Aunque la ministra Hananía dé algunas declaraciones (que, para colmo, últimamente han sido bastante desafortunadas) haciendo creer que se están tomando medidas atinadas para que nuestro desastroso sistema educativo mejore, pareciera por el contrario que el gobierno pretende minimizar la importancia de la educación en nuestro país.
Porque se actúa en contra de la educación, cuando figuras públicas, prominentes, exponentes de órganos del Estado muestran orgullosamente su ignorancia. ¿Qué ejemplo son para los educandos? ¿Sus actitudes representan una motivación para estudiar más y mejor o, al contrario, significan “no se eduquen, mírenme a mí, tan ignorante, y tengo un alto cargo”?
Eso dice la actitud de una supuesta abogada, que al interrogar a uno de los “citados” a una de las tan memorables comisiones especiales de la Asamblea Legislativa, interrogó que por qué se había gastado dinero en la compra de libros, si la gente no sabía leer. O al genio que preguntó a otro de los “citados” si le constaba que el dinero que recibía en efectivo era en efectivo. Como esas, tantas perlas de sabiduría que enmudecen a los “citados”, no por debilitar su posición y declaraciones, sino porque el grado de tontería es tan absurdo, que dudan si se trata de un chiste o una pérdida momentánea de la audición.
La explicación al bajísimo nivel educativo de muchos funcionarios se explica porque no han llegado a esos lugares para hacer un buen gobierno, sino exclusivamente para trabajitos como repartir calendarios con la imagen del Confeso Dictador y mencionarle con pleitesía cada 25 palabras que emiten.
Las conferencias de prensa, cuyo montaje con pantallas gigantes, luces, cámaras, tarima color cyan, podio, decenas de fotógrafos oficiales, caravana de vehículos, elementos de seguridad, personal estrenando uniformes cyan y demás, solamente sirven para gastar nuestros carísimos préstamos, echando incienso y reverenciando a su jefe supremo. Son imágenes que dan náuseas: un tipo hablando mentiras, inaugurando por enésima vez la misma campaña de lo que sea (limpieza, recarpeteo, pavimentación, reparaciones de tuberías y tragantes, etc.), que ya la han prometido e inaugurado mil veces antes, con la misma parafernalia, pero siguen sin cumplirla. El único cambio es que hoy lo prometen rodeados de señales de tránsito color cyan. Una ridiculez incalificable, pero también un grave peligro vial, que las autoridades verdaderas ya hubieran detenido y castigado. Pero, claro, las “autoridades” actuales lo aplauden, sólo para eso están.
Si el gobierno actual, cyan en los tres poderes, de verdad quisiera mejorar nuestro país, estuviera tomando consejo de quienes más saben y se preocupan por nuestro futuro, pero dudo de que puedan pasar de la lectura de un primer párrafo en un artículo de la calidad de los que, en esta semana, ha publicado EDH: El poder de lo invisible (Manuel Hinds), Poder perecedero (Andy Failer), Bukele, en el lado oscuro de la política internacional (Paolo Lüers), ¿Es China una alternativa y ejemplo a seguir por El Salvador y Latinoamérica? (Carlos E. Vela).
Hay muchos más que pueden servir de guía, pero menciono solamente esos no sólo porque acaban de publicarse, sino porque no son temas de coyuntura (sobre esos hay también interesantísimos artículos y reportajes), sino temas de fondo, de verdadera importancia y urgencia, que quienes tienen un ápice de autoridad deberían leer y comprender.
Pero, pregunto, algunos de esos funcionarios ¿sabrán leer?
Empresaria.