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Ojitos de Cascabel (1976-2023)

Mi cabello castaño es ahora entrecano. Mi casa está lista: las Velas de Adviento, luces, nacimientos, el menú de las comidas, las playlists de jazz navideño. Sin embargo, no habrá ojitos de cascabel. Aunque en mi teléfono  todavía está descargado “Cri Cri Todo El Año” y en mis gastos navideños hay un apartado: “Happy Birthday Baby Jesus Party”, al igual que ahorros para ir a ver a esos “ojitos de cascabel” que me enamoraron en el 2014, a nadie le interesa, y mi corazón está ya demasiado cansado para luchar.

Por Carmen Maron

Noviembre, 1976

   Mi abuela se levantó de su mecedora y puso un disco de acetato en el tocadiscos. Inmediatamente sonó la conocida voz de Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como “Cri Cri”: Tal vez mandando una carta/ Pueda yo conseguir una cosa que quiero/ Nada más para mí…ojitos de cascabel…

“¿Cualquier cosa?”, le pregunto a mi abuela, incrédula, mientras me enrollaba un pedazo de pelo castaño.

  “Sí, pero tenés que dibujar una carta bonita y dejar de tocarte el pelo”. Así que esa tarde de noviembre dibujé una casa de muñecas. No llegó para Navidad, pero sí para mi cumpleaños. Y ¡oh sorpresa! Tenía una luz que se encendía.

Noviembre, 1980

Me encontraba en un dilema: había descubierto hace tres años que eran mis papás quienes compraban los regalos. Socialmente, me urgía un par de patines de bota blanca, con ruedas de poliuretano. Pero mi mamá insistía que los de hierro eran mejores, lo cual me mortificaba. Para colmo, estábamos en guerra. Seguí el consejo. Pegué una libreta en la  puerta de mi dormitorio con una tachuela. Todas las noches, le escribía a Santa, insistiéndole en esos patines. Y todas las mañanas, Santa me contestaba. Yo sabía que era papá.  ¿Por qué seguimos con la mentira piadosa? Asumo que ninguno quería que dejara de ser niña. Los patines estaban debajo del árbol esa Navidad.

Noviembre, 1986 

Conocí a Roberto Ernesto Castillo Hernández (se presentaba con sus cuatro nombres) en un grupo de jóvenes. En esos días antes del WhatsApp llegaba “de visita”. Nos sentábamos en la sala tomando limonada y galletas María mientras  papá nos supervisaba fingiendo regar un aguacate. Nunca estuve enamorada de Roberto y etc., pero si me hizo pensar en tener un día: ojitos de cascabel. Decidí que quería seis hijos. Que todas las Navidades íbamos a hacer galletas y que iban a ser mágicas.

Noviembre 2007

Tuve un aborto espontáneo. Ese noviembre arreglé mi casa para Navidad, pensando cuán maravilloso sería simplemente decir: Voy a pedirle a Santa Claus/Que en Nochebuena/junto al dintel/En mi zapato me deje/Tus dos ojitos de Cascabel…

Noviembre 2010

 Los silencios son la muerte de cualquier relación. Me había cambiado de trabajo para “comenzar de nuevo”, así que me fui a un colegio más pequeño.  Un día estaba revisando mis planificaciones en un pequeño jardín cuando vi una fila de niños de cuatro años. Luego recuerdo a mi compañero Fredy (menciono tu nombre real en agradecimiento) llevándome al cuarto de maestros, llamando al director...no sé cómo llegué a mi casa. Lloré por mis ojitos de cascabel lo que no había llorado nunca.

Noviembre 2011

El aborto espontáneo tuvo secuelas a largo plazo y me tuve que someter a una cirugía. Estaba saliendo de nuevo con alguien y quería saber si iba a poder tener hijos. La ginecóloga guardó silencio. En ese momento supe que nunca  tendría mis propios ojitos de cascabel.

Noviembre 2012

Mi sobrino mayor tenía ya diez años cuando encontré el CD de “Cri Cri Todo El Año”. Lo compré emocionada. Pero...mi sobrino era ya demasiado mayor. Igual durante años hice planes de las cosas que íbamos a hacer juntos: su fiesta de quince, su viaje de dieciocho. Pero uno descubre que las cosas bonitas que uno quiere hacer no siempre se cumplen. Así que el disco, y todo lo demás, quedaron para algún día.

Noviembre 2014

Nació el primer hijo de mi segunda hermana. Cuando lo cargué ese noviembre, fue amor a primera vista. ERAN los ojitos de cascabel. Lo amé. Ahorraba para poder ir a visitarlo y me encantaba leerle y contarle cuentos antes que se durmiera. Quizás el llenaría mi casa de Navidad. Quizás  aquella cosa bonita/difícil de recibir había llegado. Mi corazón cantaba.

Noviembre, 2018

Ese año fui bendecida con dos niñas en un año. Parecía que mis oraciones habían sido contestadas. Parecía que finalmente podría estar rodeada de niños. Fue un año feliz. Soñaba con el futuro y los ojitos de cascabel que llenarían mi casa de risa y con quienes haría galletas todas las Navidades. Me imaginaba años de llevarlas al Cascanueces.

Noviembre 2019

Planifiqué mi primera fiesta de “Happy Birthday Baby Jesus”. Llegaron seis niños de jóvenes amigas. Hubo quiebra de piñatas y se llevaron a un pequeño Niño Jesús y luego...¡los regalos! Ojitos de cascabel por todas partes. No podía creer lo bendecida que era.

Noviembre 2023

Mi cabello castaño es ahora entrecano. Mi casa está lista: las Velas de Adviento, luces, nacimientos, el menú de las comidas, las playlists de jazz navideño. Sin embargo, no habrá ojitos de cascabel. Aunque en mi teléfono  todavía está descargado “Cri Cri Todo El Año” y en mis gastos navideños hay un apartado: “Happy Birthday Baby Jesus Party”, al igual que ahorros para ir a ver a esos “ojitos de cascabel” que me enamoraron en el 2014, a nadie le interesa, y mi corazón está ya demasiado cansado para luchar. Algunas noches de noviembre, me siento en mi sillón y pongo la canción. Pienso, con ojos llorosos, en la alegría y las risas tintineantes con las que siempre soñé acompañar, en todo el amor que quise dar. Silenciosamente me pregunto por qué o qué hice para no merecer  la alegría de amar a un par de ojitos de cascabel.

Si usted conoce a alguien que es estéril (cómo yo) o ha perdido uno o varios hijos no le niegue la oportunidad de amar al suyo. Y si usted tampoco tiene sus “ojitos de cascabel” esta Navidad, sepa que no esta sola.

(Letra “Ojitos de Cascabel”  del álbum Cri Cri Todo El Año copyright 1949 Francisco Gabilondo Soler).

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