En El Salvador se pasó del “Todos con De los Cobos” al “Todos contra De los Cobos”, Maradiaga pasó a ser “el Fútbol Primitivo” y Rubén Israel fue llamado “El Parrillero”, Del “Todos subidos a la Hugoneta” pasamos al casi actual “Humo Pérez”. Más allá del ingenio popular y la originalidad de los apodos, de algo hay que darse cuenta: el entrenador de la Selecta no es el culpable de todos los males del fútbol salvadoreño y el cambio sistemático del técnico de la Azul no llevará a ningún lado.
La palabra proceso –tantas veces dicha y escrita- se ha convertido en una ilusión para el equipo nacional que lleva 28 entrenadores en los últimos 30 años. Un disparate por donde se lo mire.
LEA MÁS: Rubén De la Barrera llegó a El Salvador
El español Rubén de la Barrera ni había llegado al país cuando ya había críticas –y duras- para el joven entrenador que viene de dirigir en la Tercera de España y tendrá un “fierro caliente” en sus manos a partir de hoy. Ya se empezó a escuchar el clásico “vendedor de espejitos” y algunos, siguiendo el guión que le dictan –patético el caso de un ex narrador mexicano-, todavía reniegan de la ida de Hugo Pérez (más que el propio Hugo) o en su defecto, piden que hunda económicamente a la Fesfut.
Está claro que el gallego no llega con las espaldas que si tenían sus últimos dos antecesores: De los Cobos venía con el respaldo de un muy buen primer ciclo y Hugo Pérez con un gran trabajo en la Sub-23 que lo terminó catapultando a la mayor que, por cierto, fue otro error dirigencial ya cometido en la era de Eduardo Lara: llegaban a juveniles y con la idea de terminar de moldear jugadores y terminaron siendo “bomberos” cuando la dirigencia se vio incendiada por las urgencias.
LEA MÁS: Un cambio obligado en la nómina de la Selecta
Hoy de la Barrera inicia un ciclo con dos partidos ante Martinica a la vuelta de la esquina y con las eliminatorias, a partir de junio del 2024, como el objetivo claro y prioritario. Que la Selecta se amigue con los resultados es la esperanza de los aficionados legítimos, mientras otros esperan agazapados más tropezones… El Mundial 2026, nada menos, está en juego