La izquierdista presidenta de Honduras, Xiomara Castro, acaba de amnistiar por decreto a los exfuncionarios de su ex-esposo Manuel “Mel” Zelaya, el hombre del sombrero, procesados criminalmente “por actos propios del ejercicio de su función pública”, en un gesto que asemeja lo ofrecido por el expresidente Donald Trump, que promete perdonar a los procesados por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, cuando intentó revertir los resultados de la elección en que fue derrotado.
Trump posiblemente se ha inspirado en la ley salvadoreña conocida popularmente como ley Alabí, que perdonaba las fechorías de pícaros que se embolsan dineros públicos además de otorgarse unos a otros canonjías, contratos y nombramientos, según han denunciado las organizaciones de la sociedad civil. Posteriormente se le introdujeron cambios cosméticos, pero el resultado sigue siendo el mismo: permitir saltarse mecanismos establecidos en la ley de compras públicas y adquirir medicamentos y servicios de forma directa.
Es claro que llegar a la cabeza de un gobierno es, para muchos, la forma más segura de enriquecerse, dándose el caso de individuos de por sí adinerados que quieren tener aún más, que haberse embolsado quinientos millones no es suficiente, sino que aspiran pasar de multimillonarios a billonarios, una tragedia que se da en todos los confines. Y robar es lícito cuando el ladrón es parte del grupo que en una u otra forma se hace con el poder.
La gran y certera fórmula para amasar millones de millones, o inclusive billones, es atraer un suficiente número de incautos a quienes se les ofrece el oro y el moro, la felicidad a la vuelta de la esquina, que sin trabajar mayor cosa recibirán ingresos “dignos” que, como Robin Hood, van a robar a los “ricos” para distribuir entre los pobres, etcétera.
Los asaltos al poder con frecuencia son obra de un individuo que empezando de la nada, como el caso de Fujimori en Perú, va sumando adeptos a su causa rápidamente, o son grupos muy coordinados que se encargan de montar una campaña, como en Estados Unidos, pues de otra manera personas como Bernie Sanders y Elizabeth Warren, filomarxistas, no pasarían de primera base.
El hombre es la única especie liderada por los menos capaces
Los incautos —y dada la corta memoria política de los pueblos— no atan cabos, no son capaces de pasar factura a los sinvergüenzas; una y otra vez caen en la trampa. Tal debilidad humana llevó a Winston Churchill a decir que los humanos son la única especie que escoge a los más incapaces entre ellos para dirigir la manada.
El hombre, también se dice, es el único animal que tropieza dos y más veces con la misma piedra...
Salvar tales escollos, advertir a la gente de lo que le amenaza, desenmascarar a corruptos, denunciar atropellos, proteger a las naciones de charlatanes y mesiánicos, es el papel que corresponde a los órganos independientes de difusión, los que siempre tienen oídos para quienes se quejan, sufren, se sienten perseguidos.
Los medios de difusión, mucho de lo que se analiza y se expone en las redes sociales, grupos cívicos y “tanques de pensamiento”, obran como los ojos y oídos de las masas, que por no poder estar allí donde algo pasa, se informan de lo que periodistas y analistas profesionales miran y estudian, sacan conclusiones, hacen reclamos en nombre de la colectividad.
Y un hecho de escándalo como la amnistía de la presidenta de Honduras y la “ley Alabí” se expone en toda su crudeza...