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Un alto en el camino: los accidentes, una mortal epidemia (II)

Debemos preguntarnos ¿cómo está la salud mental de la población que maneja? ¿Cómo está la salud mental del niño que debe despertarse a las cuatro de la mañana y que toma su desayuno mientras sus padres lo llevan a su escuela? ¿Tan mal estamos? Así de mal estamos y el problema no vislumbra solución a la vista.

Por Ricardo Lara
Médico

Una pareja perdió la vida al colisionar su motocicleta contra un camión que se encontraba estacionado; el 10 de septiembre, tres jóvenes perdieron la vida en otro percance. En ambos casos NO por ir bajo efectos de alcohol.
Por hechos como estos he decidido retomar este tema nuevamente; básicamente estamos ante una epidemia de accidentes de tránsito. El Estado salvadoreño poco puede hacer, aparte de las sanciones que se aplican a las personas que conducen bajo los efectos del alcohol que es tan solo un factor de riesgo altísimo, que a mi parecer es una excelente medida pues lamentablemente el salvadoreño no entiende si no se le toca el bolsillo.


Vale la pena resaltar que el consumo de alcohol no es sinónimo de clase social alguna o pensar que el analfabetismo va de la mano de la alta ingesta de alcohol en su sangre, pues las recientes detenciones de más de una decena de personas con altísimos niveles de alcohol solo demuestran que esta adicción no respeta nivel socioeconómico, cultural ni hay temor a conducir bajo tales efectos y ser una fría estadística más que enluta un hogar salvadoreño.
El tráfico es un caos. El parque vehicular pasa del medio millón de vehículos y tenemos calles en reparación. Por eso se producen pequeñas colisiones que atrasan la llegada a los trabajos.


Por otro lado, debemos preguntarnos ¿cómo está la salud mental de la población que maneja? ¿Cómo está la salud mental del niño que debe despertarse a las cuatro de la mañana y que toma su desayuno mientras sus padres lo llevan a su escuela? ¿Tan mal estamos? Así de mal estamos y el problema no vislumbra solución a la vista.


Quizá una sugerencia sería que, a nivel de los primeros años de escolaridad, de una manera insistente se trabaje con los pequeños en la importancia de la educación vial, sabedores de que el resultado de esa educación no se verá reflejado a corto plazo, sino que en el mejor de los casos tendremos generaciones que pondrán en práctica la correcta educación vial.


Lamentablemente la parte punitiva es la que rige nuestra ley y así debe ser: si no se entiende por las buenas, se entenderá por las malas, ya que cada conductor ebrio es un accidente en potencia, es un padre o madre que no llegará a su casa, es un paciente que debe ser atendido y que resulta carísimo tal siniestro a un sistema de salud. Me atrevo a opinar que aun esa multa de $57.14 resulta baja, pues es aquí donde el conductor debe hacer un antes y un después en su vida, ya que cuando le tocan el bolsillo, parece ser la única forma de entender.


¿Qué cuesta contratar un servicio de taxi o que una persona que no haya ingerido alcohol sea la que conduzca? ¡Absolutamente nada! Sin embargo, los siniestros en vez de reducirse, aumentan; las cifras de heridos y muertos parecen no sacar de su letargo a la sociedad salvadoreña que debe entender que las calles no son zonas de guerra, de que la paciencia y la tolerancia sea el pan de cada día y tristemente, hoy en día, llegar sanos a casa parece a nadie importar.


Ojalá este sencillo artículo llegara a manos de todo conductor salvadoreño, sea de motos, carros, transporte pesado, con el único deseo de que se tome conciencia del serio problema que se tiene y vive la sociedad salvadoreña; debemos entender que nadie puede solucionar o ser el responsable de dar un toque con la varita mágica y se acabaron los accidentes de tránsito. Somos cada salvadoreño el que debe asumir total responsabilidad al conducir el transporte que sea y entender que tales medios sirven para llevarnos de punto A a punto B y no son armas que se ocupan para infringir daño al peatón o a otro automovilista.


Lamentablemente parece que la violencia social que ha azotado a El Salvador ahora se ejecuta en las calles y no en las montañas ni en barrios, pasajes o colonias, pero no olvidemos otros factores de riesgo para prevenir accidentes las condiciones de los vehículos , estados de las calles, iluminación, zonas de riesgo, clasificar las calles y carreteras de mayor riesgo de accidentabilidad, día y hora de más accidentes y tener la sumatoria de riesgos necesarios para doblar las medidas de prevención si algo es maravilloso de la epidemiologia bien aplicada es saber sumar factores de riesgos para prevenir que estos percances ocurran.

Médico.

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