La nueva Selección, desde el arranque, ha despertado pasiones -algunas exacerbadas- entre pro y contras del pasado proyecto de Hugo Pérez y pro y contras del futuro proyecto de Rubén de la Barrera.
Otra vez las divisiones sin sentido y las críticas o elogios desmedidos -de acuerdo a la idea que se tenga- sin tener en cuenta que la prioridad es la Selecta, aunque para algunos pesen más los nombres propios, de jugadores, entrenadores y dirigentes, que la representación de El Salvador en el fútbol internacional. Estar agazapados para esperar que pierda tal o cual entrenador es una pérdida de tiempo que enfrasca a muchos.
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Los campamentos -los antiguos microciclos con otro nombre- que ha definido el entrenador tienen que ver con el conocimiento rápido y a las apuradas que deberá hacer el técnico para poder presentar un equipo en apenas 12 días con jugadores y contexto que prácticamente no conoce. Se trabaja a contrarreloj, uno de las consecuencias que trajo el cambio de entrenador en el medio de una competencia, error que se ha cometido una y otra vez cuando de Selección se habla.
Hoy el presente es buscar y examinar a los mejores jugadores del terreno local mientras todavía no hay pista de los convocados que juegan en el exterior. Leo Menjívar y Mayer y Brayan Gil pueden ser la punta de lanza para una renovación e intentar frenar una mala racha de resultados que ya lleva 14 meses.
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Martinica (el 13 de visita y el 17 de local) será el primer examen para un equipo que hoy es una incógnita pero que ya generó polémicas.