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Columna Transversal/El antisemitismo de izquierda es una paradoja

El antisemitismo está levantando su cabeza, como si solamente hubiera esperado la ocasión, que le permitiera mostrar su fea cara. Resulta que es un monstruo con múltiples cabezas: la del viejo racismo-antisemita, dormido pero no superado entre las derechas europeas. Y no sólo entre los neofascistas. Está el antisemitismo de migrantes islámicos, muy presente y radical en las calles de las ciudades europeas. Y se expresa, con una fuerza que sorprende y asusta, el antisemitismo entre partes de las izquierdas en Europa, Estados Unidos y América Latina. Gente supuestamente progresista y pensante, que confunden Hamas con movimientos anticoloniales, como los que desde las izquierdas hemos apoyado en Argelia, Suráfrica o Angola; o con un movimiento de liberación nacional como el de Vietnam - o de lucha antidictatorial como en Cuba, Nicaragua y El Salvador.

Por Paolo Luers
Periodista
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Hay un debate urgente que llevar sobre Israel, sobre su derecho de existencia como Estado, sobre su necesidad de construir una paz justa con sus vecinos palestinos, y sobre su respuesta política y militar a las masacres que Hamas cometió en octubre contra civiles israelíes. Para entrar con pie derecho en este debate, habrá que discutir críticamente las políticas de los gobiernos israelíes de ultraderecha, sus errores y abusos. Pero viendo de qué forma apasionada e irracional se lleva esta discusión, antes de entrar en ella hay que dejar claro un principio no negociable: hay que mantener una raya clara entre la crítica al gobierno de Israel y el antisemitismo - y nunca cruzarla.

 El antisemitismo

El antisemitismo está levantando su cabeza, como si solamente hubiera esperado la ocasión, que le permitiera mostrar su fea cara. Resulta que es un monstruo con múltiples cabezas: la del viejo racismo-antisemita, dormido pero no superado entre las derechas europeas. Y no sólo entre los neofascistas. Está el antisemitismo de migrantes islámicos, muy presente y radical en las calles de las ciudades europeas. Y se expresa, con una fuerza que sorprende y asusta, el antisemitismo entre partes de las izquierdas en Europa, Estados Unidos y América Latina. Gente supuestamente progresista y pensante, que confunden Hamas con movimientos anticoloniales, como los que desde las izquierdas hemos apoyado en Argelia, Suráfrica o Angola; o con un movimiento de liberación nacional como el de Vietnam - o de lucha antidictatorial como en Cuba, Nicaragua y El Salvador.

El carácter reaccionario de Hamas

Todas estas expresiones de antisemitismo se activaron en el momento en que Israel respondió militarmente al ataque terrorista de Hamas. No sorprende en el caso de los fascistas y tampoco en el caso de los islámicos fundamentalistas. Tampoco en las izquierdas dictatoriales como Cuba, Nicaragua y Venezuela, que tienen años de aliarse con el eje Rusia–Irán. Pero sí sorprende en el caso de los liberales, progresistas y las izquierdas. Hamas no tiene nada de movimiento anticolonial, de liberación o de lucha antidictatorial. Ejerce en Gaza una dictadura sobre la población palestina. No permite presencia de la Autoridad Palestina reconocida por Naciones Unidas. Mucho menos de organizaciones de izquierda. Usa la población civil de Gaza como escudo, detrás del cual se esconde cobardemente para lanzar miles de misiles a la población civil en Israel. Usa su propia población como rehenes. Con Hamas ejerciendo el poder en Gaza, no habrá espacio para paz entre palestinos e israelíes.

 Quien niega el derecho de Israel de destruir Hamas, que es el agente de los fundamentalistas de Irán en Palestina, y quien se solidariza con esta organización terrorista, como buena parte de la izquierda lo está haciendo, se pone del lado de quienes quieren erradicar del mapa Israel y establecer un régimen fundamentalista al estilo de Irán. No sorprende por nada que la Rusia de Putin apoya activamente a Irán y los ejércitos a sus órdenes, Hezbolá en Líbano y Hamas en Gaza. Sorprende y da asco que buena parte de la izquierda se una a estas alianzas supuestamente ‘anticoloniales’ o ‘antiimperialistas’ – alianzas promovidas por un Putin obsesionado con el nuevo imperio ruso y por los fundamentalistas reaccionarios, que suprimen al pueblo de Irán, especialmente a sus mujeres.

