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Las confusiones en la deuda de El Salvador

Por Manuel Hinds
Máster Economía Northwestern

El problema de los países que están experimentando serios problemas para pagar sus deudas es uno de los temas que se están tratando en la reunión anual del Fondo Monetario Internacional que se está llevando a cabo en Marruecos.

En un artículo reciente, Bloomberg reporta que hay 22 países en esta situación en este momento. El Salvador es el número 21.

La gráfica la clasificación está basada en el premio que los bonos salvadoreños tienen que pagar sobre los bonos de Estados Unidos para venderse en el mercado secundario (llamado el EMBI, las iniciales en inglés del Índice de los Bonos de los Mercados Emergentes).

Aunque estos intereses no afectan a los bonos ya emitidos, que han prometido pagar lo que está escrito en el bono, pero sí son un indicador de los intereses que el gobierno tendría que pagar para poder emitir nuevos bonos. Para El Salvador, esta tasa sería 8.7 puntos sobre lo que paga Estados Unidos, que en total estaría alrededor de 14 por ciento.

Esto en los mercados internacionales aleja a los posibles compradores, que estiman que, si tiene que pagar tasas tan altas, es como si estuviera ya en las garras de los agiotistas. Es una advertencia de que el país puede no pagar en el futuro próximo.

Esto puede complicar la confusión que ha existido en los últimos dos años sobre el tema de la deuda del país. El proceso comenzó cuando los mercados comenzaron a dudar si El Salvador iba a poder hacer dos pagos importantes a principios de 2023. Como se muestra en la gráfica adjunta, estas dudas se manifestaron en un aumento del EMBI comenzando en abril de 2021, que subió muy rápidamente hasta alcanzar en junio de 2022 uno de los niveles más altos del mundo (27%). Alrededor de esa fecha el gobierno comenzó a anunciar y a ejecutar un plan de pagar por adelantado. Las dudas comenzaron a disiparse y el EMBI comenzó a bajar hasta llegar al nivel de ahora, que todavía se considera muy alto y que ha incluido al país entre los países que causan preocupación.

Esta preocupación no sólo está basada en que el EMBI todavía está muy alto, tan alto que precluye el financiamiento en los mercados internacionales formales, sino también en que las fuentes que el gobierno usó para pagar los vencimientos de 2023—tomar los recursos de los ahorros de los futuros pensionados y de las reservas bancarias—ya no están agotadas. El anuncio, tantas veces hecho por el gobierno, de que está a punto de lograr un préstamo del FMI
ya no parece tener ninguna credibilidad en los mercados porque el gobierno no ha dado muestras de cumplir con las condiciones que el FMI ya ha anunciado que deben cumplirse para dar el crédito—abandonar públicamente el Bitcoin como moneda de curso legal y rebajar el déficit fiscal a niveles manejables. Además, el gobierno ha caído en impago de muchas deudas a proveedores del gobierno. La falta de un acuerdo con el FMI, el alto EMBI que bloquea el acceso
a los mercados internacionales, y la ausencia de otras fuentes que puedan servir para pagar vencimientos de la deuda se suman a incumplimiento de vencimientos en las deudas a proveedores del gobierno para configurar la participación de El Salvador entre los países peor evaluados en términos de deuda. No hay posibilidad de confusión en este tema.

La confusión proviene de que estas noticias, que no son buenas porque en los meses siguientes al momento de que el gobierno comenzó a pagar en junio de 2022, algunas instituciones internacionales emitieron dos señales que parecían ser muy positivas: una, Fitch subió la calificación de los bonos salvadoreños, aunque todavía los mantuvo. en la categoría de basura, y un par de bancos grandes estadounidenses dijeron que los bonos de El Salvador eran
los más rentables del mundo en ese momento. Mucha gente en el país se sintió no solo tranquila sino orgullosa por lo que parecía un triunfo de calibre mundial.

La mejora de la calificación del riesgo por Fitch es inexplicable porque, si bien el país había pagado, se habían secado las fuentes de los pagos futuros. Las calificaciones no se refieren al pago de obligaciones anteriores sino a las probabilidades de pago en el futuro.

Al decir que la rentabilidad de los bonos salvadoreños era de la más alta del mundo ellos se estaban refiriendo a que, habiendo caído de precio violentamente por las dudas de que El Salvador iba a pagar y luego subir de precio cuando pagó, los especuladores podían comprar los bonos todavía bien baratos para luego venderlos más caros. Eso no beneficia en nada a los salvadoreños.

Solo a los especuladores en bonos. Así que, en conclusión, la deuda de El Salvador debería de ser objeto de grave preocupación en el país.


Manuel Hinds es Fellow del The Institute for Applied Economics, Global Health, and the Study of Business Enterprise de Johns Hopkins University. Compartió el Premio Hayek del Manhattan Institute de 2010.

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