En los últimos días las tensiones sobre Ucrania siguen creciendo: Rusia no quiere que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), creada en 1949 entre aliados occidentales, se instale a sus fronteras, al integrar, potencialmente, a Ucrania. Por su parte, los Estados Unidos no pueden dejar a Moscú establecer sus reglas del juego en un espacio, Europa, que sigue siendo una zona de influencia, tanto como esencial para su posicionamiento estratégico global. Europa hoy en día depende hasta el 40%, del suministro en gas que llega de Rusia a través de varios oleoductos, lo cual restringe un posicionamiento político frente a esta crisis peligrosa. Pero, a la vez, esta realidad de contrastes le permite intentar posicionarse como un facilitador entre Moscú, Kiev y Washington. Es por lo menos lo que intentará establecer el actual presidente de la Unión Europea, Emmanuel Macron, el presidente francés, en Rusia y Ucrania en los próximos días. La meta consiste en buscar bases de diálogo para lograr abrir nuevos canales de discusión con una voluntad: negociar para evitar lo peor: una confrontación armada.El resultado no está garantizado por el momento y Emmanuel Macron apuesta mucho en su gestión diplomática, a pocas semanas de las elecciones presidenciales francesas. Pero el deber europeo consiste en buscar soluciones duraderas, que ofrezcan una nueva estabilidad en materia de seguridad.
Por cierto, esta semana la escalada siguió: Rusia reforzó, logísticamente, su despliegue en la frontera con Ucrania, alcanzando 100,000 hombres cuando los Estados Unidos acaban de mandar 3,000 soldados más, complementarios de las fuerzas de la OTAN. Hoy en día, la solución diplomática parece neutralizada, unos dirán “al punto muerto”, abriendo una ventana para una facilitación europea, que no puede quedarse en “medio del vado”, corriendo el riesgo de perder credibilidad.
Y por cierto, cada deterioro de situación parece poner bajo la lupa la situación eléctrica en Ucrania, que existe desde años : en 2014, la secesión en la región del “Donbas”, realizada por separatistas, declarándose “repúblicas populares” la de Donetsk (DNR) y de Lugansk (LNR), alimentó un conflicto permanente en Ucrania y tensiones políticas regionales. Occidente sospecha que Rusia apoya discretamente a los secesionistas. La dimensión geopolítica no puede ser olvidada: la llegada del presidente Biden a la Casa Blanca, en enero de 2021, levantó la esperanza en Kiev de un apoyo firme. Ucrania no había olvidado el apoyo que le había expresado el entonces vicepresidente de los Estados Unidos durante la “Revolución de la Dignidad” en febrero de 2014, que culminó con la salida del ex-presidente Viktor Ianukovitch y la llegada de un régimen pro-occidental.
La apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno, en Beijing, reveló la evolución del mapa geopolítico : una proximidad nueva entre China Popular y Rusia se está anunciando con la llegada del presidente Putin.
Las convergencias de intereses entre los jefes de Estados sino-rusos, Vladimir Putin y XI Jinping, constituyen una respuesta a Washington. Se está afirmando que los Estados Unidos tienen un nuevo duopolio, que cubre a ellos dos, los frentes atlánticos y asiáticos. Mientras Joe Biden había declarado, después de la entrada de los talibanes en Kabul, que la prioridad consistía en un nuevo “contaiment”, es decir un “control” de la influencia mundial de China, el acercamiento sino-ruso constituye una nueva etapa de preocupación. Se puede imaginar que dicho acercamiento dé a luz a una alianza nueva, reforzando una atmósfera de “guerra fría” de los tiempos modernos.
La tensión se mide también por unos símbolos: fue durante los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 que Rusia llevó a cabo sus operaciones en las regiones de Osetia del Sur y Abjasia en la República de Georgia.
En 2014, durante los Juegos de Sotchi, Crimea fue anexada. Hoy en día, el argumento ruso consistiría en presentarse en estado de defensa legítima, afirmando que “las garantías de seguridad mutua” no están consideradas de manera favorable por Washington, lo cual “justifica” un acción inmediata. Obviamente, no se retrocederán los territorios ocupados.
En ese contexto, los encuentros diplomáticos de alto nivel se suman : Boris Johnson, el Jefe del gobierno británico, actualmente en dificultad en Gran Bretaña; Mark Rutten, el primer ministro de Holanda; el propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan estuvieron en Kiev. Los intercambios telefónicos entre el Secretario de Estado, Anthony Blinken, y el canciller ruso, Sergueï Lavrov, fueron animados. El presidente de la Unión Europea estará iniciando, a partir de lunes 7 de febrero, una diplomacia europea: Moscú; Kiev, el martes; probablemente Berlín para informar el canciller alemán Olaf Scholz. Las maniobras para establecer un nuevo mapa de seguridad no faltan. Todo está examinado: sanciones, acuerdo sobre misiles de corto y mediano alcance en Europa, ajustes económicos.
Ucrania se está revelando mucho más compleja, ofreciendo a Rusia la posibilidad de abrir una brecha en el equilibrio de seguridad que existía desde la caída de la ex-URSS en 1991. Dialogar con China permite a Vladimir Putin poner presión sobre Washington.
La meta en estas condiciones no consiste en evitar una intervención militar local, sino establecer las bases de un nuevo equilibrio de seguridad internacional.
Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr