa calidad, que el ahora Juez Thomas Buergenthal termina como miembro de la “Comisión de la Verdad” en El Salvador, juzgando los crímenes de Lesa Humanidad ocurridos en la masacre de El Mozote.
Pensó que su experiencia en el Holocausto lo había preparado para conocer lo que pasó en El Mozote, pero el ver el esqueleto de una joven con su feto dentro, entre otras evidencias de horrendos crímenes que pudo constatar, “dejó una huella que perdura en su alma”.
Pocos conocen que el veredicto emitido por la “Comisión de la Verdad” que dio punto final al sufrimiento causado por nuestra guerra civil fue en parte redactado por un sobreviviente del Holocausto nazi. Esta es su historia.
Abogado, Master en Leyes/
@MaxMojica