Haciendo un paralelismo con la crisis económica de 2008, causada por la burbuja inmobiliaria que estalló en Estados Unidos, Paul Krugman, economista estadounidense y ganador del premio Nobel ese mismo año, considera que sucede lo mismo con el creciente mercado de las criptomonedas en el mundo.
Para el experto, quien publicó un artículo en el periódico The New York Times, la característica fluctuante de los criptoactivos, que han perdido cerca de $1,300 millones en capitalización de mercado desde noviembre, hace que “haya ecos inquietantes de la caída de las hipotecas subprime hace 15 años”.
Esas hipotecas subprime, conocidas también como “hipotecas basura”, fueron las que los bancos otorgaron, con altos niveles de interés, a personas con poca solvencia económica antes de la crisis del 2008, provocando que todo el mercado inmobiliario colapsara y afectara la economía mundial.
Según el laureado economista, esa crisis surgió como producto del desconocimiento que la gente tenía acerca de esas hipotecas y, al no entender “en qué se estaban metiendo”, acabaron por aceptar esas hipotecas.
El Nobel de economía explica la analogía al compararla con el mercado de las criptomonedas y señala que muchas de las personas que invierten en ellas, principalmente en Bitcoin, lo hacen porque ven a otras personas que han obtenido ganancias, pero no terminan de comprender los riesgos financieros que implican.
Lea también: FMI: “Invertir en Bitcoin no es la solución para aliviar restricciones financieras”
“Los reguladores (de criptomonedas, incluido el Bitcoin) han cometido el mismo error que cometieron con las hipotecas de alto riesgo: no pudieron proteger al público contra productos financieros que nadie entendió, y muchas familias vulnerables pueden terminar pagando el precio”, sostiene Krugman.
También agrega que, probablemente, “aquellos que no podemos ver para qué sirven las criptomonedas, además del lavado de dinero y la evasión de impuestos, simplemente nos estamos perdiendo la imagen”, por lo cual señala que Bitcoin podría ser más que una burbuja y que “está bien que los inversores apuesten contra los escépticos.”
Sin embargo, el economista advierte que “estos inversionistas deben ser personas lo suficientemente seguras financieramente para soportar las pérdidas si resulta que los escépticos tienen razón.”