El dilema de Israel

Israel, bajo el mando de la ultraderecha, no tiene cómo responder con fuerza a los ataques terroristas de Hamas sin afectar a la población civil en Gaza. Hamas lo sabe, y es precisamente lo que quería provocar con sus masacres contra civiles israelíes. Irán, Qatar y Hamas saben que Israel no puede dejar pasar sin una respuesta fuerte un ataque al corazón de la esencia del Estado de Israel. Es la existencia del estado de Israel lo que quiere destruir Hamas, un movimiento que vive del antisemitismo y de la intolerancia religiosa, que comparte tanto con los fundamentalistas chiitas en Irán como con sus rivales sunitas en Al Qaeda e ISIS. 

El problema es que luego de tantos años de gobiernos dominados por la ultraderecha, que no quiere aceptar los derechos de los palestinos a tener una patria, en la cual pueden vivir con autonomía y dignidad, Israel está ahora en el dilema de no tener una respuesta adecuada al terrorismo de Hamas. Gobiernan tan alejados de la realidad que los rodea que ni siquiera tenían la capacidad de detectar lo que Hamas estaba tramando. Tampoco entendieron que el verdadero objetivo de Hamas, cuando el 7 de octubre invadió la franja fronteriza con Gaza, no fue la matanza a los civiles israelíes. Los verdaderos objetivos eran: evitar que la oposición democrática y progresista a Netanyahu crezca demasiado y llegara a imponer un cambio político en Israel. Esta oposición democrática, que estaba logrando masivas movilizaciones contra el desmontaje de la independencia judicial y contra la política de anexión de Cisjordania, era una amenaza no sólo para Netanyahu, sino igual para Hamas, que necesita la polarización con un gobierno israelí cerrado y reaccionario. La otra amenaza que Hamas logró desactivar con su masacre del 7 de octubre fue el acercamiento que por presión de Washington se estaba concertando entre Israel y varios países árabes importantes, como Arabia Saudita, Jordania, los Emiratos Unidos, Egipto y Marruecos. Este acercamiento hubiera dejado aislado y debilitado a Irán y Qatar, los principales aliados que armaron y financiaron a Hamas para convertirlo en un ejército. Y el objetivo principal de Hamas fue: obligar a Israel a hacer exactamente lo que ahora hace en Gaza y así poder aislarlo internacionalmente. El hecho que en el camino sufra y muera la población civil de Gaza, es el daño colateral fríamente calculado por los terroristas disfrazados de movimiento de liberación de Palestina.

 La crisis actual -la necesidad de Israel de responder a Hamas, sin tener políticas adecuadas que abonen a una solución constructiva- sólo se puede resolver con un cambio democrático en Israel. Y este cambio difícilmente se puede dar en medio de la confrontación bélica. 

Hay que apoyar a los sensatos en Israel y Palestina

En vez de apoyar a Hamas y su posición compartida con Hezbolá e Irán de negarle a Israel el derecho de defenderse y en última instancia de existir como Estado, las izquierdas y todos los que dicen estar en favor de la paz deberían apoyar a quienes pueden producir el cambio democrático en Israel – y a los liderazgos palestinos, que siguen buscando la solución pacífica: un Estado palestino que conviva con Israel. La sociedad israelí está dividida y se está gestionando una nueva mayoría dispuesta a trabajar por una solución pacífica y por el reconocimiento del derecho de los palestinos de tener su propio Estado. Esta oposición israelí, y también la oposición palestina a Hamas son movimientos democráticos y progresistas, que merecen la solidaridad constructiva de las izquierdas, no los fundamentalistas religiosos al mando de Irán. Hay que desarmar y aislar a los fundamentalistas reaccionarios tanto palestinos e israelíes. Para lograrlo con Hamas no hay otra manera que por la fuerza militar. Con los fundamentalistas israelíes, que quieren colonizar las tierras palestinas en Cisjordania, habrá que tomar medidas jurídicas, políticas y, si es necesario, policiales.

 Los que vemos todo esto desde afuera, tenemos que desmarcarnos del antisemitismo que va a seguir levantando su cabeza, si la situación entre Israel y Palestina no se discute de una manera racional y sin disfraces ideológicos. Hay que dejar el racismo a las ultraderechas, donde pertenece, y no permitir que penetre nuestras sociedades vía los discursos de los que se presentan como pacifistas e izquierdas. O se es de izquierda o se es antisemita. No podemos permitir que los ciudadanos judíos en nuestros países vuelvan a vivir con miedo. Tampoco podemos permitir que esté en juego el derecho de Israel a existir y defenderse.

Periodista.

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