Un minuto de silencio por las víctimas encontradas en las fosas clandestinas de Nuevo Cuscatlán y otros lugares pidió la diputada Claudia Ortiz en la sesión plenaria del 9 de febrero, el segundo aniversario de la toma de la Asamblea por una soldadesca armada hasta los dientes, “con el dedo en el gatillo”, para forzar la aprobación de un préstamo de 109 millones de dólares para “control territorial”.
Las palabras de la diputada fueron las siguientes:
“Quiero solicitar un minuto de silencio en este día por las víctimas que yacen en fosas clandestinas de Chalchuapa, Lourdes, Nuevo Cuscatlán y por aquellos a quienes aún no han sido encontrados o que las autoridades no han revelado dónde están... Hoy porque es una fecha importante para recordar: hace dos años el presidente (Bukele) se tomó la Asamblea Legislativa con militares armados para presionar por un préstamo para el Plan Control Territorial.
“Dos años después todos los que me escuchan saben que el Estado no ha recuperado ni un poco el control territorial, pues a la gente la siguen asesinando y la siguen desapareciendo y ante esto la mayoría de autoridades guardan silencio...
“Quiero dejarles claro que no estoy pidiendo el apoyo para ningún partido político. Estoy pidiendo que legislemos para lo que nos han elegido, que es para cuidar a la gente...
“Quiero pedir este minuto de silencio por las víctimas de la violencia social que ha azotado a nuestro país todos estos años...”.
Al final de la moción, el presidente de la Asamblea, Ernesto Castro, sometió al pleno la aprobación del gesto planteado por la diputada, pero los diputados, en su gran mayoría afines al régimen, se mostraron indiferentes a las decenas de desaparecidos que se reportan semana a semana, lo cual se interpretó como que privilegian más sus intereses personales y los de su jefe y desprecian las vidas de tantas víctimas salvadoreñas.
La mayoría de desaparecidos son jovencitas, las personas más indefensas de todas, a las que literalmente o violan y asesinan o las obligan a ser concubinas de esos depravados.
Vale más el pacto infernal que las vidas de inocentes
No todos “desaparecen” en fosas clandestinas. Los cadáveres de la enfermera Iris Raquel Martínez y el taxista Javier Ernesto Salinas fueron encontrados calcinados, y los hechores, capturados.
Los familiares de la joven Yuri M., de 15 años, que fue raptada en La Unión y cuyo cadáver apareció dos días después, pidieron a la policía del lugar que iniciara la búsqueda, pero se les dijo que esperaran “dos días” para asegurarse de que se trataba de un hecho criminal...
Nadie debe extrañarse del desprecio de los bukelistas a la memoria de las víctimas, al negarse a expresar algún pesar por el horror que azota a nuestro país.
El presidente de la Asamblea ni siquiera tuvo un par de palabras de conmiseración por los asesinados, sino que se ajusta a lo que ordena el régimen: “aquí no pasa nada, el Plan Control Territorial es exitoso”, funciona pues las bandas criminales han canjeado su apoyo electoral a sus infernales instintos, que incluyen el tráfico de drogas, las extorsiones a los vecindarios y toda la camándula de horrores que la gente conoce y sufre cada minuto.
Como bien se sabe, esta situación se generó en la posguerra, cuando se dejaron desprotegidos el campo y los barrios periféricos, donde las pandillas fueron sometiendo a los vecinos a base del terror de asesinatos y extorsiones.
El horror de los “desaparecidos” es la causa del creciente éxodo de salvadoreños al exterior...
Ni un minuto de silencio, ni la menor muestra de conmiseración, ni una lágrima entre los diputados del régimen se dio, evidenciando que la orden ejecutiva es no tener piedad alguna...