Se han desatado los vientos del ártico o boreales. Es el viento polar de un nuevo renacer que desnuda de hojas secas los ramajes y arranca del alma lo inservible para que brote el nuevo esplendor de las ilusiones, verdes como el follaje renovado. También arrastra canciones e himnos de promesa. Azuza además las velas mar adentro, arrastrando las naves hacia la aventura; despeinando palmeras, cerrando y abriendo bruscamente puertas y ventanas. Renaciendo la dulce melancolía, la sutil añoranza del recuerdo. Levantando en su huida las faldas de las mujeres y haciendo ondear las banderas de añorados tiempos nuevos de paz que aparezcan en la lejanía. Entre risas, en la anunciación el Ángel dice a María: “Un nuevo hombre nacerá en tu vientre mujer del siglo XXI. El nuevo libertador, fundando el tiempo nuevo, iluminado del rostro como el alba que nace”. Es el viento polar que viene desde el Septentrión, anunciando buenas nuevas, del niño que pronto nacerá para alumbrar la borrasca de la historia. Es la ventisca anunciadora, que nos inspira diciembre.
Llegada del viento polar de un nuevo amanecer
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